viernes, 29 de marzo de 2019

Sierras de Limes e Icún, el paraíso de los dosmiles de Sobremonte

IXOS MONS
Cerruza (2009 m)
Facera (2036 m)
Burrambalo (2146 m)
Sarrataclau (2059 m)
Peñas de Aso (2112 m)
Petruso (2198 m)
Punta d'Icún (2141 m)
Punta d'Enmedio(2010 m)
Jueves, 28 de marzo de 2019



            En las últimas décadas, los Pirineos han sufrido una brutal transformación, y más que los Pirineos en sí mismos, se ha visto en la forma de vida de sus habitantes y en la forma de abordarlos por parte de los foráneos. Se ha pasado de la autarquía y el aislamiento a una apertura sin parangón, migrando de la economía de subsistencia basada en los recursos naturales, agricultura, ganadería, bosques, caza, pesca… a poner todos los huevos en la cesta del sector terciario. Pero la fiesta ha ido por barrios, porque no en todos los sitios se ha producido, ni lo ha hecho al mismo ritmo, mientras que en algunos valles el sector de la nieve y su aliado el del ladrillo han revolucionado completamente el panorama, sigue habiendo reductos que resisten el paso del tiempo. Y es una transformación que no se ha digerido bien, en unos casos por exceso y en otros por defecto. En los primeros por no encontrar límites al desarrollismo, y en los segundos por haberse llevado por delante la vida de cientos de pueblos de la montaña.

Burrambalo y Facera

Aso de Sobremonte y su fértil vega
            El Sobremonte de Biescas es un claro ejemplo de resistencia, en donde los habitantes de los tres pueblos que lo componen: Aso, Yosa y Betés, en número inferior a los 100, han sabido permanecer fieles a sus modos tradicionales, lo que ha redundado en la conservación del paisaje de un valle, que vierte al del Gállego en la llamada ya Tierra de Biescas. Un paisaje que siempre nos ha fascinado por sus espesos bosques y por las sierras que lo limitan. Y a ellas hemos querido acudir, concretamente a las de Limes, que lo cierra por el norte, y a la de Icún, que lo hace por el oeste, siendo las principales, y entre las que ha discurrido la vida pastoril por las estibas y la agrícola por el fértil fondo de valle.

Pocos pero valientes

Núcleo rural de Betés
            La primera localidad que nos encontramos es Betés, desde donde comienza nuestra andadura. Partiendo del mismo pueblo tomamos la pista que ya se echa decididamente al monte entre campos de labor. Al cabo de unos 700 metros, se toma un desvío por el canto de uno de ellos, y que burla la pista, para en diez minutos de empinada cuesta volver a salir a ella. Se recorre unos metros, y de nuevo al camino, que tiene trazas de tiradera de madera, y que discurre por el bosque de pinos, que se va quedando atrás dando paso a los bojes, y luego al monte pelado en franca pendiente. Para hacernos una idea podemos decir que desde la pista, en 40 minutos se superan los 400 metros de desnivel que hay hasta la Mallata, una vieja cabaña de pastores junto a un rudimentario corral, todo ello en estado ruinoso.

Ascendiendo por el bosque

La Mallata y sus corrales
            Desde la mismísima salida del pueblo ya nos tenía en su radar el Burrambalo, que destaca en toda la sierra, y hacia él nos dirigimos, aunque lo vamos dejando a la izquierda, porque si queremos hacerla entera, hemos de llegar primero al Facera. El lento discurrir por la empinada cuesta y lo monótono del terreno se rompen completamente cuando llegamos a la divisoria. Es como pasar de comer polvorones a mascar un refrescante chicle de menta. Una extraordinaria vista se nos echa encima dándonos un mensaje de esperanza, un mensaje de frescor, un mensaje que remueve los resortes del alma, y al que correspondemos con el de que, bueno, gracias por estar ahí, reteniendo esa poca nieve que te va quedando de un invierno que no fue, y que algún día, no muy lejano, también estarás en nuestra hoja de ruta. Merece la pena los casi 800 metros de desnivel en casi dos horas solo por el aquí y el ahora.

La trasera de La Partacua

Barranco del Asieso
          Si queremos hacer el cordal entero hay que echarse hacia el este para llegarnos al Cerruza, donde la sierra ya se desmaya hacia la depresión del Gállego, para reanudar su andadura por su margen izquierda en el cordal de la Cubileta, Fajalata y Sarasé, que hace de muralla sur al barranco del Asieso, simétrico al de Merdacero, o del Puerto, que es el que tenemos al norte, a nuestros pies, y que media con la enorme y salvaje Partacua, una de las llamadas Sierras Interiores del Pirineo, quizá de las últimas calizas antes de entrar en el granítico Pirineo Axial en los montes panticutos. Todo una intrincada red de sierras y valles a nuestros pies, ordenadamente caóticos y que, aun diciendo mucho, es más lo que callan.

Tierra de Biescas

Montes panticutos y arranque de Tendeñera
            Y como el sur también existe, sosegada contemplación al extraordinario valle del Gállego, cuya morfología delata que en tiempos pretéritos albergó un descomunal glaciar que partía de las más altas cumbres y cuya lengua llegaba hasta las puertas de Sabiñánigo. No muy distinto, aunque de mucho menor tamaño es este valle de Sobremonte, que el barranco de Aso ha sabido labrar, depositando sus sedimentos a lo largo de milenios en su fondo, formando grandes terrazas aprovechadas para cultivo. 


Burrambalo, desde Facera

Llegando al Burrambalo
            Pero a lo nuestro, que queda mucho tajo. Con un panorama como en pocos sitios se contempla durante tanto tiempo, volvemos sobre nuestros pasos hasta el Facera, y de ahí al Burrambalo, aparente techo de la sierra de Limes, pero como decimos, solo aparente. Los más de 100 metros de desnivel se superan a pecho en un reglamentario cuarto de hora. La llegada a esta roma cumbre se ve amenizada por una cabaña de cabras, compuesta por una treintena de animales que al pronto de vernos se nos echan encima como si fuéramos los repartidores de sal. Algo de cacho pillan, aunque no hay para todas, claro. Es sorprendente el que no hayamos visto fauna salvaje alguna, al menos terrestre. Tan sorprendente como ver este rebaño doméstico a juzgar por las esquilas.

Quien no llora no mama

Uno de los corredores
            Seguimos cresteando por toda la divisoria, subiendo y bajando cotas sin nombre, pero que ahí están. Vamos sobrepasando ya la cabaña de Furcunfiecho, que da refugio a pastores y caminantes, allá abajo, en el fondo del ancho barranco. Pasamos por otra de estas cotas, ésta con nombre, Sarrataclau, ¿se podría traducir como“llave de la sierra”? Bueno, nos gusta sacarle punta a estas cosas… en alguna acertaremos. Continuamos nuestra andadura a lomos de esta sierra que cierra por el norte el Sobremonte, que desde que la comenzamos veíamos lejanas unas peñas que nos venían haciendo señales como de buena acogida. Nos vamos acercando sin remisión. Primero son las Peñas de Aso de abrupto asome sobre Merdacero, y de algo menos en nuestro camino, lo que aprovechamos para rendirles cuentas. A continuación, Petruso.


Plan de Usabas

De peregrinaje por Limes
            Vamos siguiendo la dirección del barranco, a mucha mayor altura, claro, y éste va llegando a su fin, como nuestra loma. Nos vamos acercando al Plan de Usabas, con su refugio, hasta donde llega la pista. Por nuestra parte seguimos por unas cimas menores hasta alcanzar el Petruso que, con sus 2198 metros de altitud, ahora sí, estamos en la cota máxima de esta sierra. Unos peñascos que superan a los de Aso, que no muestran vértigo al asomarse sobre Usabas, y que para alcanzarlos hemos de meter el 4x4. Aunque del todo escorada al oeste, es la joya de la corona, y merece la pena detenernos en ella para alimentarnos de todo nuestro entorno, también para echar un bocado. La cercanía de la Partacua le confiere una majestuosidad inusitada, nunca un patio trasero tuvo tanta belleza, posiblemente esté sin terminar de hacer, en cuyo caso solo va a hacer que incrementar su carácter, su vis salvaje. Realmente cautivadora.

La imagen no hace justicia

En el Burrambalo
            Bajamos de este risco de apropiado nombre para prolongar nuestros pasos en busca del vértice del ángulo que forma esta sierra, a punto ya de dejarla atrás, con la de Icún, que güega con las tierras de Acumuer, mucho más suaves, más domesticadas, aunque cada vez menos. ¡Cuánta belleza dejamos atrás!, el balcón de esta sierra sobre la Partacua, no nos cansamos de repetirlo, es algo auténticamente espectacular, las tres horas que nos ha durado su cabalgadura han sido un verdadero placer para los cinco sentidos, teniendo que acudir a algún otro más.

Sierra de Icún

Subiendo a la Punta d'Icún
            Toca bajar. Enfilando ya la sierra de Icún, y con todo el dominio del Sobremonte bajo nuestros pies, vamos bajando hacia el cuello de Petruso, para subir a su punto más alto, la Punta d'Icún o Cerro de las Canales, de 2141 metros. Hasta unos metros más abajo llega una pista ganadera trazada por todo el lomo, una pista que vamos siguiendo, y a la que en cincuenta minutos se incorpora el GR 15, en el tramo que une Acumuer con Aso. Seguimos abrazados a los dos, loma y GR, unas decenas de metros, hasta que al llegar al collado de Estachoplano, dejamos que la pista siga su camino hacia los Lucas, y nosotros seguimos con las marcas rojiblancas que decididamente bajan perdiendo altura hacia el bosque.

Tierras de Acumuer, con la Peña Oroel al fondo

El GR 15 desciendo hacia el valle
            A los veinte minutos pasamos junto a un abrevadero que ofrece agua fresca, y se lo aceptamos. Otros veinte minutos más y alcanzamos el barranco de Aso, que vertebra este singular valle. Ya por pista continuamos el descenso, pasando al poco por el arranque del sendero que sube al refugio de Juan de Freda, cuyo nombre lo veíamos claro, y el apellido ya relacionábamos con el término “fría”, pero que solo acertábamos la mitad, porque el amigo José Miguel Navarro posteriormente nos arrojaba luz al respecto diciendo que “Juan de”, no es el nombre de nadie, sino una derivación de “Fuende”, de modo que ya está claro: Juan de Freda, es “Fuente fría”. También nos ponía orden con los nombres de los montes que, como en algún otro lugar, los mapas arrojan más confusión que claridad. Siempre aprendiendo, con gente así da gusto.
 
Fuente de San Juan
Cajicos ejemplares
             Ya nos vamos aproximando a Aso, capital del valle y rodeada de fértiles campos de fosforescente verdor. Y hacia dicha localidad se dirige el GR 15, que nosotros seguimos por la pista, que en media hora desde el cruce del barranco nos ofrece la entrada a un sendero a mano izquierda y que nos lleva durante diez deliciosos minutos, amenizados por enormes cajicos,  a una pista, que ya no abandonaremos hasta la salida a la carretera local de Betés, no sin antes pasar por la ermita de Santa Orosia, recientemente restaurada.

Ermita de Santa Orosia y su esparcimiento

Llegando a Betés
            Y poco más. Doscientos metros escasos hasta Betés de Sobremonte, donde habíamos iniciado la ruta 7h 30’ antes, tiempo del que algo más de 5 horas y media han sido en movimiento, para recorrer poco más de 19 km, y salvar un desnivel acumulado cercano a los 1500 metros D+/-, en una extraordinaria jornada de montaña, y no solo en lo meteorológico, que también, en muy buena compañía y en un entorno espectacular, habiendo sido conquistados por 8 renombradas cumbres y otras tantas anónimas. Y no podíamos haber terminado mejor este pastel más que con su guinda, y que no es otra que haber podido saludar a Enrique Satué por la tarde, después de haberlo tenido en mente por la mañana al haber andado por los pagos de Cabalero, un pastor del Pirineo.


Las fotos y el track

2 comentarios:

  1. Tus relatos montañeros, tienen el inmenso valor de hacerte transitar de nuevo por lo ya vivido, aportando datos e información que lo enriquecen. Todo un regalo. Gracias

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