AQUERAS MONTAÑAS
Punta Escaleretas (3027 m)
Monte Perdido (3348 m)
Domingo, 23 de septiembre de 2018
La Sección de Montaña del CP
Mayencos de Jaca es una fuente inagotable de satisfacciones. Si se piensa en un
grupo de 16 personas para ascender al Monte Perdido, tercera cumbre pirenaica,
a priori puede parecer un despropósito, y si se hace por la inusual ruta de la
Punta Escaleretas, un auténtico inconveniente y totalmente desaconsejado, ya
que tienta el límite de lo razonable rayando en el terreno del riesgo. Pero si
se piensa que todos los componentes de ese numeroso grupo tienen nivel sobrado
para hacerlo…y se hace, se convierte en una locura pero de disfrute máximo,
sintiendo un verdadero respeto por la montaña y sus dificultades, acariciando
cada rugosidad de la roca para progresar por esos murallones que se interponen
en el camino, estando pendientes unos de otros para que prevalezca siempre,
siempre, el grupo por encima de las individualidades. Una extraordinaria jornada
de pura Alta Montaña en definitiva, pasada entre amigos, muchos de ellos
compañeros en otras lides semejantes. Gracias a todos ellos, hoy podemos tener
un recuerdo emocionado al escribir estas palabras, que nunca harán justicia a
lo vivido durante diez horas por aqueras montañas. Benditas montañas.
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El alba extiende su mando por tierras de Sobrarbe |
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Las Tres Sorores a la espera del baño de luz |
Estaba acostumbrada a parir, lo
hacía desde hace… bueno, nadie sabe cuánto tiempo, pero ahora iba a ser algo
especial, y ella lo sabía, de hecho a mitad de esa celeste preñez ocurriría lo
inusual, concibió en Virgo y parió en Libra. Sí, el día se acostó en verano y la
noche lo iba a convertir en la estación que le sigue. La noche. La noche, esa
que pare los días, en esta ocasión mucho más elaborado para ofrecernos un
amanecer especial, el primero de otoño, que con la calidez de la estación nos
sorprendía extendiendo su manto sobre las tierras de Peña Montañesa, tierras de
Sestrales, tierras de Sobrarbe en definitiva, mientras un buen puñado de
personas dispuestas a disfrutar de esa jornada que prometía íbamos encajonados
en un bus dirección a Sierracils, casi en el límite oriental de la Sierra de
las Cutas, que altivas cierran el Cañón de Ordesa por el sur.
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Listos para la faena |
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Cola de Caballo a medio gas |
Un cuarto para las ocho, y ese
alba que con pasión asoma por levante se va desvaneciendo al propio tiempo que
dieciocho mayencos se desperezan, como el día, y se disponen a acarrear sus
pertrechos con el noble objetivo a la vista. Noble objetivo, sí, porque no se
esconde, desde el principio muestra sus cartas… sus empinadas cartas, que una a
una hay que ir acariciando, hay que ir ganando, hay que ir superando. Qué vamos
a decir del Monte Perdido y del macizo donde reina desde hace eones de tiempo,
que no se haya dicho ya, y con total seguridad que de mejor pluma que la
presente. Qué vamos a decir, de una montaña sostenida por leyendas y
realidades, puesta en el punto de mira de los precursores pirenaicos anteriores
a la declaración del Parque Nacional de Ordesa, hace ahora cien años, y germen
del actual Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido desde su ampliación en
1982.
Qué vamos a decir…
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Camino a Góriz |
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Las sierras Custodia y de las Cutas cierran al sur Ordesa |
Pues lo que con torpeza vamos a
decir es la emoción, son las sensaciones que se generan a nuestro paso por
estas tierras que casi vuelan, y que desde un elevado punto sobre el valle, no
en vano estamos ya a 2180 metros de altitud, nos disponemos a dejarnos
conquistar por él a través del “telonero”, la Punta Escaleretas, que lo
precede, pero que visualmente está engullido por el gigante. Un pico éste, no
emancipado de la familia, y que si lo hiciera sus más de tres mil metros
brillarían con luz propia, una luz opacada por el padre, por la madre de estas
Treserols. Mientras no salga de casa se trata de un pico, segundón, humilde,
pero bravo, que impone sus condiciones. Y hacia ellos nos dirigimos.
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Llegando al refugio de Góriz |
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Mural informativo del GR 11 a su paso por Góriz |
Una campa de fina tasca nos
acompaña hasta un punto elevado sobre un mirador de Sierracils que invierno y
verano domina todo el valle, y es la que soporta nuestros primeros pasos y nos
introduce en un estrecho sendero que, con la vista puesta en ese enorme y a la
vez delicado macizo de Monte Perdido, que le sobra para dar juego a cinco
valles, el de Ordesa, Añisclo, Escuáin, Pineta y el francés de Gavarnie. El
primero de ellos comienza en el circo de Soaso, regado por una hoy incipiente
Cola de Caballo, que se hace eco de la falta de lluvias en las últimas semanas.
Han sido un verano y primavera muy generosos en aguas, pero no se puede vivir
de las rentas siempre. Ahora el monte se ve seco, la ávida caliza se muestra
hospitalaria y deseosa de las primeras precipitaciones de otoño, que ni están
ni se las espera en las próximas semanas.
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Saliendo del ámbito del refugio |
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Vista hacia Añisclo y Peña Montañesa |
Nos vamos metiendo ya en fila de
a uno, como decimos, porque no da más de sí, descubriendo a nuestra izquierda a
cada paso unos vertiginosos barrancos por los que, cuando la montaña no las
quiere para sí, bajan apresuradas las aguas hacia el profundo cauce del Arazas.
Esta sierra de las Cutas, por donde discurrimos termina en Cuello Gordo, al
cabo del cual comienza la sierra Custodia hasta su punto álgido homónimo, que
se deja caer al collado de Arrablo, atravesado por ese GR 11, verdadera columna
vertebral del Pirineo desde que callado nace en un mar y también callado muere
en otro.
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Comienza la fiesta |
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Recuperando fuerzas en el collado |
Seguimos más o menos por la curva
de nivel hasta el refugio de Góriz, rancio, añejo, eterno en su nostalgia, que
se esfuerza por agradar y no sé si siempre lo consigue, eterno también en su
restauración, en su modernización, en su ampliación. El refugio más importante
del Pirineo Aragonés, necesita ese último impulso para entrar en el siglo XXI. Bueno,
tras algo más de hora y media, ahí lo dejamos en sus reflexiones, que no se
alejan mucho de las nuestras, y tomamos el empinado camino para entrar en el circo de
Góriz, y a continuación llegar al desvío donde se nos abre la circular de hoy. En
cuarenta minutos desde el refugio alcanzamos el arranque de una ancha, corta, pero
empinada pedrera que en un cuarto de hora nos sitúa ya en la base de esta
nuestra primera montaña, la Punta Escaleretas, y lo hace ya poniendo alto el
nivel, de entrada hay que dar uso ya a las manos para superar el primer resalte
de la jornada, al que le sucederá otro, intercalado por un tramo de empinada
pedrera.
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En plena faena |
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Superando resaltes |
Tres cuartos de hora desde el
collado entre unas cosas y otras, y llegamos ya al extremo occidental del
cordal de nuestro primer gran hito. Un impresionante asome sobre el circo de
Góriz, presidido por los gigantes Cilindro de Marboré y Monte Perdido, que
rivalizan por llenar el espacio visual, eternos componentes de esas
“Treserols”, junto con el Soum de Ramond, aunque solo aparentemente, porque en
el fondo su condición de vecindad no ha impedido el que siempre se hayan
llevado bien. Recorremos el breve cordal hasta llegar al punto más alto, a esta
cima de la Punta Escaleretas, que nos conquista a los dieciséis, que flamantes
posamos con la enseña del club.
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En la Punta Escaleretas |
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Cilindro de Marboré y Monte Perdido. La magia de la montaña |
Once y media de la mañana. Desde
aquí podemos lanzar visualmente una proyección sobre lo que nos queda por
delante… y por arriba, aunque hay que comenzar bajando a una vaguada que media
entre éste y el arranque del siguiente, que lo hace con una de las dos paredes
a superar. El descenso se realiza por el extremo opuesto. Es corto pero
delicado, es muy pendiente y hay gravilla suelta sobre base de roca, que lo
hace muy inestable. Una vez abajo hay que dar comienzo a otro tramo de subida
por sinuoso sendero hasta alcanzar la base de esa pared, apenas veinte minutos
que, ayudados de las manos, superamos para continuar por otro de esos tramos
que pone a prueba la paciencia y la resistencia, hasta que en otro cuarto de
hora nos situamos en la base del último, una abierta chimenea provista de una
cuerda con nudos para ayudarse en la trepada, y que como no nos fiamos mucho de
ella, optamos por empotrarnos todo lo posible en el diedro para ir progresando.
Aunque no lo consigue del todo no se le puede discutir su vocación de
verticalidad.
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El Tobacor, dominando el comienzo de Ordesa |
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Superando la última "escalereta" |
Solo restan ya los últimos veinte
minutos para culminar nuestro ascenso, veinte minutos que, para que no se nos
olvide el oficio, discurren por empinado y sinuoso sendero hasta la mismísima cima
del Monte Perdido, custodiada por vértice geodésico y un reciente San Jorge de
forja con su buzón de cumbre. Atrás quedaron los esfuerzos, atrás quedaron los
jadeos, atrás quedaron las dificultades, atrás se quedó ese “venga que ya estamos”, porque sí, ya
estamos. Ya estamos en el tercer techo de los Pirineos. Alrededor, solo dos
cumbres principales, Aneto y Posets, están por encima de nosotros a cientos de
kilómetros de aquí. Difícil de transmitir lo que desde aquí se ve y se siente.
Ya sabemos que es manido, pero es así, trescientos sesenta grados de puro
placer visual. Montañas amigas, conocidas muchas de ellas, y pateadas algunas,
se despliegan ante nuestra mirada escrutadora desde donde siempre estuvieron.
¿Pensarán lo mismo de nosotros?, es algo que nos preguntamos mientras pasamos
lista. Sería prolijo enumerar las montañas, los valles, los ibones, que tenemos
alrededor, tanto a nuestros pies como a media distancia, como en la lejanía, y
no lo vamos a hacer, entre otras cosas porque, al igual que los humanos, no son
protagonistas en la elección de sus nombres.
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Brecha de Tucarroya, que da paso al circo d'Estaubé. Ibón de Marboré |
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Valle de Pineta |
Tan solo tres cuartos de hora de
cumbre compensan con creces las casi cinco horas para llegar hasta aquí, por lo
que seguro habrá quien piense que este oficio es muy poco productivo, tan
seguro como que no habrán subido a muchas montañas. Es un chute inenarrable. No
hay nada más grande para el ser humano que sentirse parte de una Creación sin
límites, en un Templo sin límites, en una Comunión sin límites. Sentirse parte
del paisaje, sentirse uno con el paisaje, llegar a formar parte de este
escenario sin fin, es un verdadero privilegio al alcance de pocas personas. Es
algo que nos llena de reconocimiento, de agradecimiento… también sin límites.
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Lalarri, la Munia, la Estiva... |
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Cilindro de Marboré y lago Helado del Perdido |
Bueno, pues no solo hay que bajar
del limbo, también de esta descomunal montaña. No vamos muy sobrados de tiempo,
y el descenso es largo y duro. Lo haremos por la ruta normal, comenzando por
bajar a la ante cima, que nos da asome a la cara norte, con su agónico glaciar
que el cambio climático se ha encargado ya de dividir. En ocasiones
contemplamos estas joyas geológicas, vestigios de una era glacial cuyos últimos
reductos se conservan en las caras norte de las altas montañas pirenaicas, y lo
hacemos para darles ánimos para que resistan, pero otras… otras nos produce tal
profunda tristeza que tememos contagiarla y sumarla ya a su lacónica
existencia. En esta ocasión hemos optado por esto último, soslayando el paso por
esta plataforma para comenzar el siempre tedioso descenso por una descompuesta
glera que soporta miles de pateos cada temporada.
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Garganta de Escuáin y Cañón de Añisclo |
En cuarenta minutos alcanzamos el
lago Helado del Perdido, una lágrima del seco lagrimal de este pequeño circo
que forma el Cilindro de Marboré con el Perdido. Unos minutos de contemplación
y asueto y reemprendemos el descenso por este mundo calizo, reseco, austero,
mundo calizo, que puede presumir de su condición de mayor altura de Europa.
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Llegando al lago Helado |
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Profundo mirar... como el ibón |
Una hora, que se hace larga, de árido
descenso por entre grandes bolos, media para pasar por el desvío que hemos
tomado esta mañana para el Escaleretas, cerrando así la circular en poco más de
cinco horas. Sólo resta ya salir de este imponente circo, dar vista ya al
refugio y alcanzarlo en la siguiente media hora. Unos minutillos de afloje y a
ponernos sobre la senda que de vuelta nos conduce al punto de partida por las
faldas de esa sierra Custodia primero, hasta Cuello Gordo, y parte de la de las
Cutas después, hasta Sierracils y sus ojos sobre este espectacular cañón que
forma el Arazas.
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Saliendo de la Ciudad de Piedra |
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Ovejas en Sierracils |
Pero no querría pasar por alto el
compartir la enorme sorpresa y satisfacción al contemplar cientos de cabezas de
ganado ovino, esa especie brutalmente mermada y hoy en día en peligro de
extinción, esa ganadería extensiva que renueva nuestros pastos, que modela
nuestras montañas, que forma parte de nuestros paisajes, y que se va con
nuestro paisanaje autóctono. Concluimos pues, una extraordinaria jornada de la
más pura Alta Montaña pirenaica con un buen puñado de amigos, sustanciada en 10
horas de tiempo total, del que 6h 50’ han sido en movimiento, invertido en esta
espectacular vuelta cercana a los 21 km, con más de 1700 metros de desnivel acumulado
+/-. Un verdadero placer.
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