domingo, 26 de agosto de 2018

La Munia, con el alma partida

AQUERAS MONTAÑAS
La Munia (3132 m) 
Sábado 25 de agosto de 2018



            Con el alma partida, sí. Pero no solo su alma, también todo su cuerpo, al menos desde el collado. La Munia es uno de esos montes nada fácil lo alcances por donde lo alcances. Es uno de esos montes que antes de subirlo, solo de oírlo o de nombrarlo provoca un cosquilleo atrás, en la nuca, cosquilleo que ni mucho menos no se va ahora, después de haberlo catado. Es uno de esos montes rudos, toscos, también hoscos, roto, muy roto, pero bello, muy bello, salvaje, muy salvaje, que se sabe la joya de la corona, de una corona que de puro grande que es abarca los circos de la Munia y Barrosa al sur, y el de Troumouse al norte. Es uno de esos montes que se sabe también imprescindible, en el que hay que gatear, de hecho tiene un paso que se ha hecho famoso con ese nombre. Es uno de esos montes, que extiende sus bilingües faldas a ambas vertientes, y que soberbio se alza por encima de su entorno. Es uno de esos montes. Sí… de los grandes.

Saliendo de Petramula

Refugio de Pineta
            Y a él vamos once mayencos, Guillaume, María, Elena, Luis, Rafa, Carlos, otro Carlos, Paco, otro Paco, Miguel y el que suscribe. El refugio de Pineta es el punto de encuentro la víspera para avituallarnos con buena cena, acorde con la buena acogida que siempre nos dispensan. Una luna casi pletórica nos da las buenas noches. La dejamos que vaya a dar lección a otra parte, y nosotros al catre, a descansar para una nueva jornada de montaña… de la buena.


Campos y bordas, testigos de un pasado
Señalización del STA GR 11
            Y a ella vamos, para lo que tenemos que cambiar de valle. Con la credencial adquirida en Bielsa, nos trasladamos con los vehículos al de Chisagüés, único enclave de este valle del río Real, y que lucha por sobrevivir en un entorno privilegiado, a unos dos kilómetros de Parzán, en la A-138. Bien, hasta Chisagüés llega una sinuosa carretera asfaltada, que se convierte en pista forestal para ir adentrándose poco a poco en este singular valle, que aún conserva viejas bordas con sus terrenos anejos, sustento de aquellas gentes en aquellos años. Una pista ésta de Ruego en entredicho estas últimas décadas al proyectarse una estación de esquí alpino, carente de ellas esta comarca de Sobrarbe.

El ojo de la mañana nos sorprende en el arranque

En el collado de las Puertas, con el objetivo a la vista
            A unos cinco kilómetros de Chisagüés está la borda Bruned, donde han de quedarse los vehículos que no son TT. Finalmente llegamos a la plana de Petramula, donde al filo de las ocho de la mañana comienza nuestra andadura. Del collado del mismo nombre viene, o va, según se mire, el GR 11, que recorre todo este valle. Nosotros nos dirigimos por uno de los barrancos que conforman en este lugar el río Real. Creo que es el del Clot de los Gabachos, porque no se ponen todos los mapas de acuerdo. Bueno, es lo de menos. Lo que importa es resaltar que una empinada cuesta sube el sendero hasta encajonarnos en lo que parece el desagüe del ibón, pero que no lo es, ya que va a regar los llanos de Lalarri. Es el collado llamado de las Puertas, bajo el pico del mismo nombre. Casi hora y media hasta aquí.

El pico de las Puertas y su doble etérico

Salvando uno de los neveros por la rimaya
            Entramos en la cuenca de estos bellos ibones que, con una clara vocación de aportar paz y tranquilidad al entorno y a los transeúntes, nos ven pasar reflejados en sus mansas aguas. El tránsito junto al primero de ellos pacifica un poco la pendiente, que pronto se empina de nuevo en busca del collado de la Munia, que alcanzamos al cabo de otra hora más, por unas rampas que se miden con el resuello. Si el de abajo era el de las Puertas, éste es de la ventana. Una ventana a uno de los mayores circos del Pirineo, el francés de Troumouse, incluido en el Parque Nacional de los Pirineos del país vecino. A más de 2800 metros, es realmente espectacular la vista que se nos abre.

Circo de Troumouse

Paso del Gato
            Mucho espacio. Mucho aire para tomar. Falta hace. Iniciamos la trepada por la cresta que, bien por cálida solana, bien por el más fresco paco, nos va subiendo, gateando la mayor parte del tiempo, hasta topar en media hora con ese paso del Gato, precisamente, una placa inclinada con dos fisuras verticales, a elegir por cuál superarla; y es precisamente la peor visualmente la más conveniente, la de la derecha. Seguimos por la rota roca. Otra media hora más de gateo, superando pequeñas chimeneas, inestables plataformas, disimuladas fajas, todo ello en un gran ambiente de alta montaña, con grandes patios. La precaria cruz de cumbre se abre paso en el horizonte. Ya llegamos. Un cómodo plató nos alberga. Estamos en lo alto de esta montaña, a 3132 metros de altitud, máxima cota del espectacular cordal que forman los espaldados circos de Barrosa y la Munia a un lado, y el de Troumouse al otro. Tres horas y tres cuartos de una incesante subida apenas sin cuartel, desde nuestra salida de Petramula, bien merecen una reposada y sosegada estancia, para ver lo que ella ve y sentir lo que ella siente, que es mucho y muy bello.

Las Tres Marías, Suca, collado de Añisclo, Punta de las Olas,
Soum de Ramon, Perdido, Cilindro...

Cumbre de la Munia
            Lo que más llama la atención es la gran muralla sobre la que a lo largo de milenios se ha formado el valle glacial de Pineta, y que la cierra a poniente, desde Montinier, a la entrada del valle, pasando por el portillón de Tella, la sierra de las Sucas, con las Tres Marías, las Zucas Plana, Roncha y Panchuda, y la propia Suca, o pico Inferior de Añisclo. Collado del mismo nombre, que remonta el vuelo hacia los grandes, Punta de las Olas, pico Añisclo, Monte Perdido, con su lacónico glaciar, Cilindro de Marboré, y el resto de cordal que se aleja en busca de ese otro maravilloso circo que es el de Gavarnie.

La Robiñera, que se aúpa para llegar a los 3001 m.

Valle y circo de Barrosa
            Solazándose al sur tenemos dos valles, cuyos circos sostienen esta montaña, el de Barrosa y el de la Munia, con el propio río Barrosa y Real, respectivamente, tributario este último del primero, hasta que sus aguas vierten al Cinca en Bielsa, constituyendo, junto con el Ara, que se le rinde en Aínsa, los dos ejes vertebradores de este territorio que es el Sobrarbe. Y al norte, el mencionado y enorme circo glacial también, de Troumouse, que da nombre a otro de los picos de este espectacular cordal. Nuestra retina es incapaz de abarcar tantísima belleza. Si los momentos de cima son inenarrables, cuando se trata de una montaña de estas características, no encontramos epítetos. Estamos en el reino de los sentidos, en el reino de las sensaciones, en el reino de las emociones. Se dice que en lo alto de una montaña se encuentra uno a sí mismo… y añadimos que también nos vemos reflejados en ella, en todas ellas, en sus altas cumbres, en sus profundos valles, en sus ibones, en el cielo, en las nubes, en el aire puro… y sobre todo en la gente que te acompaña. El estar en una codiciada cumbre como ésta solo tiene una pega… que hay que abandonarla.

La Robiñera, ibones de la Munia, pico de las Puertas y de Chinipro
y como telón de fondo la sierra de las Sucas y el collado de Añisclo

Momentos delicados del destrepe
            Es ésta una dura montaña que, a pesar de estar deseosa de verte pone el listón alto, impone sus condiciones, sus duras condiciones, más duras todavía cuando acometes el descenso, porque si trabajoso ha sido el ascenso mucho más lo es destrepar todo ello. Media hora más para bajar que para subir los 300 metros de desnivel desde el collado. Toda una ceremonia de precisión paso a paso por un terreno roto y con mucho patio que amenizaba el tránsito. Adrenalina pura, aliviada bajando con el uso de cuerda para un par de pasos, el del Gato y el que está encima.
El Monte Perdido y su glaciar

En el collado
            Tranquilos ya llegados al collado, echamos un bocado y emprendemos una rápida bajada a la cuenca con esos dos ojos de mirar profundo, que alcanzamos en media hora. Y poco más. Continuar desandando lo andado, llegando a Petramula al cabo de 7h 50’ de tiempo total, del que 4 horas han sido en movimiento, recorriendo en torno a 12 km y unos 1300 metros de desnivel acumulado D+/-, culminando así una extraordinaria jornada de alta montaña, en muy buen entorno y con muy buenos compañeros de viaje.  


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4 comentarios:

  1. Casualmente era ésta la subida que tenía en la lista para, con ella, terminar las realizadas durante las vacaciones de verano. Lamentablemente se quedó en la lista, ya que no tuve ocasión de realizarla. Será de las primeras para la próxima tanda.

    Enhorabuena por ella, ya que es tal como la describes, una montaña serena y altiva, algo a desmano, y que requiere algo más que andar.

    Salud y Montaña desde mi rincón en "zancadas ligeras"

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  2. Hola Chema.

    Dos veranos llevamos detrás de esta cima con el amigo Carmar, pero de momento se nos resiste.

    Leyendo tu entrada ha sido como estar allí.

    Un saludo.

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    1. Gracias, Eduardo. Eso me halaga, pero no me vale... tenéis que ir.

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