jueves, 26 de noviembre de 2015

Punta Espata, una raya en el abismo

IXOS MONS
Punta Espata (2.202 m)
Lunes, 16 de noviembre de 2015


           Inédito grupo humano hoy para hacernos un monte conocido, familiar, amable, pero algo lejano. Con Sara, Eva y Albertico Ciclón, tras tres, no vamos a decir tristes, días de intenso batallar Camino de Santiago arriba y abajo, hacemos más altura subiendo a la Punta Espata, esa punta que se muestra como punta pero que no es punta. Esa punta que nos engaña. Esa punta que conforme te vas acercando te va mostrando su realidad… realidad escondida tras una punta.

Subida a la fuente del Paco
            No son aún las ocho y media de una mañana que no engaña, ésta no. Fresca y serena. Cogemos con manos y pies el camino viejo de la fuente del Paco. Y para los que no sean del terreno, aclararemos que el nombre no le viene de ningún Francisco que así la bautizara, no. Su nombre viene de que por estos pagos, paco es sinónimo de sombra, umbría, cara norte, en definitiva. Sí, paco y solana son dos términos muy usados para determinar por dónde te mueves. Dicho de otra manera, los pacos gustan en verano y las solanas en invierno. Pero hay que estar a todas, y hoy toca meternos por las faldas de la Selva de Villanúa, por su paco.

Fuente del Paco
            El primer tramo es bastante pendiente, hay que tomar altura. En poco está ya el llegar a una anchura del camino, que coincide con la calma de la pendiente. Delicioso pasear hasta la fuente, a la que se llega en poco más de media hora. Situada junto a un refugio forestal, con el que media la pista, y que de algún apuro nos ha sacado en otro tiempo. A partir de aquí, la pista se vuelve pedregosa, de más incómodo pisar, pero pronto se acaba, porque al confluir con el paso del río, no cambiamos de margen y nos metemos por un sendero que pronto lo cruza para seguir por él, convirtiéndose en trocha por momentos. Duras rampas.

Duras rampas para alcanzar el collado
            En menos de una hora desde la fuente, y tras un conato de llegar ya a la pista, lo hacemos definitivamente en el codo del cubilar. El tímido sol viene a nuestro encuentro, y se lo agradecemos posando ante él echando unas viandas al cuerpo… para que luego digan. Volvemos a la sombra. ¡Qué pereza! Nos dejamos engullir por el barranco, para que con apenas desnivel llegamos al punto donde se toma el sendero para ir subiendo impenitentemente hasta el collado. Media hora de jadeo. Sol otra vez.

Rocas cimeras
            Collado formado entre el Espata y el Bacún, y que nos da vista a la cuenca que de Bucuesa trae las aguas del Aurín, regando las tierras de Acumuer en primer término, y llegando hasta el Gállego cerca de la población homónima con el río. Pero nosotros a lo nuestro, que no es otra cosa que terminar la faena subiendo hasta la cima. Una cima ocupada por unos artilugios de hierro que recuerdan la importancia simbólica de las cumbres, como antenas dirigidas hacia lo más alto, de donde captan todo lo que por ahí transita.

Vida en el camino
            La mañana sigue serena. Salvo nieblas en los fondos de los grandes valles, la visibilidad es total. El macizo de Collarada, indiscutible protagonista del espacio, se alza orgulloso ante nosotros. Abismo por los cuatro costados. Abrazos, bocado, trago, fotos, contemplación… y para abajo, a desandar lo andado, hasta el collado, y luego hasta la pista, que seguimos como una hora hasta dar con el llamado Camino Viejo de Collarada, un sendero que la cruza y que une Villanúa con la Trapa. Lo tomamos, y al cabo de media hora más de transitar por el bosque y de cruzar la pista en varias ocasiones, llegamos al punto de partida a las dos en punto.

            Hemos recorrido 17,1 km, en 5h 40’ de tiempo total, del que 4h 20’ ha sido en movimiento, para hacer en torno a 1.300 metros de D+. Una mañana diez, que seguro, seguro, es de las últimas de este tiempo despistado… Otras vendrán.





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