domingo, 27 de septiembre de 2015

Balaitús, el rey del abismo

AQUERAS MONTAÑAS
El Balaitús (3146 m)
Sábado, 26 de septiembre de 2015



            Mientras que las partes bajas de las montañas están entretenidas en sus mutaciones cromáticas varias, por las altas también va habiendo ya transformaciones, tímidas pero contundentes transformaciones, que se repliegan en sus cuarteles, y que no se nos muestran con toda su crudeza hasta que no estamos delante de ellas, encima de ellas, peligrosamente encima de ellas. La vuelta de agua de días pasados, la altitud y las temperaturas han hecho que sea de nieve, y las despejadas noches han helado su faz, que fundida con la roca han hecho arriesgado el tránsito por esa Gran Diagonal por la que ansiábamos llegar a la mayor cota de este monte, de este altivo y roto monte. Saber, querer y poder, atributos que corresponden a los dominios del pensamiento, del sentimiento y de la voluntad. Querer, hemos querido; saber, se le supone; y poder… ahí ha estado el quid de la questión.


            El bilingüe Balaitús, o menos conocido como Pico Moros, es el punto más alto de un gran macizo, tan grande es que presume de albergar los primeros tresmiles que te encuentras viniendo de poniente. Un macizo tosco, áspero, altivo, hostil, pero que como uno más de esta gran familia pirenaica hay que visitar, querer y acariciar. Hay que ganárselo. Y eso es lo que nos hemos propuesto nueve mayencos, nueve, que lo hemos sacado del programa de la Sección de Montaña para hacerlo vida, para palparlo, para sentirlo, para ponerlo a nuestros pies. Y así ha sido, pero no del todo. Vamos a verlo.
  
Llegando a los ibones ya asoma desafiante la silueta del objetivo
            Cinco y media de la mañana. Calles recién puestas y partimos de Jaca camino de la Sarra, desde donde damos comienzo, con el tercer ojo encendido, a esta larga y exigente salida. El camino que emprendemos es archi conocido. Pronto coqueteamos con las sombras, pocas luces, del bosque, y su magia. En poco más de una hora, habiendo dejado atrás el desvío para el Ministirio y el de los picos de Arriel, abandonamos también el GR 11 para, acompañados ya por buena luz de una mañana que promete, nos vamos metiendo de lleno en el embudo que desagua las esencias de los ibones de Arriel. Unos ibones que habitan en una extraordinaria cuenca, donde se van alimentando unos de otros, donde se van cuidando unos de otros, donde están pendientes unos de otros, y que van soltando sus precipitadas aguas en busca de la tierra llana, a través del Aguas Limpias primero y del Gállego después.


Desagüe del Arriel Superior
            Esta amplia cuenca está cerrada por emblemáticos macizos, como son los Arrieles, el Palas y Balaitús, con sus Frondiellas. El sendero juguetea con el curso de agua del ibón Inferior a la pequeña pleta que tiene a sus pies, pero es al pasar frente al desagüe del Superior cuando se deja ganar. Ese bronco desagüe desparrama sus aguas por doquier, debiendo buscar buenos pasos para burlarlo. Poco más de tres horas hasta aquí. Antes de comenzar otro tramo de dura subida, echamos un bocado, sin parar de admirar estos montes que imponen lo suyo, que te miran por encima del hombro, pero que conforme vas tomando altura se les van bajando ya los humos. Así es siempre, no se trata de vencer, sino de convencer, y sólo se hace con esfuerzo y paciencia. Es así para todos los seres.


Primer tramo de la Gran Diagonal
            En media hora corta más, superamos la pechugada para alcanzar el ibón Chelau, que no lo está en su lámina, aunque el color de sus aguas hace honor a su nombre. Otra escasa hora más para llegar al abrigo Michaud, una cabaña de piedras, con la ayuda del entorno, y donde da comienzo una ancha, empinada y rota canal, considerada como el primer tramo ya de la Gran Diagonal, por la que ya provistos de casco vamos subiendo con sumo cuidado por la caída de piedras.

Primeros compases
            De la umbría canal se sale a un espacio soleado, cómodo de subir a pesar de su inclinación. Y en poco ya se llega al segundo tramo de la Gran Diagonal, a la verdadera dificultad. Una estrecha e inclinada repisa que cuelga abiertamente sobre el abismo de la cuenca de los Arrieles. Nos la encontramos con la nieve de estos últimos días, una nieve dura, más bien helada, extremadamente resbaladiza, y por la que hay que ir avanzando buscando con mucha precisión los pequeños resaltes de piedra para apoyar tímidamente nuestros pasos. Querríamos levitar para eludir todo eso, pero ello nos es imposible.

Punto de retorno
            Estamos entremezclados con los componentes de otro grupo con el que hemos ido cruzándonos durante toda la ascensión. La información de dos miembros de otro grupo, sobre el estado de otros tramos más arriba en peor estado, hace que desistamos tanto nosotros como el otro grupo con el que compartíamos ascensión en la estrecha repisa. Al ir el último, comienzamos el descenso en primer lugar, y al llegar a otro de esos puntos críticos y estar provisto de un oportuno parabolt, aseguramos la maniobra con un mosquetón y colocamos una cuerda a modo de pasamanos, facilitando de algún modo el tránsito. Una hora hemos estado en este frío y húmedo lugar, algo que al salir de él agradecemos. Una vez liberados de los lugares comprometidos, ya a pleno sol, nos hacemos la foto de cima… al menos, a eso nos sabe. Se nos antoja que pasa justo por aquí la muga con el país vecino.

Bajando hacia los Arrieles
            Así es la montaña, y así hay que aceptarla. No hay más remedio. No hay que tenerle rencor por ello. Hay que asumir humildemente su superioridad, y cuando es que no… es que no. La prioridad siempre es la seguridad, y la verdadera cumbre se consigue llegando a casa. Con sumo cuidado, emprendemos el descenso por la ancha y umbría canal que nos conduce de nuevo al abrigo Michaud, para un poco más abajo detenernos para echar un bocado.



Ibón intermedio
            El regreso lo hacemos por un amplio barranco bajo la atenta mirada de la afilada muralla de Frondiellas. Bajamos a un plató para tomar un sendero de subida siguiendo la línea del roquedo, lo que nos da la oportunidad de ver un ibón intermedio que se nos ha ocultado en el ascenso. El camino que llevamos va a confluir con el que baja de las Frondiellas, y que nos conduce directamente al ibón Inferior de Arriel, donde tras echar otro trago, continuamos por la apacible calzada junto a la orilla. Entre el desagüe de éste y una pequeña pleta que hay debajo, se halla un pequeño espacio de donde parte un camino que se dirige al refugio de Respomuso. Aquí mismo, la presencia de un gran hito invita a posar para otra foto, con el Balaitús como telón de fondo.

            Las amplias vistas sobre el valle del Aguas Limpias señalan la salida de esta espléndida cuenca de los Arrieles. La bajada hasta el GR 11 se hace tediosa pero necesaria, para una vez en él, alcanzar ya la Sarra, punto de inicio de esta larga y dura incursión a una de las montañas más duras de la redolada. Cerca de 19 km han llenado esta jornada montañera, empleando 10h 30’ de tiempo total, del que 6h 30’ han sido en movimiento, para cubrir un desnivel acumulado de cerca de los 1.800 metros. Una jornada, decimos, pletórica en lo meteorológico, también en la compañía. Pletórico de montes circundantes. Pletórico. 







2 comentarios:

  1. querer, queríamos, saber, lo justo y poder elegir, lo hemos hecho honradamente. En estos territorios el bien común se impone, el grupo de montaña se ayuda, se auxilia, se apoya, se comprende y se ciñe al ritmo de todos sus miembros, el objetivo es común de todos y por ello se trabaja y se lucha, se consiga o no ese es el trabajo común y todos lo sabemos porque así nos ha criado la montaña, sin individualidad, sino en solidaridad. Veremos si ese aprendizaje tan básico que te da estar expuesto a la intemperie, a lago muy superior como es la naturaleza, se ha hecho en todas parte de esta intemperie que se llama país, un lugar extraordinariamente grande lleno de multitud de personas que requieren también de los compañeros de cordada.

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    1. Grandes verdades dices. En cuanto al otro solar, no es lo mismo, porque no son los mismos riesgos. Nadie que no se haya asomado al abismo, nadie que no conozca la cara del abismo, conoce la solidaridad. Gracias por tu comentario.

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