lunes, 6 de julio de 2015

De Lacuniacha a Canfranc

IXOS MONS
De Lacuniacha a Canfranc
Domingo, 5 de julio de 2015



            Muchismo rato, que diríamos por aquí. Mucho tuvo que emplear el Escultor de los Orígenes para ir rellenando el espacio tan armoniosamente como lo hizo. Todo tiene su sitio, nada hay fuera de él.  Luego vino el Escultor del Tiempo, quien con sus aguas y vientos, fue cincelando, fue pintando, fue llenando de belleza y color estos enormes gigantes de atormentadas rocas, que nos muestran en sus entrañas esas huellas que los elementos han incrustado en ellas. Nuestro paso por estos lares pretende no restar ni una brizna de yerba, no restar ni un suspiro a su aire, no restar ni una pluma de las invisibles alas de esta tierra que casi vuela. Hoy nos echamos de nuevo al monte con la vocación de acariciarlo y de dejarnos acariciar, de cuidarlo y de dejarnos cuidar, de bendecirlo y de dejarnos bendecir. Hoy nos echamos al monte.



De caricias va el tema
          Toño, Javier, Paco y el que suscribe. Cuatro mayencos, cuatro. No muchos, pero de raza, son los que damos cumplimiento un día más al programa de montaña del club para acometer esta ruta que une valles y atraviesa montañas por alguna de sus entrañas, dando nuestro primer paso en Lacuniacha, muy próximo a Piedrafita de Jaca, en el Valle de Tena, y el último en el Puente de Arriba de Canfranc pueblo, en el Valle del Aragón. Entre uno y otro, han sido miles de ellos los que nos han llevado por lugares de extraordinaria belleza y poco visitados, como la Rinconada de Arbenuso, la cuenca de Bucuesa y la de Ip. A la primera le dan la espalda los macizos de La Partacua y el cierre SE del Circo de Ip, pero lejos de guardarles rencor, les muestra su lámina de agua para verse reflejados. Y qué decir de la segunda, flanqueada por macizos y cordales, picos, puntas y palas, que forman una corona abierta al oeste para dar salida a las aguas contenidas en ese ibón de Ip.

Pletas que refrescan visualmente
            Esta nueva excursión se gestó con la vocación de visitar el ibón de Bucuesa, y hacerlo desde Acumuer, su salida natural. Pero la ambición se apoderó del proyecto, y con respeto, mucho respeto, se despreció por culpa de la tediosa pista entre esta población y el Churrón, donde termina. Sus ocho kilómetros en un valle cerrado y con estas inusuales altas temperaturas, hubieran sido fatales, especialmente al regreso. De modo que elegimos un valle más abierto, pero mucho más, como es el de Tena, y aun recorriendo una distancia superior no dudamos en organizarlo como travesía, consiguiendo igualmente la visita… y mucho más. No son todavía las ocho de la mañana cuando partimos de Lacuniacha con unos cielos cubiertos, raros, incluso algo amenazantes, pero lo que es seguro es que nos harán de sombrilla, al menos mientras duren. Burlamos alguna de las lazadas de la sinuosa pista, entre donde se encuentra, durmiendo entre los matorrales, el dolmen de Las Lastras.



Telera y sus corredores
            Si alguien tiene hipo, y no se encuentra muy lejos de aquí, recomendamos este recorrido bajo las faldas de esta imponente sierra, en la que cada cuenta del rosario se asoma para no perderte de vista. Altivas, serenas, se van sucediendo mostrando sus verticales entrañas, más bellas cuanto más avanzas, como si se reservaran para el esfuerzo. ¡Qué grandes lecciones nos da siempre la montaña! Dejamos atrás el barranco del ibón de Piedrafita, que se ve las caras con esta Plana Alta de Boj y seguimos nuestro deambular por entre estas lomas y vaguadas, que como síncopas del terreno se van alternando en nuestro discurrir.



En progresión por la Canal del Pan
            Tres horas y media, parada bocado incluida, median hasta formar parte del paisaje de la Rinconada de Arbenuso. Dejando atrás la Canal del Ganado, una de las opciones para superar los murallones del circo, nos acercamos ya a la entrada de la del Pan, que nos recibe con sus migajas… por decirlo fino. Unas migajas en forma de empinado e inestable canchal que se nos antojan las petrificadas babas de las fauces que tenemos que asumir nos van a tragar de pleno. Poco a poco, la pendiente se va haciendo mayor, lo que coincide con la aparición de la roca de este desfiladero. Una roca noble, pero que hay que ir tanteando con las cuatro extremidades antes de asirnos a ella. Media hora escasa trepando nos lleva superarla, que sin demasiada dificultad técnica, sí que merece toda nuestra atención. Media hora decimos para auparnos a ese gran plató que alberga en su seno al ibón de Bucuesa, dando el mismo nombre también a uno de los picos que en él se reflejan. De orientación norte sur, este valle que aquí comienza, es surcado por el río Aurín, que se rinde al Gállego en Sabiñánigo, junto a la población con la que comparte nombre, yendo ya humanizado desde Acumuer.


Somolas y Peña Nevera
             Pero eso es aguas abajo, y nosotros vamos aguas arriba. Dejamos atrás los montes más occidentales de esta sierra de La Partacua, para toparnos con otro importante murallón, la trasera del cierre oriental del circo de Ip, donde se asientan Peña Nevera, los Cuchillares, la Pala Alcañiz o pico Bucuesa, el Dedo, adelantado hacia Ip, los Píquez, el Águila y los Campanils. Este circo se cierra al norte por otro paredón, el formado por la Punta Arbenuso y los tres Calcín, con la Forca. Nuestros pies notan a mejor el cambio del paso a la tasca de altura, pero no por mucho tiempo, ya que pronto llegamos a una zona de caos con enormes bolos, preludio de la otra subida de la jornada, la que nos lleva a una debilidad de este último cordal mencionado, abriéndonos la vista a otro circo, al de Balsera, por el que fluyen diversos barrancos que vierten al recién nacido Escarra, que lo hace en otro ibón, el de la Sierra.



El Hombro y la Punta Ezcarra
            La llegada aquí confirma eso de que no nos salían las cuentas, y es que contrariamente a lo que pensábamos, no estamos en el collado definitivo. Tenemos, pues, que rodear la parte alta de este circo a través de un relativo cómodo canchal sin excesiva pendiente, y que alberga todavía algún nevero tardío que no se ha querido perder el compartir espacio y tiempo con los primeros latigazos estivales. Lo que sí nos sorprende es que encontremos marcas rojiblancas de GR, más cerca de ser recientes que de demasiado viejas. Cinco horas y cuarto para llegar, ahora sí, a esa divisoria de grandes cuencas, Gállego y Aragón, que lo es también de las comarcas por ellos regadas como principales caminos de agua. Ahora sí, decimos. Tras pisarles los pies al Bucuesa, Píquez, Águila y Campanils de Ip, nos colamos por entre la brecha que dejan estos últimos y el siguiente que es La Balsera, que se convierte en el Hombro de Ezcarra, continuando hasta la mismísima Punta del mismo nombre. Estamos a 2.540 metros de altitud, y se puede considerar la cumbre de la jornada. Dejamos atrás los espacios tensinos para abordar los del Aragón a través de esta hermosa cuenca de corto nombre, Ip, abierta a ese gran río al que rinde.


Edelweiss, la más bella, la más alpina
             A pesar de lo previsto, no se nos hace incómodo el descenso de estos más de cuatrocientos metros de desnivel hasta la lámina del ibón represado, verdadera obra de ingeniería para sus tiempos. Nos desviamos para cruzar la presa y situarnos en su extremo sur, donde tras un baño integral, aprovechamos para echar otro bocado, sin dejar de contemplar el paso que nos ha servido para este bascular a esta otra cuenca. Y poco más. Dos son las rutas para bajar este barranco, la clásica de la solana y la más reciente del paco, por la que optamos. En menos de una hora nos presentamos en el bosque, y en menos de otra en el puente de arriba de Canfranc, que nos sirve de marco para otro baño en aguas más frías a pesar de estar a más de mil metros por debajo del ibón, y que ya lo estaban.

           
Delicioso bosque
Y ahora sí que sí. Ahora sí que terminamos esta nueva escapada que ha sido mayenca y que ha reunido a los que en esta extraordinaria jornada de montaña se han aliado con estos caminos sin fin, con estas montañas sin fin, con estos momentos que querríamos sin fin. Aunque hay que confesar que en las 9h 30’ ha habido momentos en los que nos ha parecido que no lo tenía. En 6h 15’ en movimiento, y 3h 15’ parados, hemos recorrido los casi 22 km, con unos desniveles acumulados de 1.500 D+ y 1.800 D-, aunque esto último puede no ser muy exacto debido a los rebotes que se pilla el celoso GPS cuando te ve engullido por las gargantas. Una travesía sin grandes dificultades técnicas pero sí exigente en cuanto a la duración de la misma. De cualquier modo, recomendable cien por cien.





El track, en: http://www.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10139155

2 comentarios:

  1. me encanta esa canal del Pan, a ver si puedo aprovechar vuetra traza y me voy en agosto con algún inocente al que le guste el monte

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