lunes, 15 de julio de 2013

Peña Montañesa

AQUERAS MONTAÑAS
Peña Montañesa (2.295 m)
Domingo, 14 de julio de 2013



          Como una de tantas, hemos de comenzar esta crónica diciendo que es una nueva actividad de la Sección de Montaña del CP Mayencos. Actividad que se ofrece de forma gratuita y altruista a sus socios y federados en montaña. Mediado el mes de julio, y con unos calores que se han hecho esperar, pero que han llegado con fuerza, nos lanzamos a tratar de tú a la mayor altura de esta Sierra Ferrera, a poner bajo nuestros pies, con todo el respeto del mundo a la Peña Montañesa, o como la llaman por aquí al Picón d’o Libro, de 2.295 metros.

Arranque de la jornada
            Esta sierra, la Ferrera digo, está enclavada en un lugar muy cercano a la confluencia de los ríos Cinca y Ara, las dos grandes arterias del Sobrarbe. A su solana se mantiene, aunque con apuros, La Fueva, que media con ese embalse donde se enjuagan las lágrimas de toda esa gente que tuvo que salir de sus casas con el agua a la rodilla, que tuvo que abandonar su tierra, sus orígenes y sus recuerdos, porque, como dice La Ronda de Boltaña “… sólo querían agua y electricidad”. La sierra, seguimos con Ferrera, ha sido testigo a lo largo de su vida, bueno, más bien de la nuestra, de cruentas batallas en pos del territorio. La última de ellas, la protagonizada por la Popular 43ª en su heroica resistencia que se hizo imposible a pesar del coraje demostrado por las mermadas tropas republicanas lideradas por Antonio Beltrán “El Esquinazau”.

Ese bosque encantado
            Pero vamos a ver si le arrancamos esos y otros secretos a la montaña. Para ello, salimos de Jaca, Joserra, Cris y Javier, con una pareja de lujo, Carlos y María Jesús, de la casa Peñarroya de toda la vida. Y recogemos a Ástrid en Aínsa, desde donde nos dirigimos a los pies de esta sierra, a la ermita de la Virgen del Pilar, en Oncins, donde al filo de las nueve y cuarto estamos ya prestos para el arranque de esta que esperamos sea una bonita jornada montañera.

      Un sendero emboscado nos permite empezar sin el calor prometido para hoy. Veremos lo que dura. Pues eso, en menos de una hora ya dejamos atrás el arbolado y seguimos el camino entre piedras. Desvío a la izquierda para tomar la Faja del Toro. Se queda para otro día, seguimos por el nuestro, que pronto nos arrima a unos enormes muros calizos, para continuar por un falso llano herboso, con buena tasca para el ganado. Entre erizones seguimos hasta dar vista ya a la vertiente occidental, donde nos aguarda la visión estática de la Peña Montañesa, a donde nos dirigimos.



Por ixos mons
            Grandes cortados de abismo. Pino negro que lucha por sobrevivir, aunque no todos lo han conseguido. Zona muy prominente, y en consecuencia nido de rayos, de lo que dan fe algunos ya chasis retorcidos a los cuatro vientos, con truculentos pasados. Rodeamos por la parte superior un enorme y vertiginoso circo pedregoso, para alcanzar un collado, desde el que tendremos que bajar, y que no es menos vertiginoso.

            Unas pendientes canales nos aúpan a la cima, que abordamos tras más de tres horas de incesante subida. A nuestros pies, El Sobrarbe, cerrado por arriba por ese eje pirenaico coronado por el macizo del Monte Perdido, que lentamente se va deshidratando por Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta. Ese Sobrarbe, abierto por abajo, por donde confluyen sus dos grandes arterias, el Ara y el Cinca, cuyas aguas se amansan en ese enorme pantano de Mediano que tantas y tantas lágrimas enjuaga también.

Tortuoso pasado
            Casi una hora saboreando cumbre, paladeando cumbre, no es suficiente para admirar todos sus miradores. Pero tampoco lo sería un día entero, de modo que hay que ir poniéndose en situación para bajar. Del vértice geodésico sólo queda la plataforma, pero lo que no ha desaparecido es el buzón metálico, a la antigua usanza. Pirámide metálica con un cajón en su base, en el que se pueden depositar tus ilusiones, tus esperanzas, y también tus agradecimientos, a la espera de que la montaña te los devuelva en forma de jornadas como ésta.

          Bajada al collado, y tras haber decidido no regresar por el mismo sitio, y hacerlo dando el rodeo a la peña, tragamos saliva para emprender el vertiginoso descenso por el canchal que da vista a la vertiente norte. Cuarenta minutos de eslalon continuo, que pone a prueba pies y botas, rodillas y paciencia, pero que no nos imaginamos si hubiera que subirlo. Cuarenta minutos, decimos, de inestabilidad permanente, que finalmente nos abocan a un sinuoso y pedregoso sendero, pero más estable, que enseguida nos mete en el bosque, en el que aprovechamos y de qué manera el blando suelo que nos ofrece, y que en media hora más nos deja en la Collada, un paraje a dos aguas al que se llega con rodantes. Breve descanso y seguimos.

Vertiginosas canales
          Ya se va dejando oír la enorme masa de nubes de evolución que se han ido formando a lo largo del día, y que ya se están aliviando por el gran macizo del Perdido. Hay que aligerar. Unas decenas de metros por pista y entramos en el PR-HU 139, que nos llevará por bosque de robles que nos hablan a nuestro paso, hasta Oncins en poco más de dos horas, no sin antes haber hecho una merecida parada en la fuente Canalillo.


Desde la Collada
Visita a la ermita de María Magdalena, de inusual ábside rectangular, y un poco de asfalto, que también existe, hasta los coches. Al final hemos llegado antes que la lluvia, pero no por mucho. Han sido ocho horas y media para recorrer los más de 18 kilómetros, con 1.200 metros de desnivel positivo, y otros tantos de descenso. Una buena jornada de montaña, en la que hemos tenido el placer de tener el Sobrarbe a nuestros pies. Para repetir. Gracias a todos y a todo.


Las fotos, en:

4 comentarios:

  1. Pero es que no paras...

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    1. Bueno... mientras el cuerpo aguante... Gracias, Anónimo.

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  2. qué delicado relato de la ascensión, no le falta de nada, muchas gracias por relatarlo y recoger ese que es ya recuerdo

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    1. Será la gente que tengo al lado, no?, que me inspira... Gracias, Cacatúa.

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