miércoles, 22 de agosto de 2012

I Vuelta Último Bucardo

CARRERAS MONTAÑA
I Vuelta Último Bucardo
Domingo, 19 de agosto de 2012



Supongo que hay varios métodos para saberse uno vivo. Se me ocurre el de explorar los propios límites. Siempre nos ha atraído la primera edición de cualquier carrera a pie, especialmente si es por montaña. Y como desde el primer fin de semana de junio, con la Trans Monegros Trail no habíamos probado suerte, pues eso, que ya tocaba. Sí, nos atraía el que era la primera que organizaban; nos atraía el nombre, Último Bucardo, a que suena bien; nos atraía el pueblo, Linás de Broto; nos atraía el entorno, puerto de Cotefablo; nos atraía el recorrido, mayor cota el Pelopín, con poco más de dos mil metros, mucho tiempo oyendo de él y con ganas de visitarlo; en fin, todo un capricho que no estábamos dispuestos a perdernos.

Llamo el viernes a Olga y no me cuesta mucho, más bien nada, hacerla cómplice de esta ocurrencia. Domingo. Segundo día de esta otra vuelta de sofocante calor que nos achicharra vivos, con subidas de mercurio de 25 grados a las siete de la mañana en Jaca. Ni los más viejos del lugar. A pesar de ello, para allí nos dirigimos. Alea jacta est.

Ocho y cuarto de la mañana, de una mañana que nace entre nubes, que lo mismo alivian el calor, que aportan un grado extra de humedad, y en consecuencia de más y de peor calor. Inscripciones, estiramientos, calentamiento, saludos a los conocidos, Luis Lardiés, Orosia…, y al turrón. Han repartido algo más de cien dorsales, aunque probablemente no se hayan presentado todos.

A punto de dar la salida
Nueve y media de la mañana. A sus puestos, bueno, a nuestros puestos. Vemos a dos voluntarios con una escoba en la mochila. Todo el mundo tiene sus fantasmas particulares, estos son los nuestros de hoy. Por delante, calculamos que cuatro horas de sufrimiento, si no son más, pero en nuestro medio, y de forma voluntaria, que siempre es menos sufrimiento.           

           Echamos la mirada en lontananza al hemiciclo oeste y pocos montes habrá que no vayamos a pisar. Sirena de salida, y con una idea clara, pero que muy clara: el “enemigo” a batir no son los que llevemos delante, para tratar de alcanzarlos; ni los que llevemos detrás, para tratar de que no nos alcancen. No, la lucha no es contra ellos, esta batalla es entre uno mismo y la montaña, entre uno mismo y el desnivel, con la dosificación como árbitro, y con la capacidad de sufrimiento como único aliado para ir superando esas cuestas arriba y abajo que se nos antojan técnicas, muy técnicas.

Se sale de El Llano, donde está situada también la meta, pradera en el barrio alto de Linás. Damos una amplia vuelta para estirar la carrera, ya que enseguida entramos en el camino de Buxosa, luego pista del mismo nombre. Un rompe piernas constante nos lleva a la pista de La Selva, camino de Fragen. De nuevo se empina la senda, para subir por la Selva de Fragen al Serrato de Yosa, donde damos vista ya al patio sur.

Serrato de Yosa, con el Pelopín
No llevamos una hora de carrera y ya tenemos la cota máxima a la vista, el Pelopín (2.007 m), pero… anda que no queda nada, porque hay que volver a bajar, por una estrecha senda por el bosque de Bucona. Un empinado descenso que nos deja de nuevo en la pista de Buxosa, para recorrer algunos metros en contra dirección de esta mañana. Concretamente, nos encontramos con el km 8. Seguimos frescos, y a la espera de lo peor…

Una fuerte cuesta en dirección sur por el Cerro y Punta de Cotatiata (1.520 m), para, a renglón seguido, iniciar el fuerte ascenso al Pelopín, cuyos últimos compases se interpretan en una despiadada y empinadísima rampa de lajas sueltas, con un 30% de desnivel, que nos va dando vista a varias antecimas, entre donde se encuentra el kilómetro 12, y enseguida, la cumbre. Hasta ahora hemos ido con Olga mano a mano muy a gusto, pero el comentario de un voluntario en el control, acerca de su posición hace que se enchufe a la carrera, y a partir de aquí haga la suya propia. A ver, a ver, si caza la perrica.

Cumbre del Pelopín
Son las 11:45, y llevamos dos horas y cuarto de carrera, y contentos, muy contentos de estar ya aquí, en la cota más alta del recorrido, y con más de la mitad de la distancia ya en las piernas. Vamos haciendo alguna foto, y paramos a contemplar el panorama que se abre a nuestra vista, que era uno de los objetivos al llegar aquí. Eso hace que a cada momento vayamos viendo a nuestra compañera más y más alejada. Nos quedamos con el espectáculo, la Sierra de Tendeñera, magnífica, con Sabocos, Tendeñera, Otal… Ordesa, con todo el cordal del Marboré, visitado la semana pasada, Gabietos, Taillon, Brecha, Treserols… Y hacia el sur, a nuestros pies, el Sobrepuerto olvidado, algún día hablaremos de él, se lo merece, con el abandonado pueblo de Otal. Canciás, Oturia… en fin, con toda la calima bailando entre ellos, y aún así bello.

Omnipresente Ordesa
En dirección noroeste se inicia un fuerte descenso por tasca, para subir otra pequeña tachuela, llamada A Fazera, será la última hoy?, y girar en dirección norte para llegarnos hasta el alto del Puerto de Cotefablo, cresta divisoria entre las poblaciones de Linás de Broto y Yésero, desde donde tenemos privilegiada vista hacia el valle de Sorrosal al este, y Tierra de Biescas al oeste.

Pista de Toronzué, y bosque de La Cercosa en el kilómetro 18. Arizones y piedras son nuestros nuevos compañeros de viaje, de un viaje en el que quedan algo más de 4 todavía, y que se hacen altamente asfixiantes entre bojes. La humedad es alta y el calor sofocante. Hay muchas piedras sueltas; en algún tramo, la senda y la barranquera son una misma cosa. Un mal paso nos proporciona una torcedura de tobillo que nos hace ver las estrellas en pleno día, y que nos cuesta un breve parón para recuperar. Pasan varios corredores que traíamos cercanos. Estos cientos, miles de pasos haciendo equilibrios con los pies, mirando, cuidando dónde se pisa, va bien para los tobillos, refuerza los ligamentos, si no te lesionas, claro. Seguimos.

Se viene oyendo la megafonía de meta, y algún claro del bosque ya nos permite ver Linás, por lo que nos parece, incluso, que vamos llegando, pues no, sólo son las ganas, porque el itinerario gira de nuevo hacia el norte, para llegar al puente de Torunzué, donde se vuelve al sur para dirigirnos, ahora ya sí, al pueblo, al que accedemos junto al río, por debajo de la carretera nacional, a través del barrio de La Bajera, la última sorpresa de la jornada, porque todavía hay que superar una fuerte pendiente, más que fuerte nos parece fortísima, en los últimos cien, doscientos metros. Estas últimas decenas de metros son auténticamente demoledoras, el calor sobre el pavimento es abrasador. Pensábamos que veníamos mal, y veníamos mal, pero aún nos queda algo de energía para animar a los que nos han pasado mientras esperábamos la recuperación del tobillo, que nos los topamos subiendo, y que vienen verdaderamente en las últimas.

Sierra de Tendeñera
Finalmente, y con muchas ganas ya, desde luego, llegamos al punto de partida, a El Llano, donde se encuentra la meta, en la que nos reciben voluntarios y público con un fuerte aplauso, que correspondemos con un agónico esprín en los últimos 8 ó 10 metros. Ya. Se acabó. A pesar de todo, no venimos mal de piernas, los bastones han hecho su papel. Pero llegamos deshidratados, y eso cansa mucho, agota. Bien se vale que nos resarcimos en el generoso avituallamiento de meta, pero bien resarcidos, más de líquidos que de sólidos. Bien resarcidos, digo.

Los datos, puesto 56 de 77 llegados, con 3:47:01, y con un desnivel acumulado de 2.600 metros. El extraterrestre del primero hace 2:05:54, poco más de la mitad de tiempo. Y el sufridor del último, en 4:49:07; así es que contento, muy contento, como no puede ser de otra manera, porque el objetivo era no pasar de 4 horas y que el de la escoba no la empleara con nosotros, y los dos se han conseguido. Orosia, cuatro minutos antes; Olga, diez minutos, y por cierto, el tercer puesto en veteranas como recompensa a su esfuerzo; y Luis, diecisiete. Fenomenal.

El balance, como decimos, positivo, muy positivo. Como conclusión, podemos decir que sí, que efectivamente estábamos vivos, que la hemos terminado, pero que por la tarde estábamos muertos. Muertos, pero a gusto, muy a gusto.

Las últimas palabras, para hablar de la organización que, desde luego, se ha volcado con el participante, tanto antes de salir, como después de llegar. También a lo largo de todo el circuito, en el que no han faltado controles de esos que te dan ánimos y confianza. La señalización, también muy bien, cuasi, cuasi de más, que diría aquél. La carrera ha sido exigente, muy exigente, en la que ha habido mucho desgaste físico, y si se ha echado algo en falta ha sido algún avituallamiento más de sólidos, y especialmente, y debido a las altas temperaturas, también de líquidos. Lo decimos de buen rollito, como a plantearse para próximas ediciones. El corredor, bastante tiene con lo que tiene, y es muy gratificante el sentirse en todo momento bien acogido y bien tratado, y en esta primera Vuelta del Último Bucardo, se ha conseguido. Nuestra enhorabuena a todos.




El reportaje completo de fotos, en:

Y si queréis más información, en:

6 comentarios:

  1. Trepidante relato; a seguir explorando límites en más ocasiones...

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    1. Gracias, David. Mientras el cuerpo aguante. Sin duda.

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  2. Ya sabes, el próximo año otra vez, en Linás estaremos esperando para cuando llegueis a la meta aplaudiros de nuevo.
    Gracias por el relato, es estupendo, y por vuestra participación en esta I Vuelta del Ultimo Bucardo, fue un placer poder ofreceros el abituallamiento de llegada. Sin vosotros "corredores infatigables" no hubiese sido posible esta carrera.
    Gracias por participas y hasta la II Vuelta del Ultimo Bucardo.

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