lunes, 4 de junio de 2012

Monegros, al filo de lo inhumano


CARRERAS MONTAÑA
I Trans Montesblancos Trail
Sábado, 2 de junio de 2012


            Es algo completamente irracional. Desde que nos apuntamos lo sabíamos, una prueba en las estepas monegrinas, de 50 km, el 2 de junio, con salida a la 1 de la tarde, desde luego, no es para que nadie pueda decir que ha venido engañado. En la charla previa unos días antes ya nos lo dejaron caer los responsables de la organización. A la pregunta de por qué se había elegido esa hora para salir, la respuesta fue... que para endurecer más la prueba... Y el polígrafo dice... que es cierto!!!

            Salimos de casa con un buen tazón de gazpacho y un platerón de pasta entre pecho y espalda, concentrados, para que hagan mejor efecto.

             Cerca de 40º a la sombra, imaginaos al sol, porque de sombras ni una ni media, son los que nos esperan bajo el arco de salida, pero que nos hacemos el remolón y no acudimos hasta que no nos llaman. Hay que aprovechar la sombra del pabellón hasta el último minuto, hasta el último segundo. La salida se hace más rápido de lo que yo pensaba, pero bueno, no vamos a empezar ya andando, no?, que tiempo habrá...

TMT50 team
            Salimos juntos el mendas, Olga, Xaro y Fran, que se empieza a ir desde el primer momento, quedándome muy bien acompañado con las dos damas. Comienza la juerga por un camino paralelo a la autopista, para pasar por debajo de ella, disfrutando de una de las pocas sombras (dos o tres?) de la jornada. Sigue el polvoriento camino, y al poco nos enfrentamos ya con la primera cuesta, en la que hay un vértice geodésico, y claro, para que no nos lo cuenten, tenemos que verlo desde arriba. 

             Poco a poco vamos perdiendo ya la frescura con la que hemos salido, y nos sometemos al juicio del supremo, al juicio del sol, que cae a peso. Sus incesantes rayos se nos clavan uno a uno, sin clemencia, sin remisión. El poco aire que sopla es de sur, fagüeño se llama, y es abrasador, no es nada comparable a cualquier cosa vivida con anterioridad.

           Xaro se va yendo, bueno, no sé si es eso o que Olga y yo nos vamos quedando. "Los chovens se van, y los biellos se quedan", vamos charrando. Como en la vida, los mayores nos tenemos que conformar con lo que hay, y los más jóvenes se van en busca de algo mejor. Es una historia archi repetida en la montaña de esta tierra. Es una historia archi repetida en el Pirineo. El estómago no quiere seguir, hay disputas internas, escalofríos, sudores fríos, se pasarán? Veremos.

          Enseguida entramos en el término de Villamayor, y lo decimos así porque desde hace unos pocos años, tras otros más de lucha, han conseguido ser eso, municipio, como antes, como siempre. Recuerdos polvorientos, acomodados en las runas de la memoria, surgen de repente al ir reconociendo los caminos otrora transitados, otrora sudados. Al conocer el terreno, y vistos los kilómetros recorridos, suponemos dónde está el primer avituallamiento, y no nos equivocamos, está en lo alto de una loma, en una explanada, junto a un cruce de caminos. Es el kilómetro 9; son las 14:20, y llevamos 1 h 20' de carrera. El tener sólo agua entra en las reglas del juego, pero el tenerla fresca, aunque para hidratarse es lo mismo, no deja de ser un detallazo. Como mi primera barrita, a ver si engaño al gastro. 

Primer avituallamiento
           A partir de aquí, pues eso, seguir y seguir, por un falso llano, hasta que se llega al final de la corona y bajar. Y aquí va llegando ya la tragedia que no es otra que el comprobar que no se hace garras ya ni para bajar. Lo vamos consiguiendo poco a poco. La carrera se ha estirado tanto, tanto, que son pocos los que vemos, igual por delante que por detrás. El paso por las ruinas de unas antiguas bordas nos hace reflexionar sobre lo que no debemos permitir que le ocurra a nuestra mente hoy, debe permanecer bien firme, para guiarnos hasta destino. El camino es árido, el ambiente infernal, el paisaje nos engulle. Hay que hacer esfuerzos titánicos para sobrevivir. El estómago sigue a su bola.

            Monte y cielo, abrasados campos y más cielo, y más sol. Mentalmente vamos buscando ya el segundo avituallamiento, que surge por sorpresa pasada una cerrada curva. Estamos en el 19, son las 15:45, y llevamos 2 h 45' de termosuplicio. Vade retro satanás, decimos al ver un remolino de gente a la sombra de unos pinos a la espera de evacuación. La tentación es grande, pero hemos venido a terminarla, y es pronto para pensar en no hacerlo, aunque las condiciones presionan, pero bien.

Segundo avituallamiento
            Continuamos con nuestro calvario particular, con el ca-co que nos caracteriza a los que vamos camino ya de la sexta decena. Seguimos viendo pasar vehículos de la organización con abandonos, pero no debemos permitir que nos mine la moral. La primera alegría de la jornada, aparte de los avituallamientos, la encontramos en el 25. Esto no puede ir a peor, nos decimos, el calor tiene que ir bajando, seguimos diciéndonos. Llevamos casi cuatro horas, y hay que mantener la media para entrar en tiempo. La mente devora, y hay que filtrar lo que se le echa, si no, estamos perdidos.

            Jamás íbamos a suponer que unas naves de reciclaje de chatarras nos iban a dar tanta alegría. Huele a pueblo, a Puebla, en este caso. No andamos lejos ya de culminar el primer y fatídico bucle, con el agravante de que hemos hecho corto de agua. Para más inri. Litro y medio en hora y media, no está mal, no? Finalmente llegamos al tercer avituallamiento, situado debajo del puente de la autopista. Kilómetro 28, son las 17:15, y llevamos 4 h 15'. Llegamos, digo, y hablo por mí, totalmente extenuados y deshidratados, debatiéndonos entre dejarlo y seguir, pero justamente vemos pasar toda una fila de corredores, que son los de la TMT23, que acaban de salir. Ahí tienen que ir Isabel y Jose. Lleno el depósito de agua, y además, me bebo casi otra botella. Brutal. La confianza de ir cogiendo a los que van frescos (qué ilusos, no?), y la de que se van compactando ya las nubes de evolución, nos saca del butacón del abandono.

Tercer avituallamiento
            Continuamos junto a la autopista, y ya vemos a lo lejos, pero a lo lejos, los próximos hitos, el toro y las ruinas del castillo de Alfajarín. El nublado hace su efecto, baja la temperatura ambiente y sube la de la cabeza, que al ver cuestas comienza a salir del tedio del llano. No me reconozco. Empieza la carrera. Qué gozada! Subir y bajar lomas, cresteos, y llegamos al toro!!! Encantado de conocerte. A por la ermita, en la que está el siguiente avituallamiento, que abandonamos con sones de jota. Estamos en el 33, son las 18:10, y llevamos 5 h 10' de carrera.

Toro de Osborne
            De tres partes, hemos hecho dos, nos queda la otra, la última. La vista desde aquí es espectacular, el valle del Ebro a nuestros pies, y con unas formaciones tormentosas al sur que asustan. Veremos. Bajamos casi hasta el pueblo y nos metemos por un barranco dirección norte, vemos con sorpresa que volvemos a tener la tormenta de frente, nos está rodeando! De nuevo, aburridos caminos, de nuevo llano, de nuevo tedio, que hay que combatir con paciencia y más paciencia. Van abundando ya más los campos, campos que también agonizan, con un cereal que ya no da más de sí, y que le va ganando terreno al monte. Tostados, verdes, ocres, y cielos negros, adornados por una medio diadema que dibuja el arco iris. 

            El ver el km 40 nos da un chute de moral. No paramos de echar cuentas para ver si entramos o no en tiempo, que no es que nos importe mucho, verdad?, pero en algo hay que entretenerse. Las piernas van bien, suponemos, porque no se sienten. Lo que sí se sienten son las plantas de los pies, que arden. Les seguimos dando ánimos. 

            Desde el último avituallamiento, sólo hemos pasado a dos personas. La sensación es desoladora. En el 42 el cuarto y último en ruta. Nos anima. El calor, ya se va yendo a dar lección a otra parte, y ahora sólo tenemos que bajar, y bajar.

A falta 1 km, tanto para la
TMT50 como para la TMT23
            La penúltima alegría del día. Un kilómetro para meta, y con los nubarrones cercándonos más si cabe. Por el sur, un festival de culebrillas adorna el cielo, cada vez con mayor frecuencia. Como hemos hecho estos últimos kilómetros de bajada un poco más animados, vamos subiendo la media, que estaba con grave riesgo de no ser suficiente. Nuestras prisas ahora no son por el crono, sino por la tormenta, que lleva avisando mucho tiempo, y que cuando descargue lo hará sin remisión.

            De nuevo a pasar por debajo de otro puente, y a la derecha hasta alcanzar el pueblo. Pasamos por las naves de Ariño, muchas veces vistas desde la autopista, pero que nunca nos han parecido tan largas. Y pasamos también, atención, por el 50. Nos queda la propina hasta llegar al estadio, que lo hacemos ya entre dos luces y entre dos aguas, un cuarto de hora antes del cierre de control. No sé si el control o el descontrol, la verdad es que la organización ha tenido problemas con la luz y con el viento, pero no nos hacen dar la vuelta triunfal por el campo de fútbol, terminando nuestro periplo en el arco de salida. Llegada un poco desangelada y mendigando líquido, que con el día que llevamos...
Trofeos listos para su entrega

                Han sido algo más de 50 kilómetros, recorridos en casi 8 horas. Más de la primera mitad inmersos en un ambiente totalmente agónico. Lo mejor, lo mejor, desde el 28 hasta el 33, sin duda. No hay nada mejor que subir y subir, contemplar desde las alturas, tomar aire. No nos hemos hecho las pesadas para ver la merma, pero seguro que se han rebajado varios kilos, además de los casi 10 litros de agua ingerida.

           No hemos llegado los últimos, pero casi. La satisfacción, y las sensaciones como si hubiéramos ganado; el haber resistido todas las tentaciones del camino, no tiene precio. Esta es la recompensa. Ducha y al pabellón, a ver cómo van desapareciendo de la mesa los trofeos. Nosotros, con habernos ganado el pequeño nos conformamos.

                Gracias Olga, la agonía compartida siempre es menos agonía. La organización, para ser la primera edición, un diez.

Os dejo el enlace del reportaje fotográfico
https://picasaweb.google.com/chematapia/TransMontesblancosTrail

2 comentarios:

  1. Enhorabuena a vosotros y a todos los que acabasteis. La crónica pone los pelos de punta, incluso me entran escalofríos cuando hablais del calor... sensación compartida por todos los que corremos por las estepas del valle del Ebro.
    Un relato trepidante de una carrera épica.
    Un abrazo y mi admiración.

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  2. Gracias, Fox63. Evidentemente es un relato personal, pero he tratado de poner de manifiesto lo más objetivamente posible lo que se vivió sobre el terreno.

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