viernes, 27 de noviembre de 2015

II Maratón Blanco y I Andada Popular

II MARATÓN BLANCO
"JACETANIA"

I ANDADA POPULAR
"PUERTA AL INVIERNO"

Sábado, 21 de noviembre de 2015



            Con el ánimo de acercar a propios y foráneos el comienzo de la temporada invernal, a petición de la Comarca de La Jacetania, el CP Mayencos ya celebró el año pasado para estas fechas el I Maratón Blanco “Jacetania”, con no mucha participación debido al escaso tiempo que se tuvo para difundir su desarrollo. Este año, en el que el CP Mayencos ha coordinado el Circuito Trangoworld de Carreras Pirenaicas, la ha incluido como última prueba. También, y habida cuenta del auge que están teniendo las andadas en todo el territorio aragonés, hemos querido hacer partícipes a los habituales en estas lides para que nos visiten y participen del recorrido y de la organización, incluyéndola en la Liga de Gran Fondo del Calendario de Andadas Populares de Aragón, como última prueba también, y que auspicia la FAM.


Voluntarias con Luis Alberto
            La idea es unir la ciudad de Jaca con las estaciones de invierno, alternando las ediciones en una u otra. El itinerario es por el Camino de Santiago, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. El año pasado tuvo final en la Estación de Invierno de Astún, y la cola de carrera, de la que formábamos parte cerrándola, ya nos enfrentamos a los rigores del invierno a partir de Piedras Rojas, lugar próximo al acceso a Candanchú. Para este año, tras varias semanas de situación estable, teníamos unas previsiones con un cambio radical de tiempo con entrada justo la noche anterior a la prueba. Previsiones que se cumplieron fielmente, llegando sin demora ese cambio, que propició agua toda esa noche anterior. Las seis de la mañana son cuando se acude a los porches frente a la Ciudadela para terminar de dar los dorsales de los andarines, que con frontal encendido, en número cercano a los sesenta, salen a las siete.


Dispuestos para la salida
            El día va llegando y nos va mostrando las amenazas colgadas en las alturas en forma de nubes, negras nubes. Pero nuestra principal preocupación está en la cabecera del valle. Marrón. Está el marrón allí metido. De hecho vamos teniendo noticias de Candanchú, donde ya está nevando. A las nueve se da la salida a los corredores. Ciento quince titanes que salen ya a buen ritmo desde el lateral oeste de la entrada principal de la Ciudadela. Entre ellos, Luis Alberto Hernando, Campeón del Mundo 2015 de Ultra Trail y Subcameón de Trail, habiendo ingresado en la Real Orden del Mérito Deportivo. Pero hay más destacados, como por ejemplo Raúl García, Campeón de España de Carreras por Montaña entre 2006 y 2010, y un Campeonato de Europa en 2008. Juan Carlos Apilluelo, José Luis Capillas, Ana Casares o Berta Pérez y perdón por los que nos dejamos. Una alta representación de corredores de élite que no se han querido perder este novedoso formato de Carrera por Montaña invernal… o casi, pero que al final lo ha sido.

Andarines en el recorrido
            En Villanúa ya andaban y corrían bajo la lluvia, que se fue haciendo nieve al ir subiendo de cota. Lo peor, meteorológicamente hablando, vino a partir de Canfranc Estación, donde el fuerte viento se sumó a la nieve, convirtiéndose en una incómoda y fría ventisca que los participantes tuvieron que ir padeciendo, sacando fuerzas de donde no se sabe que se tienen, poniendo al límite el cuerpo y la mente, lo que dio lugar a una cuarta parte de abandonos en corredores, y un treinta por ciento de andarines. A todos ellos, los llegadores y los que decidieron no hacerlo, nuestro más sincero respeto y admiración.


Llegando a Candanchú
            Recordamos que ha sido justo en el cambio de tiempo tras unas semanas de persistente anticiclón, pero que lo mismo que hubiera sido más apacible si la entrada de la borrasca se hubiera retrasado tan sólo un día, o incluso apacible también con un tiempo sereno, pero sobre una capa de nieve de días anteriores, lo ha sido en las condiciones descritas, que tan sólo con las imágenes nos podemos hacer una idea de lo que fue. De cualquier modo, la organización estamos contentos y orgullosos de las manifestaciones hechas tanto personalmente como a través de las redes sociales. Y… al año que viene, más.

            Las celebraciones terminaron con la entrega de trofeos de la prueba y de la final del Circuito Trangoworld, así como un sorteo de regalos, todo ello amenizado por el grupo de rock “Hot n,roll”. Los vencedores absolutos del Maratón fueron: Juan Carlos Apilluelo, Raúl García y Sergio Cazcarro en hombres, y en féminas: Ana Casares, Maider Fraile y Susana Vidal.

Ástrid a su llegada a meta
            No queremos dejar de nombrar a nuestros colaboradores y patrocinadores: Comarca de La Jacetania, Movistar, Ayuntamiento de Jaca, de Castiello de Jaca, de Villanúa, de Canfranc, Estación de Invierno de Candanchú y de Astún, Gobierno de Aragón, Protección Civil, Cruz Roja, FAM, Fontecabras, TrangoWorld, Barrabés, Brico Sanara, AvaiBookSports y HT Nutrición. Y por supuesto a los voluntarios, tanto de nuestro club como del Club Atletismo Jaca, del BTT al Valle del Aragón, o la mejor representación de Os Andarines d'Aragón, que con su tesón y entrega han hecho posible el desarrollo de esta épica prueba.


            Imposible describir más sin haber estado en el meollo, que ya nos hubiera gustado. Os dejamos pues con varios enlaces:


La web oficial del evento: http://www.maratonblancojacetania.es/



Pero la crónica que no os debéis perder, ésta sí hecha desde dentro, es de una de las componentes del equipo de nuestro club, Ástrid Gª Graells: https://trailrunningjacapirineos.wordpress.com/2015/11/23/corriendo-la-marathon-blanca-de-jaca-cp-mayencos/#more-544

jueves, 26 de noviembre de 2015

Punta Espata, una raya en el abismo

IXOS MONS
Punta Espata (2.202 m)
Lunes, 16 de noviembre de 2015


           Inédito grupo humano hoy para hacernos un monte conocido, familiar, amable, pero algo lejano. Con Sara, Eva y Albertico Ciclón, tras tres, no vamos a decir tristes, días de intenso batallar Camino de Santiago arriba y abajo, hacemos más altura subiendo a la Punta Espata, esa punta que se muestra como punta pero que no es punta. Esa punta que nos engaña. Esa punta que conforme te vas acercando te va mostrando su realidad… realidad escondida tras una punta.

Subida a la fuente del Paco
            No son aún las ocho y media de una mañana que no engaña, ésta no. Fresca y serena. Cogemos con manos y pies el camino viejo de la fuente del Paco. Y para los que no sean del terreno, aclararemos que el nombre no le viene de ningún Francisco que así la bautizara, no. Su nombre viene de que por estos pagos, paco es sinónimo de sombra, umbría, cara norte, en definitiva. Sí, paco y solana son dos términos muy usados para determinar por dónde te mueves. Dicho de otra manera, los pacos gustan en verano y las solanas en invierno. Pero hay que estar a todas, y hoy toca meternos por las faldas de la Selva de Villanúa, por su paco.

Fuente del Paco
            El primer tramo es bastante pendiente, hay que tomar altura. En poco está ya el llegar a una anchura del camino, que coincide con la calma de la pendiente. Delicioso pasear hasta la fuente, a la que se llega en poco más de media hora. Situada junto a un refugio forestal, con el que media la pista, y que de algún apuro nos ha sacado en otro tiempo. A partir de aquí, la pista se vuelve pedregosa, de más incómodo pisar, pero pronto se acaba, porque al confluir con el paso del río, no cambiamos de margen y nos metemos por un sendero que pronto lo cruza para seguir por él, convirtiéndose en trocha por momentos. Duras rampas.

Duras rampas para alcanzar el collado
            En menos de una hora desde la fuente, y tras un conato de llegar ya a la pista, lo hacemos definitivamente en el codo del cubilar. El tímido sol viene a nuestro encuentro, y se lo agradecemos posando ante él echando unas viandas al cuerpo… para que luego digan. Volvemos a la sombra. ¡Qué pereza! Nos dejamos engullir por el barranco, para que con apenas desnivel llegamos al punto donde se toma el sendero para ir subiendo impenitentemente hasta el collado. Media hora de jadeo. Sol otra vez.

Rocas cimeras
            Collado formado entre el Espata y el Bacún, y que nos da vista a la cuenca que de Bucuesa trae las aguas del Aurín, regando las tierras de Acumuer en primer término, y llegando hasta el Gállego cerca de la población homónima con el río. Pero nosotros a lo nuestro, que no es otra cosa que terminar la faena subiendo hasta la cima. Una cima ocupada por unos artilugios de hierro que recuerdan la importancia simbólica de las cumbres, como antenas dirigidas hacia lo más alto, de donde captan todo lo que por ahí transita.

Vida en el camino
            La mañana sigue serena. Salvo nieblas en los fondos de los grandes valles, la visibilidad es total. El macizo de Collarada, indiscutible protagonista del espacio, se alza orgulloso ante nosotros. Abismo por los cuatro costados. Abrazos, bocado, trago, fotos, contemplación… y para abajo, a desandar lo andado, hasta el collado, y luego hasta la pista, que seguimos como una hora hasta dar con el llamado Camino Viejo de Collarada, un sendero que la cruza y que une Villanúa con la Trapa. Lo tomamos, y al cabo de media hora más de transitar por el bosque y de cruzar la pista en varias ocasiones, llegamos al punto de partida a las dos en punto.

            Hemos recorrido 17,1 km, en 5h 40’ de tiempo total, del que 4h 20’ ha sido en movimiento, para hacer en torno a 1.300 metros de D+. Una mañana diez, que seguro, seguro, es de las últimas de este tiempo despistado… Otras vendrán.





Sierra d'Angelé

IXOS MONS
Sierra d'Angelé (1.340 m)
Sábado, 14 de noviembre de 2015



            Seguimos aprovechando este regalo de tiempo, esta cuña de verano incrustada en un despistado y comodón otoño, que se nos ha instalado entre nosotros y que no sale ni con agua caliente. Pero eso, de momento ahí estamos para irnos despidiendo de él. Paseo corto hoy, pero no por eso menos bonito, por la Sierra d'Angelé, esa que se alza entre los valles del Aragón y del Lubierre, que descansa en aquél.

Costerones de Castiello
            Dejamos el coche en Castiello, junto a la carretera, y subimos, por no decir trepamos, por el barranco de Casadioses, hasta tomar la cabañera. Justo a esta parte más alta del pueblo llega el GR 15, indicado con su flamante nueva cartelería como Sendero Turístico de Aragón. Un sendero que cruza el Pirineo paralelo a su hermano mayor el GR 11, por lugares más bajos, incluso poblados, como es el caso.

Nueva señalización del GR 15
            Seguimos por la cabañera, que es por donde está señalizado, en dirección norte hasta dejarla y tomar un sendero a mano izquierda, sin abandonar el GR 15, que ya nos va subiendo más o menos cómodamente por entre viejos prados y foresta hasta el collado de Borau. Sólo por formar parte del último tramo, cómodo, entre el bosque, merece la pena venir hasta aquí. Ah, y por la vista que nos presenta este collado, punto de paso de la carretera entre Aratorés y Borau. Una hora desde el arranque. Esta sierra sigue al norte, y está cosida por la pista de las Blancas. La panorámica que contemplamos desde el collado sobre el Valle del Aragón y su dama la Collarada, es impresionante. Nos alimenta más que los cuatro pestiños que nos comemos.


            Le decimos adiós al GR 15, y a partir de aquí decidida dirección sur por pista, que juguetea con subidas y bajadas, hasta alcanzar su cota más alta en los 1.340 metros, punto en el que nos desviamos para tomar la pista a nuestra izquierda e ir bajando hacia Castiello, habiendo dejado la que traíamos para que continúe hacia el sur, y que pasando por las faldas del Estuche, Cantera Caxico y Grosín se dirija hacia Jaca y su Solana.

Ruinas de San Bartolomé
            Acompañamos a la pista en sus lazadas para ir bajando. Entramos a ver las ruinas de la ermita de San Bartolomé, espaldada ella, con sumo cuidado para no pisar su memoria por los suelos desparramada. Saliendo ya del bosque, nos vamos integrando en ese gran espacio que forma el Valle del Aragón, al que vierte el de la Garcipollera, que vemos enfrente, y que también se retuerce en su agonía desde la década de los sesenta, esa en la que no fue tan difícil traer prosperidad a un país arrasado en las anteriores, y que desde luego no fue gratis, al menos para las gentes de la montaña. Que me pierdo.


            Bueno, poco más. Llegada a Castiello y a casa. Una buena mañana, y en buena compañía. Poco más de tres horas de tiempo total, con dos y media en movimiento, para hacer 11,3 km, y en torno a 600 de D+.



domingo, 8 de noviembre de 2015

El Turbón, vigía de los Pirineos

AQUERAS MONTAÑAS
El Turbón (2.492 m)
Sábado, 7 de noviembre de 2015



"Cuan hi ha boira en el Turbón, hi ha aigua en tot Aragón"
"Cuando hay nube en el Turbón, hay agua en todo Aragón"

            Esto es lo que dice la tradición, y algo de cierto habrá, sin duda. Pero, afortunadamente, no es el caso de hoy. El veranillo de San Martín se ha adelantado unas fechas, y nos trae unos días despistados, pero decididos a dejarnos disfrutar de los últimos estertores de un buen tiempo que se tropezó con un otoño con prisas, pero que finalmente ralentiza su marcha, ofreciéndonos buenos días de monte todavía. Hoy, nace una nueva jornada con ese cartel en la frente, y no vamos a desaprovechar esta oportunidad, quizá de las últimas… aunque tal y como está el patio cada vez es más arriesgado hacer predicciones.


Progresando por el pastizal
            Con Olga, Ástrid, Josemari, Paco, Toño, Carlos y Luis, emprendemos esta nueva aventura mayenca para ir poniendo muescas en el calendario de montaña del club. Hoy toca el Turbón, ese vigía de los Pirineos, que sin perder sus esencias ribagorzanas, mira con atención a ese amplio, amplísimo espectro visual que se alcanza desde su cima. Una cima varada sobre un gran anticlinal entre amplias depresiones, y símbolo de la comarca. Una cima sobre la que pesa otra de esas leyendas que han ido pasando de generación en generación en las acogedoras cadieras en los largos inviernos de tanto pueblo salpicado por el territorio a lo largo y ancho de sus amplias faldas. Una cima, decimos, sobre la que se posó el arca de Noé cuando se retiraron las aguas tras el Diluvio Universal, y en la que dijo: "ya turba l´arca" que en nuestra lengua significa: "ya embarranca el arca", de ahí viene el nombre de Turbón, y a él nos dirigimos hoy.

Fuente Canals
            Tras posicionarnos en Campo, nos acercamos hasta Vilas del Turbón, donde dejamos los vehículos, y sin más preámbulos nos ponemos a la marcheta, que comenzamos por la pista, que nos va subiendo hasta dar con un desvío, que nos mete en el bosque por marcada senda, y a tramos impracticable de barro, y que se va alternando por claros en los que el suave pastizal hace las delicias del pisar. Unas estacas con la cabeza pintada de rojo nos van llevando.



Camino del Turbonet
            Abandonamos la curva de nivel que agradablemente nos ha ido acompañando por el bosque y nos metemos por fuerte pendiente a uno de los brazos del barranco Canals, que nos obsequia con una fuente en su comienzo, como para advertirnos de que nos queda una buena pechugada hasta el collado de Pasaturbiello, donde se nos abre una magnífica vista sobre todo el somontano norte, y cómo no, sobre todo el Pirineo Axial. No podemos por menos que rendir culto durante unos minutos; y con un brusco giro hacia el W, que pronto se torna en SW seguimos ganando altura por cómodo sendero entre tasca, para acercarnos hasta las proximidades del Turbonet, que con sus poco más de 2.300 metros quiere hacerle sombra a su patrón, pero sabe que no puede.

            Los dos forman sendas rayas de norte a sur. Entre ambas, un profundo y espectacular valle se abre ante nosotros, el de San Adrián, que desde bien abajo va buscando el collado de Porroduño, esa comisura que cierra en herradura por el sur la configuración cimera de este gran macizo. Grandes paredes las configuran, y con la duda nos quedamos de si alguna de ellas esconde alguna costura para vertical, muy vertical, dar acceso por alguna canal.



Cima delTurbón
            Una amplia loma nos lleva ya a dar el giro hacia el norte, para dirigirnos hasta la cima, que con sus 2.492 metros altiva se alza sobre la depresión de Campo. Un vértice geodésico, con buzón de cumbre, a sus pies, nos indica que hemos llegado a lo más alto. Un poco más al norte, una prolongación de esta ancha raya alberga unas antenas alimentadas por placas solares. También dispone de una mesa de orientación, en la que los nombres de todo lo que la vista abarca se agolpan en el panel, porque son muchos los montes que se divisan en el arco de casi 180º.

Barranqueando
            Vuelta a bajar a una pequeña collada, y nos encaprichamos con una cima menor, encabezada por un gran hito, a la que nos acercamos desviándonos del regreso por el tramo superior del barranco, pero con la intención de volver a él para encaramarnos a las faldas del Turbonet e iniciar el descenso por donde hemos subido o por algún lugar próximo a él. Este barranco, con el nombre bastante clarificador, de La Torcida, nos encandila, nos atrapa, nos lleva hasta sus fauces y nos reta a bajar por él. Es un desafío que con cierta reticencia llevamos a cabo, exigiendo a lo largo de una hora nuestra máxima atención para ir bajando los innumerables resaltes entre sucesivas chimeneas. Cuando atragantado de nosotros nos expulsa, nos deposita en su cono de deyección, una incómoda glera en la que no somos capaces de encontrar esa ideal piedra para dejarse llevar. Otro más que paciente cuarto de hora para llegar a un claro soleado, donde descansamos brevemente de cuerpo y alma.



            Seguimos bosque abajo, por una estrecha senda bien visible a tramos, y comida por la vegetación en otros, y que sólo con nuestra perseverancia nos conduce a la que llevábamos de subida, que en unos minutos, y por los mismos barros, nos va bajando, alternando por esos claros de bosque, hasta la pista, que en otros veinte minutos nos deja ya en los vehículos.

          Jornada soleada de principio a fin. Jornada en la que hemos empleado un tiempo total de 7h 30’, del que casi 5h han sido en movimiento, para hacer más de 15 kilómetros y 1.335 de D+ y D-, visitando la cumbre del macizo por excelencia de la baja Ribagorza, con una magnífica compañía, cumpliendo un nuevo hito del calendario de la Sección de Montaña del CP Mayencos.


  


jueves, 29 de octubre de 2015

La Risca, en la frontera

IXOS MONS
La Risca (2.054 m)
Domingo, 18 de octubre de 2015



            Velando los sueños, las dulces gotas de agua repican en los cristales. Le ganamos al amanecer. Una indefinida capa entre nubes y nieblas va a hacer posible que llegue tarde a la cita. Por delante tenemos una larga jornada de montaña por la Sierra de la Demanda, una de esas sierras calladas de nuestra geografía, donde el tiempo se detiene, donde el ritmo de los hombres también se ha detenido dando rienda suelta al latido de la naturaleza, que bien sabe tocar las cuatro campanadas del año en su lento tañer. Una de esas sierras, decimos, plagadas de una historia de disputas, de una historia de supervivencia. Hoy nos vamos a ver de frente con esos ojos de otoño, lánguidos, melancólicos, pero necesarios para que la vida siga fluyendo. Vamos.



Agrupación en Ayabarrena
            Como queremos formar parte de ese paisaje, con Roberto Yustes al mando, nos dirigimos hacia Posadas un autobús de Sherpas, Trotas y demás amigos, para tras las primeras explicaciones, ponernos en marcha por unas veredas aún dormidas. La senda comienza ancha, cómoda. Conforme vamos subiendo lo hace también el día. Ayabarrena, una vieja aldea con intermitencia de vida, nos ve pasar con asombro. Ya vamos viendo nuestro objetivo, nuestro lejano y alto objetivo de hoy. Sus laderas, y las próximas, nos van anticipando poco a poco un caudal de sensaciones que nos van atrayendo. El monte respira otoño por todos sus poros.

El monte nos descubre sus encantos
          Prados y vaguadas, barrancos y trochas, todo se alterna en esta ruta que participa de caminos de viejo y de otros inventados con buen criterio, con ganas de agradar, con ganas de mostrar lugares, de alcanzar oteros que amplíen unas vistas cada vez más espectaculares, hasta que son las propias vistas las que no nos dejan ver las vistas. Nos vestimos de hayedo y nos metemos en su mundo, en un mundo de renovación que implacablemente marca el ritmo inalterable del tiempo en un ir y venir al compás de los ciclos naturales de la vida.

Barranco de Sabucal
            En menos de dos horas volvemos a cruzar el barranco de Sabucal, y que en esta ocasión le hacemos aprecio en una breve parada. Continuamos con nuestro periplo ascendente por sendas y trochas, hasta tomar una muy definida repisa que corta en diagonal este gran monte, hasta abandonarla y meternos en un menos definido sendero que como puede se va buscando la vida por debajo ya de los riscos para ir subiendo hacia el collado. Pelín incómodo, sí, pero bien trabajado para su seguimiento, nos va dando vista y más vista hacia el fondo del valle, muy metido todavía en sus cosas, en esos cambios cromáticos que con suavidad contribuye a la formación de este cambiante paisaje.


Por entre el bosque
            A nuestros pies, esas faldas con rabioso color de otoño. Enfrente, el gran San Lorenzo se aúpa para asomar la máxima altura de la sierra por encima de las nubes que le afogan la cumbre. Unas nubes, unas nieblas que también afogan el Valle del Ebro, que media entre nosotros y la Sierra de Cantabria, que también se esfuerza por asomarse en lontananza. Desde el collado, una amplia y empinada loma nos aproxima a la cumbre de La Risca, que abordamos a las doce y media, cuatro horas desde la salida. Risas, abrazos, fotos y más fotos.

Otoño por los cuatro costados
            La jornada nos ha estado haciendo guiños en lo meteorológico, con más claros que oscuros, y al llegar a la cima no es muy distinto, con el agravante de que la brisa reinante hace algo desapacible la estancia, por lo que buscamos un abrigo algo más abajo para echar un bocado, subiendo de nuevo a hacer fotos y más fotos, constatando que a las persistentes nieblas les gusta el fondo de los valles de los grandes ríos. Las vistas son espectaculares, incluso para quien tiene cuatro ojos que le guían.


Bajando por Escorlacia
            El regreso lo hacemos mirando al Otero, para antes de llegar a él tomar el barranco de Escorlacia, donde en las proximidades de las viejas cabañas, Roberto nos cuenta curiosas historias de supervivencia de aquellos viejos pastores que pasaban por aquí buena parte del año, rodeados de peligros para ellos y para los ganados. Era la lucha por la primacía en unos duros montes, con pocos recursos, en donde había que extremar la imaginación para poder seguir contándolo. Y eso es lo que hacían, contarlo, y de esa forma nos han llegado episodios como el de tener que envenenar con estricnina a animales domésticos ya viejos y enfermos para que fueran pasto de los acechadores lobos, entrando así el veneno en la cadena trófica. Es algo totalmente deleznable a ojos actuales, pero seguramente más que necesario en aquellos tiempos. Hoy en día, sin ganados, sin pastores, sin lobos, donde los helechos y los cardos se adueñan de los pastos sin pastar, los montes, como antes, como siempre, lloran amarillo.

Hayedos del olvido
            Al entrar en el hayedo, pronto nos ponemos a circular por la cañada real, con poca apariencia de ello, pero tantas décadas habiendo perdido su uso, la naturaleza va tomando lo que es suyo. Entradas y salidas a barrancos, Escorlacia, Moreta, hasta salir ya de la senda. Viejas instalaciones de obras hidráulicas locales, también en desuso, llenan parte del espacio visual y auditivo, para corroborar una vez más los grandes y penosos trabajos de antaño que no sólo se han perdido sobre el terreno, sino que también lo están haciendo en la memoria.

Habitantes del bosque
            Salimos finalmente a la pista, para recorrerla casi una hora hasta llegar a la carretera que en poco nos deja ya de nuevo en Posadas, tras 20,5 km subiendo y bajando montes, en 8h 40’ de tiempo total, del que 6h 25’ han sido en movimiento, para salvar un desnivel acumulado de 1.450 metros ascendentes y los mismos descendentes. Una dura jornada dándole la vuelta, incluida la ascensión a la cumbre, a un monte de duro paco y suave solana, vertientes que albergan grandes y viejos seres, presumidos seres, que todos los años cambian sus ropajes, que ahí están para nuestro solaz y regocijo, y de los que tenemos mucho que aprender.





miércoles, 28 de octubre de 2015

El Baio y el Mirutegi, por Opakua

IXOS MONS
Baio (1.193 m)
Mirutegi (1.170 m)
Sábado, 17 de octubre de 2015



            De nuevo por tierras riojanas para, en esta ocasión, hacer una incursión por su norte para entrar en zona alavesa, concretamente ponemos nuestras miras en el puerto de Opakua, con sus hayedos mágicos y sus puertos que fueron morada de antiguas civilizaciones que tenían en las piedras su máxima expresión, y cuyos vestigios en forma de monumentos funerarios han pervivido hasta nuestros días. No buscaba malos sitios esta gente, no.



Extensos hayedos
            La circular de hoy tiene punto de inicio y final en lo alto del puerto de Opakua, que con sus 1.020 metros de altitud, cruza por carretera estas sierras, entre tierras riojanas y la llanada alavesa, que como grandes islas entre extensas llanuras y amplias cuencas,  han sabido criar un microclima especial para el desarrollo de especies de clara vocación atlántica, como son estos vastos hayedos que conforman tupidos bosques de gratas sensaciones, máxime en época de muda.

Modernos monolitos que evocan otros tiempos
            Iniciamos la ruta metiéndonos ya de lleno en el bosque, tomando el GR 282, convertido en Camino Natural Senda del Pastoreo, tomando de momento la dirección a Urbasa. Al poco de empezar nos encontramos con un mirador y su panel informativo, que nos da cuenta de mil y un detalles de todo lo que nuestra vista alcanza. Lo avanzado del proceso otoñal, hace que en ocasiones la gran cantidad ya de hojas caídas desdibuje el sendero, lo que constituye un auténtico placer el perderte momentáneamente entre los árboles.




Al borde del abismo
            En media hora escasa, llegamos a un gran claro en el bosque, que alberga la majada Zezama, que añora tiempos mejores. Un moderno monolito con la doble espiral celta nos recuerda las esencias de estas tierras. Estamos justo en la raya de este puerto, acariciando el abismo. Pronto, de nuevo al bosque para cruzar esa zona con grandes rocas de caprichosas formas de animales, como si alguno de los antiguos, muy antiguos, moradores de estos pagos se hubiera querido perpetuar en el paisaje. Grandes ejemplares de haya cubren de amarillo el lecho donde un pequeño rebaño de ovejas apuran la temporada.

Habitantes del bosque
            El Camino Natural cruza una puerta, también nosotros, y con él seguimos todavía en dirección a lo alto del Monte Baio, al que llegamos antes de dos horas de la partida. Está dotado de vértice geodésico y buzón de cumbre, encumbrado, valga la redundancia, en una artística peana metálica, con el escudo del Club Alpino Manu Yanke, de Aguraín. Acompañados de un viento feroz, nos acercamos hasta otra cima próxima, el Mirutegi, que también se alza sobre el acantilado para asomarse a esta gran depresión de fértiles tierras. Un gran puerto de verdes pastos, que comienzan su proceso de regeneración para la próxima temporada, nos atrae y nos va llevando hacia la raya con el bosque, apartándonos del Camino Natural, que vira hacia el norte. Nuestra ruta gira hacia levante, hacia ese territorio elegido por nuestros antepasados de hace miles de años, para hace lugar sagrado de él, cuyos vestigios se pueden admirar. Cromlech, menhir y dolmen, que presidían sus ritos funerarios.

Bordas de Legaire
            Estamos en el dominio Legaire, con su conjunto de antiguas bordas. Sin darnos cuenta, nos vemos de nuevo envueltos por el hayedo, donde nos llama la atención una dolina como muestra irrefutable del paso del tiempo. La Ciudad Encantada también es buen lugar para dejar vagar nuestra imaginación. Echamos un bocado junto a las ruinas de viejos corrales, y enseguida movemos empujados por la desapacible tarde, amortiguada por el todavía tupido cobijo de la foresta.

De nuevo al bosque
            Como vamos bien de tiempo, nos desviamos de la ruta para acercarnos a un lugar que merece la pena ser visitado. Iturbaz, se llama, y nos encontramos con una laguna, entendemos que artificial, pero que aunque así lo fuere, se ha sabido acomodar bien en el entorno, atrayendo a gran cantidad de árboles, presumidos ellos, que no les ha importado arrimarse a su orilla para con curiosidad comprobar cuál es su aspecto en el reflejo de las mansas aguas.



Bellos ejemplares 
            De vuelta al desvío, seguimos por el bosque hasta salir de él a unos claros, donde con agrado vemos que el tiempo se quiere reconciliar con nosotros. Bienvenido sea. Salida a la carretera que une los puertos de Opakua y Urbasa, y en poco ya al punto de partida, tras haber recorrido 17,8 km, en 5h 45’ de tiempo total, del que 4h 15’ han sido en movimiento, para salvar en torno a 700 metros de D+ y los mismos de descenso, en una mañana disfrutona, con un tiempo que al final se ha portado.