martes, 21 de octubre de 2014

De Jaca al Somport

CARRERAS MONTAÑA
I Maratón Blanco Jacetania
Notas técnicas
Jueves, 16 de octubre de 2014



            La creación de una nueva prueba en el Valle del Aragón obliga a realizar las tareas propias de eso, de ser la primera vez que se hace. Y una de esas tareas es la de grabar el track del recorrido. Naturalmente ya se ha hecho uno ficticio sobre el mapa, para hacerse una idea, pero siempre es conveniente hacerlo sobre el terreno. Otra cuestión es la de tomar notas para el correcto marcaje del itinerario, pensando siempre en lo más importante, que es la seguridad de los participantes.

            ¿Y de qué prueba hablamos? Pues de una pedestre que una la capital del valle, Jaca, con las estaciones de esquí de Candanchú y Astún. Efectivamente, catalogada como Carrera por Montaña, tiene como objetivo el de recordarnos a todos que otro verano ha pasado, que otro otoño, irregular otoño, estamos viviendo, y que nos acercamos irremediablemente al invierno. ¿Y qué es lo que más nos gusta del invierno? Que haga frío, que nieve… Pues eso… Jaca… nieve… pilláis?



            El CP Mayencos, con una dilatada experiencia en la organización de un amplio espectro de eventos deportivos, ha sido el encargado por la comarca de La Jacetania para preparar este primer Maratón Blanco Jacetania, carrera que pretende ir calentando motores, unos motores cargados de buenos deseos blancos para la temporada que comienza. Y qué mejor forma de hacerlo que poniendo en valor uno de los muchos elementos vivos de nuestro patrimonio, como es el Camino de Santiago (GR 65.3.1).

Ruinas del Hospital de Santa Cristina
            Nuestra cordillera pirenaica está permeabilizada por algunos de sus puertos, por algunos de sus pasos, empleados en la antigüedad por los peregrinos que, siguiendo esa estela de la Vía Láctea, caminaban hacia Santiago de Compostela, en pos de esas indulgencias que nacidas o impuestas en sus conciencias les impelía a realizar esos largos viajes, tan largos que con los medios de entonces les hipotecaban, si no toda, gran parte de sus vidas. Pasos que enlazaban valles de uno y otro lado de las montaña, pero es éste, el de Somport, el nuestro, el que une el del Aspe con el del Aragón, el elegido para la construcción del Hospital de Santa Cristina, uno de los tres más importantes del mundo cristiano de la época, junto con el de Gran San Bernardo en los Alpes, y el del mismísimo Jerusalén, información recogida en el Codex Calistinus, o Liber Sancti Iacobi, escrito por el clérigo francés Aimeric Picaud, donde se describe el trazado oficial y clásico del camino.

Ciudadela, de aspejacetania.com
            Pero como nuestro trazado lo diseñamos desde Jaca hacia Somport, esto descrito es lo último que nos vamos a encontrar. Quedamos con el alba, pero nos adelantamos. Salimos pues desde el Castillo de San Pedro, más conocido como la Ciudadela, construida en el siglo XVI bajo el reinado de Fellipe II. Por sus glacis nos dirigimos al paseo de la Cantera, que recorremos en su totalidad, hasta el Banco de la Salud, excelente atalaya sobre el valle por el que se van a dirigir nuestros pasos. Ya sin más, nos metemos de lleno en el Camino de Santiago. Ermita de San Cristóbal, de factura popular, mandada construir por Francisco Villanúa en 1796, junto al puente del mismo nombre; Cristóbal significa “el que porta a Cristo”, y es patrón de conductores y viajeros.

Para subir a puente Torrijos
            Pasamos por el puente Oliván, que comparte nombre con el monte anejo; y el puente Torrijos, que le viene de la Torre de Hijos, antigua fortificación contigua, propiedad de los Jiménez de Arloz, que en los siglos XIV y XV eran los Señores de Hijos. Hoy en día aún se conserva en activo la cantería, en donde se sigue dando vida a este oficio tan antiguo como artesano. Bajo este puente se halla una casi cegada fuente de aguas sulfurosas, apreciada en la antigüedad por sus propiedades medicinales.

Soto ribereño
            Seguimos camino arriba, y abrazados ya al río Aragón, llegamos hasta la desembocadura del Ijuez, que trae las esencias de la Garcipollera, en cuya cabecera se encuentra la enorme ermita de Sª Mª de Iguácel, iglesia de un antiguo cenobio de monjes benedictinos, enraizado en el siglo XI, ocupado posteriormente por religiosas bernardas. Cruzamos el puente de madera y a través de un tramo de soto ribereño nos incorporamos a la entrada de Castiello, un Castiello que se nos pone por montera al cruzar la carretera. Una pronunciada y prolongada cuesta pone a prueba nuestras fuerzas hasta llegar a la altura de la parroquial de San Miguel, originariamente románica del siglo XII, que alberga unas reliquias cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Nos metemos por la cabañera, que nos deja en Villa Juanita. Tomamos la carretera que sube a Aratorés, y sin llegar a él, la cabañera sigue a mano derecha, hasta convertirse en sendero y bajar hasta las colonias salesianas, a pie ya de carretera.

Rabioso otoño
            Una vez cruzada, seguimos junto a ella hasta dar con el área recreativa, que sin molestarla, la pasamos por su trasera. Al otro lado de la carretera general se queda un pequeño núcleo llamado Aruej, cuatro casas en ruinas que albergan corrales de ganado, con las ruinas de su iglesia de San Vicente Mártir, que destaca sobre el terreno, como la torre de los Acín, Señores de Aruej. Este conjunto, hoy apenas imperceptible, fue en otro tiempo la cabeza de este tramo de valle denominado Bardaruex (Valle de Aruej).

Botica de Villanúa
            Pero no nos entretenemos. Salimos a la carretera que tomamos a mano derecha y que nos lleva a dar con el camino de Orbil, que cogemos a la izquierda hasta llegar ya a Villanúa, donde una fuente nos brinda sus aguas. Izquierda de nuevo, plaza, iglesia, fuente, y a la derecha para salir ya del pueblo, y pasando por el Centro de Interpretación Subterránea, donde te ponen al corriente del mundo calizo, visible y oculto, de la Collarada, se sigue por el camino dirección norte.

Llegando al puente del cementerio
            Nos topamos ya con la carretera general, que para eludirla nos obliga a pasarla por debajo en dos ocasiones. Volvemos a nuestro margen izquierdo del río para alcanzar el antiguo Pont Nou, que aunque de apariencia románica, sólo lo son los restos de su base medieval. Fue destruido por una gran avenida del río Aragón, y restaurado a final del siglo XVI por Ramón de Argelas, maestro cantero bearnés. En lo más alto del lomo, en su interior hay un sello con una borrosa inscripción que reza “RAMON ME FECIC”, Ramón me hizo, perpetuando la memoria de su re-constructor. Posteriormente tomaría nombres como el de Puente de Canfranc, Puente del Cementerio o Puente de Abajo, pero nunca Puente de los Peregrinos, aunque siempre fue su esencial utilidad. Cementerio y a Canfranc, que lo cosemos por su arteria principal, saliendo al puente de arriba.


Entrada al sendero
            Seguimos camino, hasta que decide seguir hacia Ip, y nosotros nos metemos por el sendero. Un sendero agraciado por las bendiciones del bosque, de un bosque tupido, húmedo, sugerente, de un bosque mágico, cuyos envolventes beneficios se les van a echar encima a los participantes de la prueba para aliviar la carga que lleven a estas alturas. Cruzamos el siempre atractivo barranco de Ip, con su cascada. Salimos a la base de la presa del embalse, para superarla y llegar hasta la carretera, cuyo túnel atravesamos para meternos en una incómoda zona de obras, e incómodo igualmente arcén carretero y entrar en Canfranc Estación, que cruzamos también por su calle principal, hasta la misma boca del túnel ferroviario, que espera pacientemente su apertura.

Empinadas escaleras
            Terrenos del silo y fuente de Pequeña, para tomar un corto sendero que nos sube a la pista, hasta el antiguo horno Buisán, que se vuelve a convertir en sendero. El Col de Ladrones nos mira de reojo a nuestro paso a sus pies. Barranco de Izas y desvío del camino de nuevo trazado, de difícil explicación. Un buen rebaño vacuno nos ve pasar al tiempo que salimos a la pista que sube al campin. Cruzamos el arroyo bajo la pequeña presa y nos topamos ya con unas empinadas escaleras, al término de las cuales el sendero por el bosque se empina y empina, hasta llegar a la pista de Canalroya, que tomamos a la izquierda, hasta dejarla justo antes del puente y seguir recto hasta la granja Anglasé, donde se torna en sendero. Descarnado y pedregoso sendero que sube y sube hasta la altura del puente del Ruso, desde donde sigue subiendo hasta una plataforma que nos conduce a la caseta del pastor, bajo Piedras Rojas.

Peirón junto a las ruinas
            Cruzamos la carretera y seguimos el sendero hasta el puente de Santa Cristina, y por viejo y desarmado trazado llegamos ya hasta el comienzo del Camino de Santiago, en el mismo puerto de Somport, a donde llegamos tras ocho horas de buen, pero buen paso, y sin apenas cuartel, de las que 6h 45’ han sido en movimiento. De un desnivel máximo de 850 metros, han salido 1.330 acumulados en positivo, y 600 en negativo. Cerca de 32 km, todo ello sin contar, por falta de tiempo, el tramo final desde el puerto de Somport hasta la meta, situada en Astún.



Las fotos, necesarias especialmente si no se conoce el trazado, en:
https://picasaweb.google.com/chematapia/DeJacaAlSomport


Toda la información de la prueba, en: http://www.maratonblancojacetania.es/

lunes, 13 de octubre de 2014

Bailando con buitres

IXOS MONS
La Cruz de la Peña del Castillo (920 m)
Martes, 7 de octubre de 2014



           Estas tierras nos atraen. No sabemos explicarlo. Nos atraen. Nuestra estancia por estos lugares nos inspira que debemos corresponder a todo lo que de ella recibimos. Una estancia que siempre aprovechamos, y no sólo para los tratamientos termales que nos ofrece, sino para visitar el terreno, para darnos una vuelta por sus montes y comprobar que no son tan distintos a los que nos son más familiares. Es realmente gratificante el acariciar sus lomas, el subir a sus altos, el bajar al fondo de sus barrancos, andando, trotando. Una tierra, la tierra, que como todo ser vivo se muestra alternativamente en los dos géneros. Es masculina cuando da, y es femenina cuando recibe. Cuando la visitamos, asistimos a ese gran milagro de la Creación, porque también nosotros damos y recibimos. Es la verdadera Comunión, en el verdadero Templo.

Comienzo del exiguo sendero
            Cuatro cruces tiene este pueblo en sus altos. Una por punto cardinal. Conocido es. Unas más altas que otras. Unas más lejos que otras. Todas fáciles de alcanzar, es cuestión de pateo. ¿Todas? No. Todas, no. La Peña del Castillo, no vamos a decir que es infranqueable, porque no lo es, pero sí es de esas que impone respeto. Las laderas más fáciles en apariencia parecen imposibles, pero de una u otra forma confiamos en que no se nos vaya a resistir, tenemos pendiente un abrazo con esa cruz que la corona, y no creo que esté dispuesta a negárnoslo.

Pendiente e incómoda pedrera
            El año pasado, que visitábamos por vez primera estas tierras, al preguntar a un paisano por dónde se subía, la respuesta que obtuvimos fue que “ni se te ocurra, que ya había habido algún muerto”. Entonces nos quedamos con esa copla. Esta vez pasada, la segunda, lo intentamos por su vertiente oriental, y tras besos y abrazos de las barzas, llegamos hasta la misma base de la roca, no mostrándose tan difícil. Desde luego, a cuatro patas. Pero el desconocimiento de lo que nos fuéramos a encontrar más arriba, y la siempre más difícil bajada destrepando, nos hizo entrar en razón, prefiriendo volver a dejarnos abrazar por el zarzal antes que meternos en una más que probable embarcada.

Nunca un hito ha dado tantas alegrías
            Pero hete aquí que venimos de nuevo. Y que de nuevo también acariciamos la idea de subir. Volvemos a preguntar a otro paisano… y no hay nada mejor que contrastar información. Nos da indicaciones de por dónde se toma el sendero... que sí, que lo subió de joven, nos dice. Un sendero que sube por esa ladera que parecía imposible dada su inclinación. Un sendero, que si existe es que se ha recorrido, y lo vamos a seguir haciendo. Ahí vamos.

... y por fin...
            A poco más de cien metros de la ermita de San Andrés, y antes de terminar el vallado de madera que protege al caminante del precipicio hacia el río, sale a la izquierda el que de los varios que encontramos parece el más indicado. Entre matorrales no pastados hace tiempo, y rocas de varias naturalezas, comienza este escondido sendero, que sin pedir permiso a nadie se va empinando, anunciando lo que nos espera. Nos encamina a una especie de embudo, que superándolo, en 10/15 minutos más nos sitúa en la base de una estrecha e inestable pedrera de penoso, muy penoso ascenso, que sin lazadas, sin cuartel, sin indicaciones, sin hitos, pero con confianza y paciencia vamos subiendo.

Arnedillo, desde la Cruz
          En poco más de media hora, pero que se nos han hecho varias enteras, se produce el milagro. Un milagro en forma de montón de piedras. Un milagro en forma de hito. El único que veremos en todo el recorrido, pero que ha sido providencial para no equivocarnos de canal… porque de la cruz ni rastro visual. Está en un sitio muy oportuno para cruzarse a la canal de la izquierda, que a partir de aquí se abre. Nos cuesta llegar a él. Lo hacemos mediante una corta travesía horizontal entre matorrales sin y con pinchos, que nos indican que le verdadero itinerario puede ser otro, muy cercano al que hemos traído, pero por el que nos hemos metido al estar limpio de vegetación y haber visto huellas entre las piedras. Bien, a la bajada veremos si estamos en lo cierto.

Desfiladero sobre el Cidacos
            Dejamos a la izquierda un resalte rocoso que desafía el espacio. Primeros buitres que sentimos cerca. Seguimos subiendo adivinando el sendero. Efectivamente, no hay más hitos. Unas lajas de caliza, con una cierta inclinación, nos hacen dudar, pero insistimos y las superamos con el único temor de cómo haremos para bajarlas. Seguimos sorteando piedras, matorral… y a los cuarenta minutos de ascensión se nos presenta la cruz ante nuestros ojos. Una sensación indescriptible recorre el cuerpo, que para llegar a ella media una inclinada ladera herbosa, que hace de ancha cresta a dos aguas. De auténtico vértigo, especialmente la que cae al norte, sobre la vía verde y el río, que lo hace a tajo, con unos 240 metros de caída libre. Cuatro pasos bien afianzados y llegamos a ella (920 m).

Bailando con buitres
            A ésta no le ha llegado la pintura blanca, y es fácil comprender el por qué. P de pintura, que no nos ha acompañado. Pero sí han sido otras tres, prudencia, paciencia y pundonor, las que lo han hecho en este viaje para conseguir abrazar esta cruz que nos faltaba. La cruz del este. La más inaccesible. La más codiciada. Tras más de doscientos metros de prominente desnivel con una elevada inclinación. Se nos saltan las lágrimas. Ha merecido la pena. Nuestros pensamientos se van a donde quieren. Déjalos. Nosotros, quietos, y bien quietos. Nuestra vista se mece en el aire, donde los buitres se valen de la ley del mínimo esfuerzo para llenar el espacio, dibujando círculos favorecidos por las térmicas que los elevan una y otra vez.

Bajando
            Nos mentalizamos de que el descenso hay que hacerlo como las Muñecas de Famosa. Nos mentalizamos de que igual nos cuesta más que la subida. Con pies de plomo acometemos la bajada. Llegamos a las esperadas lajas de piedra, que bajando nuestro centro de gravedad atravesamos sin mayores problemas. Llegamos al hito. Llegamos al momento en el que hay que decidir si continuamos por donde hemos subido o por el otro posible sendero. Sí, lo hacemos por el otro, más a la derecha, mucho más vestido, pero por menos piedras. En la cota 790 se juntan ambos, y ya mucho más confiados seguimos bajando. Confianza que nos da para poner algún hito más. Embudo, unos pasos delicados debajo, y ya estamos en el camino de la ermita.

            Un mito que ha caído. Ya nos tratamos de tú. Muy poca distancia, no llega a 4 km. Muy poco tiempo, 2h 20’. Mucho menos en movimiento, 1 hora, lo que da idea de la inclinación. Y lo que también da una idea es la poca diferencia entre el desnivel máximo (285 m) y el acumulado (320 m). Hoy no nos hemos enfrentado a largas distancias, ni a grandes desniveles. Hoy nos hemos enfrentado a unos fantasmas que no hemos dejado crecer. Un verdadero placer.



Las fotos, en:

El track, en:

Quién te cerrará los ojos

ENTRENOS
Cruz de Zopín (935 m)
y Antoñanzas (890 m)
Jueves, 2 de octubre de 2014



            Confirmamos lo escrito con anterioridad sobre estas tierras. Tierras de tez reseca, pero de entrañas generosas. Tierras que han repelido, repelen, por lo de fuera; pero que han atraído, atraen, por lo de dentro. Tierras, en definitiva, que valen más por lo que ocultan que por lo que muestran. Son lugares a los que llegan gentes mayores en busca de unos tratamientos que les alivien de sus dolencias y, que en mayor o menor medida, lo encuentran. Gentes, en general desnaturalizadas. Gentes carentes de cultura sobre el medio, encasilladas en una sociedad más preocupada en la curación (o no) y su negocio, que en la prevención. Más preocupada en adorar al becerro de oro que en un auténtico contacto con la naturaleza, de donde podemos obtener sus beneficios, pero durante toda la vida, y no solamente cuando se llega a sus postrimerías, y de los cuatro elementos, y no sólo de las caldas aguas.

Cruz del Zopín
            Como hemos dicho en otras ocasiones, cuatro son las cruces que en alto vigilan Arnedillo, una por cada punto cardinal. En el Zopín (935 m) tenemos la que correspondería al norte. Para llegar a él, uno de los arranques bien puede ser ese lugar habilitado para las caravanas, desde donde se sigue por el sendero del barranco hasta que llegamos a su comisura, para descenderlo unos metros por el otro lado, y abandonarlo para tomar ya a la izquierda el que nos va subiendo por lazadas hasta el collado. Es un camino que va ganando altura casi sin enterarnos, viendo el pueblo cada vez más pequeño, cada vez más lejos. Se pasa por debajo de unos viejos y ruinosos corrales, y se llega hasta un collado, ocupado por una explanada calzada de toscas piedras y viejos usos. Hasta aquí, casi doscientos metros de desnivel, y menos de media hora. Seguimos en dirección lógica por el sendero de la derecha, hasta llegar al roquedo cimero del Zopín, prominencia donde se halla su cruz, la que alcanzamos tras unos pocos metros de fácil trepada. Veinticinco metros más alto. Tres minutos más lejos.

Jara, la reina del lugar
            Junto con la Peña del Castillo, son las dos prominencias rocosas que cierran el curso del Cidacos a esta altura de su trayectoria, como a mitad de su corta vida. Sólida cruz de hierro, inclinada ante tanta belleza. Un mundo a nuestros pies. Divisamos las otras tres guardianas, y a desandar lo andado hasta el collado, para seguir por el camino hacia el interior de la Sierra de Hez, hasta llegar a otro collado, que lo atravesamos, perdiendo de vista ya esta cuenca de Arnedillo. Un cuarto de hora más de trote, por el paco de estos montes, para dar salida a la pista que continúa la carretera de la cantera, que dejamos a la izquierda con su febril actividad. El intenso aroma de jara inunda el espacio. Embriaga. Hasta aquí bien, terreno conocido. A partir de aquí, a improvisar. Nos ayuda el tener el objetivo (Antoñanzas) a la vista, pero tres lomas más al oeste; y también el mapa del GPS y sus varios caminos, no siendo ninguno evidente, de modo que hay que elegir.

El ocaso se cierne sobre Antoñanzas
            Nos encomendamos a San Tentón. Descendemos unos metros de pista, y en una. pronunciada curva a la izquierda nos salimos de ella para tomar una incipiente senda, que la seguimos dejándose acariciar, hasta dar con una estrecha pista, que tomamos a la derecha, y cuya proyección nos convence. Sigue más o menos la curva de nivel, entrando y saliendo de varios barrancos, hasta que nos deja en una loma, encarándonos ya hacia el barranco que sube al pueblo. Pero al final de esa loma… se corta el sendero del mapa… se pierde el sendero del terreno. Al otro lado del barranco tenemos a la vista el que inequívocamente pensamos que irá a Antoñanzas. No hay otra que bajar al fondo de ese barranco y pillar esa traza. Lo hacemos. A partir de aquí son hitos los que nos guían. Nos separan del pueblo unas rayas de inclinadas piedras que atormentados movimientos orogénicos han dejado al descubierto, y un sinfín de terrazas herbosas, trabajadas por rudos brazos, esperanzadas de verse nuevamente pastadas. Si supieran. Menos de cien metros de desnivel, que se nos hacen quinientos.

Agonía de piedra
            Finalmente llegamos a dar con este osteoporótico esqueleto de un cuerpo abandonado a su suerte. Viejas casas espaldadas. Músculo atrofiado por su inactividad. Corrales rotos, vacíos, preguntándose que qué han hecho mal. Vísceras reventadas emocionalmente por el abandono. Ya no viajan hormonas en sus fluidos. Ya no hay circulación. Ni secas capitanas rodando por sus calles, sólo barzas inundan su iglesia. Santos que ya no amparan. Sin cerebro. Sin pulso. Como cantaba el ilustre Labordeta: “… quién te cerrará los ojos, tierra cuando estés callada…”.

Hueca espadaña
            Una vuelta por el pueblo, en busca de algo mejor. No lo hay. Otra vuelta. Tampoco. La naturaleza lentamente va recobrando lo que es suyo, con el amargo aliento de la gente que se fue, de la gente que lo abandonó todo… y se fue, de la gente que dejó sus raíces... y se fue. No se nos van de la cabeza viejas coplas del mencionado maestro: “… dónde se van, dónde se van, cuando la noche llega, invadiendo el olivar, dónde se van, dónde se van; con su frío y su cansancio, con su lenta soledad, dónde se van, dónde se van. Y la tarde ya pardea, ya se pone el sol, nuestro amo…”. Nos hacemos cuerpo, nos hacemos tierra. Nos vamos. Como así lo hicieron sus últimos moradores, las familias de Saturnino Latorre y Anastasio Pérez, que abandonaron en el primer lustro de los 60 este pueblo del municipio de Munilla, todo rodeado por terreno de Arnedillo.

Las ruinas del olvido
            El camino de regreso ya no tiene pierde. Desandamos lo andado hasta el fondo del barranco y tomamos el sendero que nos va sacando de él. Cuarenta minutos de auténtico disfrute trotándolo, nos da para cambiar de barranco, pasar por un corral en ruinas y salir a la carretera de la cantera, donde se nos termina la aventura. Como un kilómetro asfaltado y volvemos al punto de partida.

            Tristes montes y soledad, agradecidos por haberlos acompañado en la nuestra. Todo ello en 12,4 km y en poco más de 3 horas, de las que 2h 20’ han sido en movimiento, para salvar unos 450 metros de desnivel entre el punto más alto y el más bajo, saliendo unos 750 positivos acumulados, y los mismos de descenso. Satisfechos. Sí. A pesar de todo, satisfechos.
  


Las fotos, en:

El track, en:

lunes, 29 de septiembre de 2014

XXVI Medio Maratón de Castiello de Jaca

CARRERAS MONTAÑA
XXVI Medio Maratón Castiello
Domingo, 28 de septiembre de 2014



           Nunca hay que aparcar del todo las viejas aficiones, porque cualquier momento es bueno para que aparezca una nueva oportunidad para desempolvarlas. Y así ha sido. Hace cuatro años, que por una u otra causa no participábamos en esta prueba de casa, y no podíamos permitir ensanchar por más tiempo esa brecha. Coincidiendo con las fiestas patronales de Castiello de Jaca, en honor a su patrón San Miguel Arcángel, se celebra este medio maratón en su 26ª edición, que no es poco. Una carrera con solera no sólo en la comarca, sino en todo Aragón. Una carrera, decimos, no fácil de catalogar, porque no es llana, tampoco tiene grandes desniveles. No es de asfalto, pero tiene asfalto. No es rural, también es urbana. No es muy propia para hacer marca, pero en sus 21.095 metros tiene de todo… hasta amistad y buen trato.

Voluntarios
            Hasta hace unos años, discurría por la carretera hasta Jaca, regresando a Castiello y alargando por la Garcipollera hasta completar la distancia. Desde que las nuevas leyes de seguridad vial impiden la circulación por la carretera general, la echamos por caminos, y para evitar entrar en masa en él, lo hacemos al revés, quitándonos de encima lo primero estos 7 kilómetros de asfalto. Un tramo éste que no hacen los marchadores, quedándose su distancia reducida a 14 km en ésta su tercera edición.


 
La Garcipollera nos abre paso
            Al turrón. En una mañana dispuesta a aguarnos la fiesta, pero nosotros no, como una hora antes del inicio ya se empiezan a arremolinar los participantes en busca de su dorsal. Algo pasadas las diez y media de la mañana se da la salida en masa, con ciento veintiséis corredores, y cuarenta y siete marchadores detrás. Los primeros comenzamos subiendo por este recóndito valle, de olvidados pueblos, hasta casi alcanzar Bescós, el primero de ellos, para habiendo pasado ya el km 5, volver a Castiello y meternos de lleno, ahora sí, por el Camino de Santiago en dirección a Jaca, que es por donde han ido directamente los marchadores.

Cabeza de carrera
            Una vez en este camino, declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, primero se pasa por ese soto ribereño, alterado por las avenidas de hace dos años, cuando el río Aragón no pudo con todo lo que se le venía encima y se llevó todo lo que creía suyo. Un nuevo puente de madera cruza un exiguo río Ijuez, que esparce las esencias de Santa María de Iguácel por todo este expoliado valle. Puente Torrijos, cruce de la carretera general abrazados al río por debajo de la carretera y a enfilar ya hacia Jaca. Km 10 y paso por el avituallamiento del Charlé, donde encontramos caras conocidas. Continuamos, y lo hacemos hasta el repecho para subir a la corona de Jaca, que alcanzamos bajo el Árbol de la Salud, en el extremo este de la Cantera, que la recorremos en su totalidad para volver por la calle Pico Collarada, donde tenemos otro avituallamiento, muy cerca ya del km 15.

Avituallamiento del Charlé
                   Salimos de la urbe y nos lanzamos bajando por el Camino de Santiago. Y a desandar todo hasta Castiello. Charlé con su avituallamiento. Puente Torrijos. Río Ijuez. Puente sobre el río Aragón, con su km 21… y ya la meta, a la que van llegando marchadores y andarines, y a la que han llegado ya casi todos los corredores.

         Hidratación, recuperación, ducha… y más hidratación. La mañana se ha ido sujetando, y nos permite hacer al aire libre la entrega de trofeos, un año más de la artesana factoría de Puente Torrijos y de la Joyería Muños de Jaca. Las clasificaciones están disponibles en la web del club


            La carpa multiusos acoge a más de doscientos comensales, que tras una buena comida ofrecida por el Mesón de Castiello, asistimos al habitual sorteo de regalos, con lo que se da por concluida una jornada más de esta entrañable fiesta del atletismo… y van ya veintiséis, en un excelente ambiente y con una buena organización.

FELICES FIESTAS a Castiello de Jaca, y FELICIDADES a tod@s los Migueles y Miguelas.



Las fotos, en:

martes, 23 de septiembre de 2014

Libra evolutivo

LIBRA evolutivo
23.sep.14 02:29
23.oct.14 11:57
(hola solar)



            Ya hemos terminado el verano astrológico. Comienza nuestro tránsito por Libra, primer signo de otoño. Como venimos haciendo, tras definir con sendas frases sus arquetipos involutivo y evolutivo, pasamos a dar unas pinceladas de lo más destacado atendiendo al nivel de evolución del individuo.


            El Arquetipo Involutivo es: “hágase la elección”, por la que el individuo encarna para desarrollar el discernimiento, que le permitirá “separar el grano de la paja”, siendo los contrastes de la vida los que le llevarán a obtener el recto sentido de lo justo y equilibrado, haciendo que descentralice el egocentrismo y cultive la comprensión, la tolerancia y el amor. El Arquetipo Evolutivo es: “elijo el camino que lleva entre las dos grandes líneas de fuerza”, por el que después de pasar por la experiencia de los pares de opuestos de la personalidad, decide iniciar la búsqueda del Sí Mismo Espiritual, su Dimensión Trascendente, iniciando el camino del discipulado.

            El Tipo Inferior de Libra carece de individualidad, del sentido de “yoidad”, también de autonomía personal, de voluntad, y de energía dinámica para la acción, por lo que vive en una continua indecisión y duda, postergando las decisiones importantes, adquiriendo complejo de inferioridad, o de debilidad. No soporta la violencia, la competitividad, la agresividad. Se abandona a la indolencia y a la tristeza. Se construye paraísos artificiales para huir de la realidad, que le crea ansiedad. Timorato, inestable, no soporta la soledad, por lo que busca centrar su afectividad en alguien que le aporte seguridad. Débil de carácter, dócil y maleable a las influencias que le rodean, es capaz de adaptarse totalmente a las ideas de otra persona para no perder la relación. Superficial, frívolo, perezoso, caprichoso, antojadizo, inclinado al placer y al disfrute sensorial de la vida. Ansía el embriagarse con la voluptuosidad, la sensualidad, la lujuria, el erotismo.

            El Tipo Medio de Libra, a través de las duras experiencias de la vida, ya ha aprendido que ser separatista y egoísta va en contra de la evolución personal y grupal. Comienza a desarrollar el Amor por los demás con una disposición bondadosa y afectiva, con comprensión y dulzura. Adquiere empatía, tolerancia, complacencia y ecuanimidad. Aprende a trabajar en equipo, se vuelve cooperativo y asociativo. Ponderado, pacífico, con buenas relaciones con todos, reconciliador, diplomático, con argumentos. De carácter sociable y comunicativo (signo de aire), pero también sabe escuchar. Se gana el corazón de los demás. Hospitalario, buen anfitrión, le estimula el compartir. Refinado, romántico e idealista, priorizando los valores del ser sobre los del tener. No comprende lo absurdo y cruel del sistema competitivo de la sociedad, ni que para progresar haya que hacer daño a los demás. Gran buscador de la armonía, que entiende a dos niveles: el mental, apoyado por su capacidad de discernir, busca la verdad y el equilibrio, y en consecuencia, la justicia; ponderado y reflexivo, observando el resultado de sus decisiones, para corregir en lo que considere que ha errado. El emocional, teniendo en el sentido afectivo de la armonía la búsqueda del amor por todas las cosas, inclinado a la concordia, la reconciliación y el pacifismo.

            El Tipo Superior de Libra, alcanzado cuando su tolerancia y pacifismo se transforman en una humana y cálida compasión hacia los sufrientes, adquiriendo esa conciencia de la armonía a través del resultado de la alquimia de las transmutaciones emocionales. La búsqueda de la armonía y de la belleza se transforma en el cultivo del amor como la máxima expresión del intercambio sociable con los demás, demostrando buena voluntad y rectas relaciones humanas, propiciando propósitos constructivos que favorezcan la evolución grupal. La facultad analítica equilibradora de la mente se prolonga en la intuición, en la nítida visión del Plan, lleno de belleza, justicia y bondad, que con la fuerza de su idealismo querrá plasmar en la realidad cotidiana del mundo. De gran sensibilidad artística, adquiere el don de crear belleza en las artes plásticas y de expresar en su vida y en sus obras la armonía que porta y a la que aspira a través de su idealismo

            Bien amig@s. Así son ell@s y así hay que quererl@s. Muchas felicidades a l@s Libra y que este tránsito os sea propicio a tod@s vosotr@s.


                 
                El orto del sol al comienzo y final de Libra, es (hora solar):
23 de septiembre           amanece 06:03
23 de octubre                 anochece 17:23


                Las lunas de este mes de Libra, son (hora solar):
·         Nueva, en Libra                           Miércoles, 24 de septiembre, a las 06:15
·         Creciente, en Capricornio            Miércoles, 1 de octubre, a las 19:34
·         Llena, en Aries                             Miércoles, 8 de octubre, a las 10:52
·         Menguante, en Cáncer                Miércoles, 15 de octubre, a las 19:13

Entradas relacionadas:
  
Fuente del texto: Apuntes extractados de Antroponomía y Vitacultura
Imágenes: Extraídas de diversas web



Cilindro de Marboré... hasta el granizo

AQUERAS MONTAÑAS
El Cilindro de Marboré (3.328 m)
Domingo, 21 de septiembre de 2014



            En nuestro trato con la montaña no nos gusta hablar de enfrentamiento ni de competencia, sino de colaboración. Si pensamos en la montaña como algo a lo que enfrentarnos, como algo a lo que vencer, sí, probablemente lo hagamos, pero si no reparamos en que eso ocurre si ella quiere, estaremos perdiendo una oportunidad de mostrar nuestra humildad ante ella y sus poderes. Grandes poderes. En ocasiones, mortales poderes. Con la misma humildad que sentimos su indispensable colaboración, para ponerla bajo nuestros pies en la mayoría de ocasiones, tenemos que tomar la decisión de saber renunciar cuando no está por la labor. Cuando elije la complicidad del mal tiempo en lugar de la nuestra, hay que saber abandonar y no forzar ninguna situación. Nadie vence cuando se consigue, y nadie vence cuando no. Tampoco nadie sale derrotado, de ahí la importancia de ese momento, de ese preciso momento, de ese punto de inflexión en el que ves que la cosa se pone fea y no se consigue arrancarle una sonrisa a esa montaña, sonrisa cómplice, sonrisa imprescindible para auparnos a ella.

El día no engaña
            Cuando la montaña dice no. De todos modos, si bien es cierto que no hemos llegado hasta la cúspide de la bóveda catedralicia, sí lo hemos hecho hasta el arranque de esa cúpula. No hemos llegado hasta la cabeza, pero sí hasta el hombro. Con Sara, Ástrid, Javier, José Antonio, Milagros, Marisa, y la ayuda técnica de Ignacio, en una nueva salida de la Sección de Montaña del CP Mayencos, hemos llegado hasta ese hombro, incluso hasta superar esa primera dificultad que es la chimenea, donde un empeoramiento drástico de tiempo, nos hace tomar la decisión de no continuar y de comenzar ya el descenso.

En los primeros compases
          Esa es la conclusión. A continuación los detalles. Ante la imposibilidad de pernoctar en Góriz, nos presentamos en Nerín a las siete de la mañana, con el consiguiente madrugón. Horacio tiene el bus estropeado, y hace los viajes con un microbús, en el que todos no cabemos, de modo que tenemos que esperar a que baje a por nosotros. Nos dan las ocho de la mañana salvando sobre ruedas los 900 metros de desnivel hasta ese lugar próximo a los miradores donde nos deja. La cosa pinta mal. Una enorme masa de negros nubarrones tiene abducidas a las Tres Sorores extendiéndose por el mundo Marboré, dejando libre la Punta de las Olas y el cordal este del collado de Añisclo, la Suca y las tres Zucas, no dejando pasar el sol, que intentarlo lo intenta, viendo sus reflejos allá por donde se va cuando se ve empujado por la noche. Es una estampa muy poco habitual, la de ver su luz que se abre paso por encima de las nubes y alumbra el oeste a través de unos claros que son nuestra esperanza de hoy.

Pico de las Escaleras
y Torre de Góriz
            Nuestro caminar por el mismo contorno del parque nos permite una mirada de altura, mirada serena, por ese fondo de valle, por ese nacimiento del Arazas a partir de la Cola de Caballo que quieta en su lugar va dando apresurado paso a esas aguas que habiéndose generado a partir de nubarrones como los que nos amparan, bien huyen hoy de estos. Al contrario que nosotros, que vamos a por ellos. Veremos.

Progresando entre fajas
            Nos dirigimos al mundo Arrablo, porque así se llama también la Punta Custodia, cuyas faldas nos dan paso para posicionarnos ya frente a ese collado de Arrablo, o Superior de Góriz, debajo de la Torre de Góriz, o también Morrón de Arrablo. Hora y media hasta aquí. Y del mundo Arrablo, al mundo Góriz, para acortar por encima del refugio, salvando ya un cierto desnivel y metiéndonos en el circo, esa enorme cubeta glacial que en la retirada de esos eternos hielos ha dejado al descubierto grandes extensiones habitadas por fantasmagóricas ciudades de piedra.

Momento cadenas
            Seguimos teniendo el marrón encima, y las pocas aberturas que nos ofrece el vaivén de las nubes nos esperanza, pero no deja de ser un espejismo, el temporal se va consolidando con el día. En veinte minutos nos presentamos ante un corto tramo de pared en el que hay que echar las manos. Pues se echan. Y en tres cuartos de hora más llegamos a una pequeña travesía horizontal, en la que una cadena nos ayuda a cruzarla. Seguimos. Más subida, más platós, hasta que llega el definitivo. Tras superar el último murallón nos encontramos ya en la cubeta donde vive el Lago Helado del Perdido, a casi tres mil metros, que hace de pivote entre las subidas al Perdido y al Cilindro de Marboré. Estamos en el mismísimo seno de las Tres Sorores, entre dos de ellas, quedando el Soum de Ramond, o Pico Añisclo, alineado por el este con el Perdido. Un pico éste último que goza de ver por debajo de sí a todos los demás, estando en el centro de un larguísimo cordal que va desde los Gabietos, que se asoman a Bujaruelo/Gavarnie, hasta las Tres Zucas o Tres Marías, que lo hacen a Pineta y a las faldas que rinden a San Vicenda.

Al mal tiempo buena cara
            Mediodía de reloj. Una oportuna ventana se abre para dejarnos ver esa desafiante pedrera que es la subida hasta el collado que forma el macizo principal del Cilindro, con su Pitón SW (3.194 m), y lo sigue haciendo durante toda su penosa subida, permitiéndonos unas vistas excepcionales sobre Monte Perdido (3.355 m) y el Lago Helado a sus pies. Estamos en el collado, a 3.180 metros, y la ventana sigue, dándonos vista también hacia el mundo Marboré, que por momentos también se muestra aliviado en su respiración. Mientras nos vamos colocando arnés y casco, Ignacio monta el tinglado para superar la chimenea de la derecha (II+), por la que nos disponemos a ir subiendo de dos en dos.




Preparándonos para la faena
            El  tiempo no está bueno, pero se quiere hacer peor, y sin terminar de subir todos, nos muestra su cara menos amable. Repentinamente se cierra de nuevo y los negros nubarrones, que no pueden ya más del peso que llevan, comienzan a soltar unos finos granos de granizo que, acompañado por una brusca bajada de temperatura, desaconsejan seguir camino de la cima. Y aquí estamos, a escasos 120 metros de desnivel, y a media hora de conseguirla, teniendo que renunciar a ella, echando marcha atrás para bajar la chimenea y perder altura por la glera a grandes pasos entre la granizada y los pensamientos de cesión ante la intemperie. No viene mal no haberse quitado el casco.

Progresando por la chimenea
            Hora y media larga tras haber pasado por el Lago Helado, hétenos de nuevo aquí para pillarlo tangencialmente y seguir descendiendo tan deprisa como somos capaces, coincidiendo con algún otro grupo que también huye del marrón. De nuevo dando más vida a esa ciudad de piedra anclada en todo el itinerario hasta la salida del circo, que marca ese gran hito. Giro brusco a nuestra izquierda, y seguimos desandando lo andado en la mañana, dejando el refugio de Góriz a la derecha, junto a su barranco, pasando por debajo de la Punta Escaleras, Torre de Góriz, collado de Arrablo, Punta Custodia… una travesía en la que descarga sobre nosotros agua a jarros, que apenas nos deja disfrutar de nuestro dominio visual sobre ese fondo del Valle de Ordesa, y que algo antes de llegar hasta el punto de partida de esta jornada, nos da una tregua, que nos permite despedirnos de esos grandes macizos que se han quitado la boina para saludarnos.

De bajada
            A la espera de Horacio, echamos un bocado terminando de secarnos. Cinco y cuarto, aquí llega. Vuelta a recorrer en rodante esos 12 km que nos separan de Nerín y cada mochuelo a su olivo. Además de ellos, los que hemos andado nosotros, finalmente han sido 25,6 km, recorridos en 8h 45’, de las que 6h 15’ han sido en movimiento. Los 1.025 metros de desnivel máximo han dado como resultado 1.355 acumulados positivos, y los mismos de descenso. Una jornada con claroscuros, más oscuros que claros, sí, ciertamente, pero en la que hemos sabido disfrutar también de la montaña y de su otra cara, teniendo que mostrarnos satisfechos para que nos permita volver. Gracias a todos y a todo.



Las fotos, en:
El track, en:
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=7853729