sábado, 10 de mayo de 2025

Garganta de Escuaín, por la faja Cazcarra y la surgencia del Yaga

 Año XIV. Entrega nº 938

IXOS MONS

Garganta de Escuaín

Lunes, 5 de mayo de 2025


            A estas alturas de la vida, todo el mundo montañero, al menos los que peinamos canas… o nada, tenemos conocimiento de quién fue y lo que representó Lucien Briet (1860-1921) en los albores del pirineísmo. Publicista de formación, fue un gran conocedor y admirador del Alto Aragón, visitó incansablemente nuestras montañas para narrar con su peculiar estilo descriptivo y colorista las numerosas expediciones, exploraciones y estudios con los Pirineos como tema nuclear.



            De su puño y letra, han llegado hasta nosotros los escritos de quien era un enamorado de las montañas, escritos que enamoran a los ya enamorados de y por ellas. Conoció y dio a conocer los más bellos e intrincados lugares de estas montañas, como es, la descrita por él, garganta de Escoaín, de la que decía: “Esta garganta, aunque presenta algunas analogías con los valles de Niscle y de Arrasas, que están a su inmediación, no se parece a ellos, y hablando con toda propiedad, no es garganta, ni cortadura, sino una formidable diaclasa abierta en plena montaña y digna de serio estudio y de examen atento…”



            Volveremos a sus narraciones, porque merece la pena. Pero antes, sin pretender llegarle ni a la suela del zapato, aportaremos nuestro granito de arena a este mundo de la difusión de las bellezas naturales de estas montañas que tanto amamos. 


Castillo Mayor

            El gran macizo de Monte Perdido, en la vertiente española, desparrama sus aguas a través de cuatro valles, Ordesa, Añisclo, Escuaín y Pineta. Gran parte de ellos están incluidos en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Hoy nos acercamos, quizás, al menos visitado de todos ellos, conocido como las Gargantas de Escuaín, cuya salida al gran Cinca está custodiada por Revilla en la margen izquierda, y por el propio Escuaín en la derecha.



            Es de esta última aldea de la que partimos para abrir una circular que discurre por los aleros de la margen derecha de la garganta. Con el beneplácito del impresionante macizo de Castillo Mayor, que impone su figura sobre nosotros, acompañamos al GR 15 en los primeros compases. Es la veterana Senda Prepirenaica que fue el primer sendero de Gran Recorrido en señalizarse como Sendero Turístico de Aragón en la provincia de Huesca tras el decreto, publicado en 2012, para su regulación.



            Partimos, pues, de la pista, que enseguida se interna en el parque, como nos recuerda el mural del centenario de su declaración. El plácido caminar nos permite ir degustando visualmente las montañas que se alzan por encima del congosto y que, a nuestra altura, ofrecen bellísimos y cuidados prados con sus cabañas pastoriles.


 



            Al cabo de 50 minutos, unos carteles del parque nos hacen dejar la pista y tomar un sendero a mano derecha en dirección al “Puente de los Mallos” y “Revilla”, desde donde visitábamos hace una década estos preciosos parajes. Un sendero que nos va bajando poco a poco, alternando masa arbustiva entre barrancos, para pasar definitivamente a vernos vestidos de bosque, transitando por parajes mágicos, para llegar a la hora y media de la salida, a la entrada de la faja Cazcarra, aunque nos desviamos unos metros para visitar ese puente anunciado.








            Un puente que une las dos vertientes del barranco de Gurrundué, que trae las esencias del circo homónimo, y que así se llama antes de convertirse, con más aportaciones, en el río Yaga. La vertiginosa mirada sobre el fondo del barranco es realmente impactante, haciéndote reflexionar sobre el poder de los elementos de la naturaleza, en este caso, sobre los millones de años que el incesante caudal del agua blanda ha sabido labrar su camino sobre la dura caliza, lo que nos lleva a comprender el valor de la constancia.




            Desandamos unos pasos para dar comienzo a la faja Cazcarra, que va ladeando emboscada, y que se deja atravesar por los barrancos de Carcil y Forqueta Sorripas, con una belleza, especialmente el primero, indescriptible, que deja caer sus aguas con gráciles saltos desde lo alto, depositándose en una badina cuyo color turquesa casi, casi, te hace pellizcar para comprobar si es real lo que ves.





            Como una hora y cuarenta minutos degustando los mejores placeres del tránsito por bosque mixto, de pinos, hayas, fresnos… que se esfuerzan por dar lo mejor de sí mismos, aportando ese prana vivificador, que agradecemos permanentemente. Tan espeso es el bosque que nos evitan el mal trago de ver que estamos pasando por tramos verdaderamente expuestos, equipados con sirga para evitar males mayores. 












            La faja termina, precisamente en el desvío para bajar a la surgencia del Yaga, un delicado tramo del que Briet decía: “Descendiendo con precaución se puede apreciar mejor el vacío, pero en cambio no se distingue ni la fuente ni el otro trozo de cortadura. La hierba está resbaladiza y es necesario apoyarse en los arbustos y en las ramas de los árboles”. Los algo más de cien años que nos separan de esas palabras han dado de sí para asegurar algún paso, pero no hay que bajar la guardia, pues es terreno propenso a estar húmedo, si no es mojado.








            Si te tomas con tranquilidad ese descenso no le meterás mucho menos de media hora, al cabo de la cual, ya en el seno del barranco, el rugir de las aguas de la surgencia te atrae para acercarte todo lo que se puede a ellas, para lo que hay un paso rodeando una gran roca que hay que atravesar con sumo cuidado. La locura del estruendo que produce al oído se comparte con la de la visión de semejante poderío de caudal que aporta al Yaga su verdadera esencia. Quizá no sea para tanto en otras épocas del año, pero en nuestra visita, y tras tantos meses de persistentes lluvias, es lo que nos encontramos.





            Volvemos a Briet, que nos describe el lugar como que “este río nace en la fuente, que es un brote enorme oculto en la misma garganta de Escoaín, y no en las manchas de nieve entre Sesa y las Tres Sorores, es decir, en las neveras situadas entre los picos de Niscle y de las Tres Hermanas, como dice Mallada”.



            Tras este rato verdaderamente hipnotizados, desandamos el camino de bajada con el mismo cuidado que entonces, para retomar el sendero que traíamos y continuarlo como media hora tranquilamente para llegar al pueblo, del que Madoz dice estar “en llano, al pie de una montaña, en terreno estéril, combatido por el viento de norte y de clima frío, casi todo el año cubierto de nieve…”










            Pues esto es lo que ha dado de sí una preciosa mañana en la que el tiempo, a pesar de sus amenazas, nos ha respetado y nos ha dejado disfrutar de estas maravillas naturales que tanto admiramos. Hoy han sido 5 horas las que le hemos dedicado para recorrer los 10,5 km de la ruta, con un desnivel acumulado en torno a los 755 m D+/- (Wikiloc: 445 m D+/-), lo que representa una pendiente media del 7,19%, habiendo alcanzado la altitud máxima en los 1496 msnm de al poco de pasar el barranco Carcil por primera vez.



BIBLIOGRAFÍA

Bellezas del Alto Aragón. Lucien Briet. Diputación Provincial de Huesca (1977)

Historia de Aragón. Los pueblos y despoblados II. Antonio Ubieto Anubar (1985)


RECURSOS DIGITALES

Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido  

Senderos FAM 

Senderos Turísticos de Aragón  

Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico 

Wikipedia  

Wikiloc  

Facebook 

RAE  

Fundeu  

Aragonario 

IGN 

Geamap  

Hijo de la Tierra 




Las fotos, con sus comentarios, y el track


Nota: Ha habido que corregir a mano el track dados los rebotes debido al encajonamiento en algunos tramos.

Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.





 





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