lunes, 4 de octubre de 2021

Gran Eriste y Bagüeñola, los Eristes Central y Sur, dos montañas lejanas y duras

 


AQUERAS MONTAÑAS
Gran Eriste (Eriste Central) (3056 m)
Pico Bagüeñola (Eriste Sur) (3041 m)
Sábado, 2 de octubre de 2021

            Hay un pensamiento, que se verbaliza con mucha frecuencia, y es el de que la naturaleza, la montaña, en concreto, desintoxica, nos ayuda a liberarnos de la vorágine del día a día y del estrés que eso produce, y siendo cierto, no lo es menos que también depende de la disposición, porque si no hay una buena actitud para que eso ocurra… eso, no ocurrirá. Porque miraremos sin ver, oiremos sin escuchar, tocaremos sin sentir… y volveremos habiendo aprovechado apenas una mínima parte de las bondades que nos ofrece “nuestra casa”, y es que como para que el ciego cante, la propina por delante, es algo que nos obliga la naturaleza, pero siempre en nuestro propio beneficio. Muhammad Ali, el famoso púgil Cassius Clay, lo dejó bien claro cuando decía que No es la montaña a escalar que tienes delante lo que te desgasta, es la piedra en tu zapato. Así es que, antes de comenzar a andar, asegurémonos de que no tenemos piedras en las botas, y no solo literal.



            Hoy, posiblemente más que muchos días, hay que hacer ese ejercicio, porque se trata de una ruta exigente, en la doble vertiente de larga aproximación y dureza de las montañas. Hoy, impulsados por un incansable tocayo, nos hemos acercado a los confines del Sobrarbe para incluso sobrepasar sus límites en favor de la vecina Ribagorza. Hoy, nos hemos aupado a lo más alto de un cordal que muga entre las dos, al Gran Eriste, o Eriste Central, y a uno de sus escuderos, el Bagüeñola, o Eriste Sur, ambos por encima de la cota tres mil. Para ello se ha partido del collado de Sahún para hacernos vida por el barranco de Surri, que complacido acoge el desagüe de la cuenca de los ibones de Barbarizia (Barbarisa en los mapas), para regresar por el collado de Pardines y caer de nuevo a la cuenca inicial. Hoy, es lo que ha tocado. Vamos.



            Dada la cierta lejanía de estas tierras respecto a nuestros escenarios naturales, optamos por hacer un acercamiento la víspera, para alojarnos en el refugio de Marradetas, muy próximo al collado de Sahún, por la vertiente de Chistau, y lo cierto es que fue un acierto pleno, porque nos sentimos muy bien acogidos, con muchas atenciones por parte de José Manuel y de Víctor, ofreciendo un excelente servicio y buenas viandas. La llegada estuvo bien sincronizada con la despedida de un sol en estos primeros compases de otoño, que nos dejaba un cromatismo digno de una buena Paleta. En un buen ambiente, en la misma bocana de la chimenea, como si los organismos fueran conscientes del desgaste al que iban a estar sometidos la jornada siguiente, iban ingiriendo la abundante cena que se nos ofrecía. 



LA APROXIMACIÓN

            Noche de refugio de montaña, sin más, quien ha sobrevivido a ellas ya sabe de lo que hablamos. Nos levantamos antes que el día, y coincidimos visualmente con su mayor lucero ya en el collado de Sahún, de donde partimos para esta exigente ruta. Y lo hacemos en clara dirección norte, en busca del barranco de Surri, que vamos superando para entrar, en hora y veinte minutos, en el PR-HU 51, que viene del otro lado del barranco, y con sus marcas llegamos hasta el ibón Chico en menos de media hora. Veinte minutos más y alcanzamos al rey de la cuenca, el ibón de Barbarizia, y en uno poco más los ibonets homónimos, mientras que las nieblas de cumbres se van levantando, persistiendo las del fondo del valle de Benasque.













EL ASCENSO Y LA TRAVESÍA

            Llegados al fondo de este gran circo que forman las montañas del cordal del pico Barbarizia al oeste, y las rotas del, también roto, cordal Eristes/Bagüeña, al este, la moderada cuesta que traíamos pierde su vergüenza y se empina como ella sabe, tanto es así que nos rendimos un breve momento para reponer fuerzas con todo el espectáculo de esta cuenca, y con la satisfacción de haber superado ya casi la mitad del desnivel. Seguimos por bolos y más bolos, en busca de nuestro siguiente hito, a las tres horas y media del arranque, que no es otro que el ibón Chelau de Barbarizia, aunque ahora no lo esté, donde se nos imponen ya, sin vacilación alguna, las cuasi verticales chimeneas para alcanzar el paso de la Gralla. Un cuarto de hora de aproximación a la pared y comenzamos ya a maridar con ella por la más aparente, que va haciendo tímidos zigzagueos hasta encarar ya el vertical tramo final, en el que hay que detener un poco el relato.


            No somos amigos de hablar en primera persona, pero la ocasión, creo que lo merece. En las sucesivas chimeneas se alternan tramos de roca firme con otros de puro escombro, debiendo tener sumo cuidado al transitar por ellos, por las piedras que se desprenden. En el último de esos tramos, justo debajo del paso de la Gralla, se presenta a la derecha unos de esos pasos muy descompuestos, y por la izquierda se ve uno, mucho más franco que, al ir el primero, acometo por lo ya mencionado. Exige echar las manos, y a cada paso se pone más tieso, hasta que en el último que soy capaz de dar me quedo empotrado bajo una roca que desde abajo pensaba que podía superar, pero que no pudo ser. Encajonado en la chimenea, doy aviso de mi situación, e indico que no sigan mis pasos y que suban por la derecha, no quedándome otra opción que esperar pacientemente a que llegue Toño arriba y me eche ese cordino que saca de los apuros. Y entre él y mi hijo David, a pulso, conseguían sacarme del empotre, pudiendo continuar los pocos pasos que quedaban hasta ese ansiado paso de la Gralla. En resumen: ESE ÚLTIMO PASO SIEMPRE POR LA DERECHA.




            Recompuestos ya del momento, y llegados ya todos al paso, que nos da vista a otra enorme cuenca, la de Bagüeña, con dos ibones homónimos, y repleta de muchos otros pequeños pendientes de bautizo. Cinco minutos por esta cuenca y de nuevo un paso por un portillo nos devuelve a la anterior, dando comienzo a la chimenea cimera, que nos deja ya en lo más alto de nuestra ruta de hoy, en el Gran Eriste o Eriste Central, de 3056 msnm, a donde han llegado las nieblas antes que nosotros, y escasamente van dejando renclijas para ir viendo y adivinando lo que nos ofrece esta montaña. Nos reagrupamos y seguimos unos metros hacia el norte, lo que la cresta nos permite razonablemente. Enfrente, el Beraldi, o Eriste Norte, también desafiante, pero nuestras intenciones hoy son sureñas, aparte que desde aquí se ve complicado hacerlo. Cuatro horas y tres cuartos.





            Bien. Abrazos, fotos, y media vuelta, bajar la canal cimera y volver al ambiente Bagüeña para perder altura, la menor posible, y acometer el ascenso al pico Bagüeñola o Eriste Sur, a cuya base llegamos en media hora, y en diez minutos más, la pared se pone más tiesa y hay que volver a echar manos para subir. Hay varias chimeneas, que no tienen muy buena pinta para bajarlas, pero es lo que hay. No optamos todos por la misma, y los dos que cierran el grupo se entretienen más porque dan un pequeño rodeo hacia el sur en busca de otra más cómoda. Reagrupados ya todos, hacemos cima con el mismo ambiente de nieblas volátiles. Pasada la cota más elevada, 3041 msnm, se ofrece también una cresta, que continuamos hasta donde se presta. De vuelta ya, pasamos de nuevo por la cima con la intención de bajar por esa chimenea que, aparentemente, se veía mejor.






EL DESCENSO

            Y, bueno, dentro de que no se llevaban mucho, vamos descendiendo por esta muy despacio, con sumo cuidado, pendientes unos de otros, hasta que estamos ya todos abajo y podemos seguir bajando por unas descompuestas gleras hasta las orillas de pequeños ibones, donde se presta para echar otro bocado. Siete horas y cuarto desde el arranque, en una tarde que empieza a caer y que unido a la persistente niebla y al desconocimiento del terreno, hace que nos planteemos seriamente el itinerario para la vuelta, que estimamos nos queda no menos de tres horas. Se fija finalmente en acompañar por debajo este macizo de Bagüeña, sin descenderlo del todo y cruzar por un paso a otra cuenca, también poblada de ibones, Pardines, Negro, Chuncos, Patri…, habiendo desestimando en ese momento la ascensión, prevista como posible, al Pico Bajo de Bagüeña




            Seguimos faldeando el macizo, hasta alcanzar el collado de Pardines, donde volvemos a pillar marcas de PR, y que nos bajan al ibón de Barbarizia. Ocho horas y tres cuartos de ruta, y es aquí donde nos adelantamos con David, llegando al ibón Chico, donde cerramos la circular, habiendo pasado uno momento antes por una enorme surgencia que lo alimenta.







            Siguiendo ya el itinerario de ida, en hora y cuarto nos presentamos en el collado de Sahún, y en cinco minutos más en el cruce del refugio, donde se había dejado el vehículo por la mañana, por no ir con todos al punto de partida, completando así una extraordinaria ruta de Alta Montaña por terreno ignoto, en 10h 20’, recorriendo 15,6 km, y salvando un desnivel acumulado total en torno a los 1315 m D+/-, en una jornada, como decimos, de diez, y en una compañía también de 10.








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