miércoles, 30 de junio de 2021

Mesa de los Tres Reyes, Pic de la Table y Paquizas de Linzola, mugando con Navarra

 


AQUERAS MONTAÑAS
Mesa de los Tres Reyes (2446 m)
Pic de la Table (2421 m)
Paquiza de Linzola Sur (2087 m)
Paquiza de Linzola (2104 m)
Sábado, 12 de junio de 2021

            Uno de los males de la humanidad es el de confundir la necesidad con el deseo. Cuando una persona tiene cubiertas sus necesidades, que no sus deseos, siente que es feliz. No nos cansamos de repetirlo, es en la Naturaleza, en el Medio Natural, donde encontramos la cobertura de gran parte de nuestras necesidades, tanto físicas como psíquicas, porque allí encontramos la belleza, la armonía, el sosiego, el permanente descubrimiento de la necesidad de retroalimentar esa misma necesidad, al mirarla, al admirarla, al reconocer que somos parte de ella. Así lo debió entender Albert Einstein quien, a pesar de ser un gran científico, tenía puesta también su mirada en la fuente ilimitada de vida que es la Naturaleza, y lo expresaba en frases como: Mira profundamente en la naturaleza y entonces comprenderás todo mejor. Porque se trata de eso, de mirar para comprender, de comprender para conocer, de conocer para amar.


            Lo que nos pasa es que por más que miremos no comprendemos. No comprendemos por qué están ahí esas montañas tan bellas, esos picos tan enhiestos, esos abismos tan profundos, pero de lo que estamos seguros es de que hay una razón, una razón que escapa a nuestra comprensión. En definitiva, lo que sí vemos es una composición, aparentemente caótica, pero que seguro obedece, como decimos a algo que, por otra parte, lo hace salvajemente bello y atractivo, y es esa belleza la que nos atrae una y otra vez, como en esta ocasión, que nos lleva de nuevo a los Valles Occidentales, en concreto a los límites de Aragón con Navarra, y con Francia en algún tramo, aunque las montañas no entienden de fronteras. Hoy recalamos en una de las zonas más alejadas, hoy nos vamos a Linza, en el municipio de Ansó, a darnos una extensa vuelta para visitar la Mesa de los Tres Reyes y el Pic de la Table, aprovechando a la vuelta para auparnos a la Paquiza de Linzola y regresar por su larguísima y agradecida loma al refugio.



LA APROXIMACIÓN

            Partimos pues, del refugio de Linza en una mañana que no termina de decidirse en cómo evolucionar, si en continuar con sus mágicos e intrigantes velos, o si finalmente no se interpondrán entre nuestras miradas y el magno escenario al que nos dirigimos. Nos parecerá bien lo que haga… ¡qué remedio! Pues allá vamos, por el más que transitado camino hacia el collado de Linza, al que llegamos en hora y cuarto. De aquí parte a la derecha el camino para el Petrechema, en otras ocasiones visitado. Nosotros seguimos de frente, para introducirnos ya en ese mundo herboso de lomas y vaguadas, que nos dará paso a otro más duro, más agreste, tirano, el mineral, el del karst, habiendo dejado atrás el desvío del GRT 13, que nos venía acompañando desde el arranque. Mientras que el sol nos va haciendo unos insuficientes guiños, alguna trepada por la franca caliza vamos superando, para llegar ya al último de los valles a atravesar, y acercarnos ya a la roca cimera, que también exige de manos. Finalmente, y tras tres horas y veinte minutos aparece ante nosotros la silueta del castillo de Javier junto a una figura de San Francisco Javier, su principal morador, y fundador, junto con San Ignacio de Loyola de la Compañía de Jesús, en el siglo XVI.









            Pero volvamos a nuestros días, concretamente a este, y a este momento, para saborear, para disfrutar de él y de esta estancia, que nos recibe con un tiempo un tanto desapacible, pero con verdaderos esfuerzos por parte del sol para ofrecernos alguna ventana de visibilidad, que nos permite lanzar nuestras miradas un poco más allá. Estamos en la cima de la Mesa de los Tres Reyes, que con sus 2446 msnm es el punto más alto de Navarra (y de los que crean en el concepto Euskal Herria) Es uno de esos puntos en los que confluyen administrativamente varios territorios, amparado por la leyenda más extendida de que en él se podían juntar los reyes de Aragón, Navarra y Francia, sin salir de sus dominio, pero hay otras no tan determinantes. De modo que es eso lo que vemos, tierras navarras, con el Karst de Larra, ese mundo infinito de lapiaces; tierras aragonesas, con todo lo recorrido hasta aquí y los fronterizos Mouscaté y Petrechema; y tierras francesas, con el Anie, Coutendé, Pene Blanque, Billares, sobre el mundo Lhurs, todo ello ocupando el grandioso circo de Lescun.



EL HOMÓNIMO FRANCÉS

            Una prolongación de esta montaña sobre suelo francés, muy característica, y visible desde lugares muy lejanos es la llamada Tabla, que no es otra cosa que el Pic de la Table (cabe recordar que “table” es la traducción en francés de mesa). Tras perder altura unos metros por donde hemos hecho la subida, nos desviamos hacia él, bajando a un pequeño collado, para subir a la cima de esta montaña tan ligada a la anterior. Desde aquí, por proximidad y por gentileza de las nieblas, podemos disfrutar de mejores vistas sobre los grandes abismos que tenemos bajo los pies. La roca, a tajo, cae varios cientos de metros, también nuestra mirada, que se mece hacia el infinito. Volvemos sobre nuestros pasos para continuar ya por la evidente senda, abriendo una interesante circular, que cerramos tras cruzar una zona de puro karst, e incorporarnos al más apacible itinerario de subida al cabo de hora y cuarto desde la Table. En otro cuarto de hora nos topamos ya con la señalización del GRT 13, y en poco, antes de llegar al collado de Linza, se nos abre una pequeña vaguada a la derecha, que tomamos para visitar la Paquiza de Linzola.





LA PAQUIZA DE LINZOLA

            Al igual que el Pic de la Table, este nuevo monte a ascender, es totalmente opcional, porque podríamos haber obviado el desvío y haber continuado por el mismo itinerario hasta el refugio. Pero…, como ocurre con mucha frecuencia, revivimos la contestación que hace un siglo dio Georges Mallory cuando le preguntaban que por qué subía montañas, y respondía con aquello de … porque están ahí… Este alpinista británico, junto a su paisano Andrew Irvine, desaparecieron a más de ocho mil metros en la cara NE del Everest, y todavía sigue siendo una incógnita si llegaron a coronarlo, lo que habría ocurrido 29 años antes del oficialmente reconocido efectuado por el neozelandés Edmund Hillary y el sherpa nepalí Tenzing Norgay, quienes lo ascendieron el 29 de mayo de 1953, siendo oficialmente, como decimos, los primeros seres humanos en poner los pies sobre el punto más alto del planeta.





            Pero volvamos a nuestro pequeño planeta. No hay camino muy definido, pero no importa, porque el objetivo está a la vista. Del barranco salimos a una más amplia explanada, dirigiéndonos hacia la derecha, para subir a pecho la corta, pero empinada, pendiente que nos sitúa en los 2087 msnm de la cima sur. Las nieblas se van retirando, lo que confiere unas impresionantes vistas sobre el entorno, especialmente sobre los extensos terrenos de pasto en la solana de esta montaña, que caen a Linza. Hay que bajar a un pequeño collado para realizar el ascenso final a la Paquiza de Linzola y volver unos pasos para tomar un incipiente sendero a la derecha, entre el cascajo de la descompuesta roca, que nos lleva a la loma, para cabalgarla hasta el final, con unas magníficas vistas a dos aguas sobre la aragonesa Linza y la navarra Belagua.






            La loma se termina y continuamos por sendero entre el pastizal, hasta entrar en el bosque de hayas, por un marcado camino sin lugar a pierdes. Confluye con el itinerario del Maz (Txamantxoia, por la vertiente norte), y sin más dilación amanecemos en la trasera del refugio de Linza, tras 8h 15’, habiendo recorrido 18,4 km y salvado un desnivel acumulado total en torno a los 1575 m D+/-, en una jornada que, a pesar de todo, ha dejado hacer y con buena compañía.



Más fotos y el track.

No hay comentarios:

Publicar un comentario