jueves, 23 de mayo de 2019

Col d'Arlet, por la siempre bella Agua Tuerta

MONS CON NIEU
Col d'Arlet (2098 m)
Miércoles, 22 de mayo de 2019



            Agua Tuerta de Ansó. Un lugar en el que los dioses se recrearon volviendo una y otra vez sobre lo ya creado, añadiendo siempre algo más, algo mejor… y lo siguen haciendo, de lo contrario no se explica. No se explica cómo luce ininterrumpidamente un día tras otro, con una luz, con un color, con un brillo, indescriptibles, que la definen como uno de los lugares más puros y bellos de los Pirineos. Su poesía trasciende, evocando momentos, evocando lugares, inimaginables. Tantas veces visitado, remueve todos los resortes del alma.

El Aragón Subordán llegando a la Mina

Aguas bravas
            Un puerto de montaña ocupado por el sinuoso discurrir de un Aragón Subordán, lento, calmo, tranquilo, sereno que, recién nacido, remolonea antes de verse privado de esa libertad horizontal, que transforma de forma mágica en vertical antes de encorsetarse, antes de precipitarse en esa burbujeante cascada que esconde entre las entrañas de un congosto, y que finalmente da lugar a esa vena abierta que recorre Guarrinza, otro paraje de singular belleza.
 
Una luminosa jornada nos espera
Hacia nuestro objetivo, con el Acué al fondo
            En el mismísimo corazón del Parque Natural de los Valles Occidentales, desde la Mina, por encima de la Selva de Oza, con Marisa, Pepe, Juancho, Joaquín y Miguel, nos disponemos a realizar una circular que enlace una serie de parajes a cual más bello: Guarrinza, Agua Tuerta, Arlet, Senda de Camille, Chemin de la Liberté, Puerto del Palo, Camino de Santiago, Barranco de las Foyas, cerrando de nuevo en la Mina. Pero hete aquí que el invierno no ha abandonado del todo las partes altas de estos parajes, y nos hemos encontrado con dificultades para llegar al Col d’Arlet, ya que grandes extensiones de nieve nos han dificultado el paso, pero finalmente…

Foyas bajo el Mallo Blanco

Cabaña de sarrios
            Estamos en una época del año en la que las mañanas madrugan más que nosotros, como en esta ocasión, que preferimos dejarle llegar antes, porque está más presentable, está más hermosa, luce con mayor esplendor. Como buena fémina le gusta arreglarse, le gusta venir al mundo para agradar, dándolo todo. Hoy nos fijamos especialmente en ese resurgir que, de nuevo un año más, la vida le da a las hayas, con esos incipientes brotes de hace unas semanas, convertidos ya en hojas, capaces de realizar su función respiratoria y transformadora. ¡Qué maravilla! ¡Cuánto le debemos a la naturaleza! Es formidable.

A sus anchas

            Espectáculo que contemplamos pasando por ese congosto, llamado “Boca del Infierno”, que a nuestro juicio más se merecería “Puerta del Cielo”, ya que nos abre una oportunidad para estar más cerca de él, porque a partir de aquí se acentúa, se potencia, más, si cabe, ese mundo de sensaciones como es la Selva de Oza. Tras superarla, es otro el que se nos echa encima, el bosque deja paso a unos valles pelados de arbolado, pero ricos en pastos.

Acompañando al río

Imagen de junio de 2012
            Llegamos a la Mina, uno de esos lugares míticos de los Pirineos. Un lugar de paso, de trasiego, a los pies del casi olvidado hoy en día Puerto del Palo, de gran importancia en el pasado como referencia de pastores, de peregrinos, de invasores, de contrabandistas, de huidos de calamidades y guerras… Hoy, mucho más tranquilo, es base de operaciones para una gran cantidad de excursiones hacia cualquiera de los puntos de la Rosa de los Vientos. No en vano es cruce de dos ejes principales, el horizontal del GR 11, o Senda Pirenaica, que luce su nueva señalización como Sendero Turístico de Aragón, y el vertical del GR 65.3.3, o Camino de Santiago por el paso mencionado, que coincide también con el recientemente marcado como Chemin de la Liberté, que rescata del olvido las andanzas de nuestros vecinos franceses huyendo del horror nazi.

En el puente de los Chitanos

GR 11 Sendero Turístico de Aragón
            El elegido hoy, parte hacia ese sol que nos alumbra y nos da calor, hacia el este. Emprendemos la marcha siguiendo las marcas de ese GR 11 por la margen derecha del Aragón Subordán, que trae las esencias de esa Agua Tuerta que conoce ya nuestra próxima visita. Un gran cabezo se interpone entre nosotros y el río, es el Mallo Blanco que, junto a sus foyas, lo dejamos a nuestra derecha, llegando al puente de los Chitanos en poco más de hora y media. No es difícil dejarse arrebatar por la intensa vibración de las bravas aguas que deja pasar bajo sus pies. Unas aguas que en gran abundancia nos han hecho cruzar ya varios barrancos y que inundan zonas de turbera.

Su timidez queda al descubierto

Restos milenarios
            Pronto llegamos a un punto en el que se nos abre la vista a esa tímida cascada, que se repliega sobre sí misma como si tuviera algo que esconder, pero que hoy no puede, porque ese enorme caudal de agua se lo impide, quiere hacerse visible al mundo, y lo hace en forma espumeante y atomizada, reflejando en cada gota ese sol que nos acompaña. A punto estamos ya de converger con la pista cuando pasamos junto a uno de los muchos vestigios megalíticos de estas montañas, señal inequívoca de que ya eran de gusto a nuestros antepasados de hace cinco mil años. Un enorme montón de piedras, dicho de modo poco digno, dispuestas en forma circular, albergando una gran roca plana y tumbada, que nos sugiere ser la parte superior de un dolmen.

Alcanzando la pista

La primera impresión es la que cuenta... pero habrá más
            Salimos a la pista y la cruzamos siguiendo el sendero, que ya se empieza a empinar más y más, atravesándola de nuevo otra vez más, hasta llegar al achar de Agua Tuerta, habitado por el espíritu de estos lugares y por un refugio forestal en sorprendente buen estado de habitabilidad, y para el que hacemos un llamamiento de que continúe así. Poco más de dos horas hasta aquí se merece un descanso. Sí, descanso, bocado y admiración, porque el paisaje se torna más alpino, los jadeos del último tramo de ascenso se calman ante lo que la vista alcanza. En medio de abruptas montañas Alguien pensó que el cuerpo y el alma debían reposar en este calmo lugar que tenemos ante nosotros, y que aún no vemos en toda su extensión, pero que no vamos a tardar en remediar.

En el refugio del achar de Agua Tuerta

Dolmen de Agua Tuerta... y su patio de recreo
            Abandonamos aquí ese GR 11, que va o viene, según le dé, a ese otro paraje de singular belleza como es el ibón de Estanés, y del que nos hemos ocupado en otras muchas ocasiones, aunque nunca lo suficiente. Bajamos hacia esas aguas mágicas, a punto ya de precipitarse por ese salto que la naturaleza le brinda para salvar el desnivel y dejarse deslizar ya por Guarrinza. Bajamos, decimos, y el camino nos lleva a visitar otro de esos monumentos funerarios de la antigüedad, el dolmen de Agua Tuerta, que estoico la ve pasar soportando vientos y soles. Buscamos el mejor paso del sinuoso discurrir del agua, y continuamos por el lecho del valle, buscando los puntos altos, ya que la gran profusión de agua inunda las zonas cercanas al cauce.

Cruzando el cauce

Primeras manchas de nieve
            Cruzamos el barranco de Acué, que de las faldas de esa montaña viene y nos acercamos ya al pie de la pendiente que vamos subiendo con tranquilidad, ya que es fuerte y así lo exige. Lo vamos subiendo por su margen izquierda, hasta llegar a los 1780 metros, donde encontramos una gran mancha de nieve, preludio de lo que nos espera. Lo volvemos a cruzar y ya de forma intermitente, barro, nieve, barro, nieve, continuamos nuestra ascensión. En los momentos que nos lo permite la progresión, podemos ir contemplando esa Agua Tuerta sobre la que vamos tomando perspectiva, así como de una enorme cabaña de sarrios que huyen de nuestra presencia.

Dos vigías rezagados no nos pierden de vista

Cruzando una de las muchas coladas de nieve
            Al cabo de algo más de una hora de penoso discurrir, alcanzamos lo que sería el punto más alto de nuestra ruta de hoy, en la muga con Francia, el Col d’Arlet, que toma el nombre de los dominios al alcance ya de nuestra vista, con su pico que domina la zona del refugio de montaña y el ibón, que dormita bajo el hielo. Ya veníamos comentando en el ascenso que si tanta nieve había en el solano, más habría en el paco, y así se ve, desaconsejando continuar, así que la opción es volver sobre nuestros pasos, aun con todo lo que hemos pasado, pero presumiblemente sería peor la vuelta por el lado francés. En llegando al refugio hubiéramos tomado la Senda de Camille hasta el Puerto del Palo, desde el que descenderíamos por el barranco de las Foyas hasta la Mina, pero es un sendero que va muy alto y el estado de la montaña lo desaconseja totalmente.

Nevados dominios de Arlet

Montes de Guarrinza, con el Castillo d'Acher
            Pues digerir esto y el bocado que nos echamos bien merece un descanso, afrontando ahora el mayor “problema” que se nos presenta, y es el de no saber hacia qué lado apostarte. Hacia el norte, los ya mencionados nevados dominios de Arlet, bajo la lejana mirada del omnipresente Midi d’Ossau; y hacia el sur, el paisaje que nos ha ido acompañando en el ascenso, y que ahora se nos muestra en toda su plenitud, ese fondo de valle glacial, convertido en un escenario idóneo para que el Agua Tuerta se retuerza solazándose con gran disfrute antes de su precipitación.

El Agua Tuerta

Bajando a los cielos
            Mucho es, pero a poco sabe. Tres cuartos de hora, son los que pasamos cambiando la mirada de horizonte, y con la decisión tomada y madurada comenzamos el descenso que intuimos más peligroso que el ascenso, pero que con cuidado vamos realizando. En otros tantos tres cuartos de hora nos presentamos ya en el cruce del barranco de Acué, tras lo cual pasamos por esa primera mancha de nieve, que ahora será la última. Alcanzar el lecho herboso se hace rápido. Nos acercamos hasta el punto en el que hemos hecho el cruce en la subida para hacerlo de nuevo. Lo siguiente es pasar junto a ese dolmen milenario y subir hasta el achar, desde donde nos despedimos de este paraje de ensueño, con la firme promesa de volver.

Reflejos

Peña Forca, Rincón de Alanos, Chipetas, se asoman
            En poco más de otra hora y media desandamos lo andado, bajar a cruzar la pista, puente de los Chitanos y continuar por el GR 11 a través del pastizal hasta llegar a los vehículos, en una jornada que no ha resultado ser lo que se diseñó, pero que sí nos ha permitido alcanzar su punto más alto y disfrutar doblemente de ese gran escenario, para el que se nos han agotado los epítetos. No ha sido una travesía transfronteriza, pero sí una gran ruta por bellos parajes del Parque Natural de los Valles Occidentales, que ha conseguido que disfrutáramos durante 8h 20’ de tiempo total, del que 6h 5’ han sido en movimiento, para recorrer 20,2 km netos, y salvar un desnivel acumulado total de en torno a los 1200 m D+/-.


Las fotos y el track.

No hay comentarios:

Publicar un comentario