domingo, 7 de diciembre de 2014

De venteo por el Mesola

A TUCAS ALBARS
Mesola (2.177 m)
Viernes, 5 de diciembre de 2014



         El otoño vino tímidamente, y tímidamente se fue. Poco duró. Sin embargo el invierno ha venido sin llamar a la puerta pirenaica. A ver si le gustan estos lares y se queda entre nosotros para unos meses. Sería lo deseable. En semana y media vamos a subir el Belén Montañero del CP Mayencos al pico Mesola, que con sus 2.177 metros de altitud es la máxima expresión de esta sierra de la Estiva, que perpendicular al eje principal, separa, o une, según se mire, vierte aguas en definitiva hacia el valle de Aragüés del Puerto y al de Napazal, en la cabecera del de Aísa. Y esas aguas, que van tomando forma, poco a poco, se incorporan al Osia y al Estarrún, ambos directa o indirectamente hijos del Aragón.

El paisaje se va vistiendo de invierno
            Decimos que es la mayor altura de esta divisoria, que además tiene el Bozo, Napazal y Petrito por el norte, y el Cucuruzuelo por el sur. Si quisiéramos recorrerlos todos, lo más interesante es comenzar desde el collado del Bozo, accediendo desde Lizara, y apearnos de ella por Jasa. Es lo que hemos hecho en alguna ocasión. Pero hoy vamos a hacer algo diferente, vamos a subir pegados al barranco de Sibiscal, en el valle de Aísa, a poco más de un kilómetro antes de llegar a su cabecera.

Saliendo del bosque
            Conforme vamos subiendo por el valle, vamos viendo el enorme marrón en el que están sumidos los montes de la divisoria. Aspe y Llenas por un lado, y Rigüelo y Lecherines por otro. Esperemos que no se mueva mucho de ahí. Desde luego, el de los recortables se ha entretenido esta noche cambiando de vestidos. De cualquier modo, se presume viento en las alturas. Mucho viento. La hermosa cascada de Sibiscal nos da la bienvenida en la entrada al Parque Natural de los Valles Occidentales, y a 1,3 km dejamos el vehículo para tomar una pista que sale a la izquierda. Allí mismo vemos un hito a mano derecha, como sugiriendo un sendero. Seguimos por la pista, y en una pronunciada curva a la derecha, encontramos en el codo una señal de los senderos del parque indicando “Senda de Sibiscal a Petrito”. Continuamos, y a poco más de otro kilómetro en total, y muy poco antes de que se termine, se toma un mal definido sendero a mano derecha, que por entre campas te va subiendo hasta la entrada al bosque. Un bosque solitario que creemos agradece nuestra presencia. También nosotros la suya.

Mallata de Petrito
            A los cuarenta minutos salimos a una campa, al final de la cual encontramos el primer refugio. Refugio forestal. Inútil refugio forestal, cerrado con llave. Seguimos por el bosque, por sendero poco definido y con tímidos hitos que vamos reforzando. Un claro del bosque nos deja ver un horizonte cercano, nevado, rasgado por la silueta del segundo refugio, al que hemos de llegar. Es la mallata de Petrito. Cruzamos el barranco de Bozarruego, y ya fuera del bosque, por una tasca invernando bajo las primeras nieves, en un par de zetas lo alcanzamos. Echamos un bocado en previsión de que arriba se muestre más hostil. Y bien que hacemos.


Llegando a cumbre
            Los poco más de trescientos metros de desnivel que nos separan de la cima los hacemos sin noción de sendero alguno y por un terreno en el que sólo las grandes piedras descuellan sobre la nieve ayudadas por el fuerte viento. Una manada de sarrios se ve sorprendida con nuestra presencia y tras contemplar nuestra ascensión durante unos breves momentos, se da a la fuga de forma envidiable. En cuarenta minutos, y sin la ayuda del viento, más bien al contrario, alcanzamos la cumbre. Fortísimas rachas nos hacen tambalear. El auténtico disfrute que supone desde aquí ver todo el cordal que se extiende desde Peña Forca hasta Lecherines, pasando por Agüerri, Bisaurín, Fetás, Bernera, Llenas, Aspe y Rigüelo, se torna un auténtico martirio de viento y ventisca que apenas nos deja abrir los ojos.

Rincón de Rigüelo
            Once y cuarto de la mañana. Esto no da más de sí. Hay que emprender el descenso, y lo hacemos hasta la mallata de Petrito pasando por la raya de encima, para tener la mayor panorámica, que no es mucha, sobre este doble circo hoy ocupado por este frente que nos enseña sus garras. Cuando no quiere, no quiere, y es por demás insistir. Seguimos bajando. Nos metemos en el bosque y alcanzamos el refugio forestal de abajo, y la campa que tiene a sus pies. Desde aquí, en lugar de continuar por el itinerario de subida, continuamos emboscados buscando un sendero que se tira hacia el E, y que pronto nos lleva a una vieja saca de madera, muy vestida, pero que se nos antoja nos va a evitar la pista del comienzo, como así es, yendo a salir justo a ese gran hito del arranque.


            De bajada, ya en el vehículo, paramos en la cascada de Sibiscal, para comprobar si sale algún sendero que nos suba a la pista. Lo hay, lo seguimos, y amanecemos en la carretera. Faltaría más exploración para ver su continuidad, que seguro que la tiene. Sin contar todas estas idas y venidas, han sido 8,9 km lo de hoy, con 830 metros de desnivel máximo han salido en torno a 920 acumulados. Le hemos metido 3h 55’, de las que 3h han sido en movimiento. Una jornada otoñal disfrazada de invierno. Bien disfrazada.



4 comentarios:

  1. Como os haga tanto viento el dia del belén no vais a poder tomar el champan. Habrá que pedir a los Elementales que sean benévolos. Bonita marcha a la que también se apuntó el sol... ¡cómo no!

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    1. Sí, Isidro, pero le pudo el viento. Gracias por el comentario.

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  2. CHAMPAN!!!, ya se lo que subiré yo, que no participo tanto de los belenes

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