martes, 25 de febrero de 2014

Fte del Paco y Bco Espata

MONS CON NIEU
Fte del Paco y Bco Espata
Viernes, 21 de febrero de 2014


            Lo mismo se piensa éste (éste es el tiempo, el del frío y calor, el de la lluvia y eso), que nos va a dejar en casa. Nos envalentonamos y subimos al Somport a esquiar, y como también nos recibe con mala cara, pues eso que nos tiramos más abajo, a ver si está más amable. Y lo encontramos en Villanúa, aunque también parece que quiere seguirnos. Le decimos que si quiere venir con nosotros tiene que acatar nuestras condiciones. Y lo hace.

El bosque encantado
            Así es que ya estamos preparados para hacer una clásica, subir a la fuente del Paco, y seguir barranco arriba hasta la confluencia con la pista de la Trapa, a la que le somos fieles hasta que encontramos el atajo del camino viejo, que nos saca de nuevo a la pista a la altura del desvío de la estación. De la estación del tren. ¿Qué tren? Sí hombre, sí, que aún sigue pasando.  Ahora lo hace sólo un vagón, y por qué no puede pasar medio… o en diferido, que también puede ser. Que me pierdo.

Barranco de Espata
            El arranque, la primera media horica, o menos, el camino se empina. En dos o tres puntos salen de nuestra derecha senderos que bajan a Villanúa. En ocasiones, los claros del bosque dejan ver el fondo del barranco, con sus descarnadas margas, que hacen cualquier cosa excepto embellecer. También permiten la vista sobre la cabecera del valle principal, el del Aragón; y cómo no, las faldas de este macizo calcáreo de la Collarada, que tantos secretos guarda todavía en sus entrañas.

            Cuando se suaviza ya la pendiente, el camino se ensancha, el alma también, y hay que ir con cuidado para que los árboles no te impidan ver el bosque. Un bosque que impone. Que impone su ley, que impone su porte, que impone su soledad, de la que está bien acompañado. Los señores del bosque son así, te encandilan, te enamoran, te abducen, quieren ser como tú, mientras que tú quieres ser como ellos. Esa es la verdadera comunión, en el verdadero templo. Grande.

Refugio forestal, junto a la fuente
            Llegamos a la fuente del Paco, como siempre debajo de su refugio. Una fuente que da todo de sí misma. Revienta de agua por todos sus poros, no tiene a quién ofrecérsela, pero ella sigue y sigue dando, no importa a quién, no importa si se aprovecha o no, no importa, ella da sin cesar. Da lo que recibe. Nada se guarda. Es formidable. ¡Cuánto que aprender! Y sin libro… para qué más libro que esto.

            Seguimos hasta alcanzar el puente que pasa la pista al otro lado del barranco, pero no con nosotros, que continuamos sin cruzarlo, que lo hacemos un poco más arriba. Y así andamos la casi hora y media siguiente, por sendero de bosque y combinando alguna dura rampa con suaves pasos por antiguos campos de cultivo, que añoran lo que fueron.

          Comienza a aparecer la nieve, y a medida que vamos subiendo lo hace con más insistencia, hasta que ya es total, hasta el punto de que hay que ir muy atentos a la salida a la pista para no pasártela de largo. Una vez llegados a ella la vamos ya bajando, por nieve dura al principio y menos después, que hace hundirnos en los corros más soleados.



          Casi una hora hasta pillar el desvío del llamado camino viejo a Collarada, que recorremos ya en modo trote, cruzando la pista en varias ocasiones. Parada para hacer un homenaje al dolmen de Letranz, como hicieran nuestros antepasados hace miles de años.

Dolmen de Letranz
            Y en cuatro patadas más, la senda te deja en la pista, a la altura del desvío de la estación. ¿Qué estación? Ah, que ya lo hemos dicho. Y en seguida al coche de nuevo. Buena y solitaria mañana en compañía y vestidos de bosque. Algo más de tres horas, que nos han sabido a poco, espero que al bosque también.







El reportaje completo de fotos, en:

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