lunes, 2 de septiembre de 2013

Peña Telera

AQUERAS MONTAÑAS
Peña Telera (2.762 m)
Domingo, 1 de septiembre de 2013


            El tiempo no corre de igual manera para todos los seres. Para los más longevos no hay prisa, tienen paciencia; para los más mortales la inmediatez tiene más importancia. Esta es la historia entre dos seres de distinta época, de distinta cuna, de distinta clase, pero con algo en común, su amor por el entorno, su amor por la lucha vital, su pasión por seguir viviendo y por seguir soportando la erosión del medio.

El equipo
            Cada vez que él pasaba cerca, el duro corazón de ella parecía conmoverse. Mientras, él no lo hacía muy a menudo, y cuando lo hacía, era a hurtadillas, como avergonzado por esa vieja promesa que no había sido capaz de cumplir. Ella tenía paciencia, y él siempre la excusa perfecta, pero excusa al fin y al cabo. La juventud madura, la madurez envejece, y los modos y los tiempos cambian. ¿Cómo habíamos podido subir, en nuestra juventud, con Carlos, a este lugar, con una docena de chic@s preadolescentes, y repartir un limón para catorce en su cima? Desde aquel lejano verano del 74 en el que dos corazones se unieron para siempre, ambos vivían con la esperanza, con la ansiedad de un nuevo encuentro. Que sepas, Peña Telera, que durante estos años yo también te he mirado de reojo al pasar, yo también he vivido con la esperanza de que llegaría el día en el que nos daríamos un abrazo en la cumbre. No más juegos de escondite. No más mentiras. No más reproches. No sé si volveremos a estar tan cerca. Aprovechemos el momento.

Reflejos
            Esta noche he soñado. Sí, he soñado que soñaba, y que por fin iba a despertar de ese sueño para hacerlo realidad. Por fin, esa roba-almas de montaña, no tan distinta a las demás, como custodia de sueños, iba a desembarazarse de uno de ellos. Y por fin, también iba a sellarse esa reconciliación, larvada durante tantos años. Una reconciliación que tuvo testigos, testigos de circunstancias, que no todos se conocían entre sí con anterioridad, pero que eso no ofrece absolutamente ningún problema en el ámbito en el que nos movemos. Todos aglutinados en torno a Juan Bazán, guía de Alta Montaña y Barrancos, de Aragón Aventura.

Avanzando
          Siete de la mañana. Aparcamiento de La Cuniacha, bueno, su exterior, porque una cadena impide el paso. Pero lo que no impide es la noche para comenzar nuestra ruta de hoy, cargada, muy cargada de pasado, de un pasado que pesa en la mochila, y que habremos descargado para bajar. Un sendero va burlando la pista, mientras que el sol va despertando visitando antes a quien más lo merece, porque ha sabido estar más alto. Son los montes, los montes que vamos a visitar. En poco más de media hora nos presentamos en la Plana Alta de Boj, ese lugar que aún remueve las runas de la memoria, en el que más de un centenar de personas compartimos territorio, conocimientos, pasión, momentos en definitiva en unas condiciones que hoy veríamos como precarias, pero que entonces satisfacían todas nuestras pretensiones. Algunos que esto lean sabrán de qué hablamos. Otros, se lo imaginarán, porque entonces andaban dando vueltas por la atmósfera de esta nuestra Tierra, antes de entrar en ella.

Corredor
            Esta campa está enfrente del barranco que hace de desagüe natural del ibón de Piedrafita, en el que nos presentamos al cabo de un cuarto de hora, y lo hacemos con gran respeto, porque aún anda en sus ensoñaciones, pero descubrimos en él una faceta que sospechábamos, siente envidia por las cumbres que lo rodean, las emula, se disfraza de ellas para mostrarlas al caminante y sembrarnos la duda de con cuál nos quedamos. Pues como el día va a ser largo, habrá tiempo para las dos. Aquí saboreamos, admiramos los reflejos de la altiva Peña Telera, pero como es un espejismo, vamos a por la verdadera, a por la real, que la tenemos como a 1.150 metros por encima.

En plena faena
            Y lo hacemos metiéndonos en una interminable glera tras haber recorrido unas herbosas lazadas. La pedriza es ruda, áspera, inquieta, mostrándose no siempre conforme con nuestro pisar. En el fondo nos gusta añadir dificultades a la ruta. En el fondo nos gustan estas protecciones de la montaña contra ligeros pensamientos en su abordaje. Se quitan las tonterías y se extrema el respeto y la atención. Casi hora y media de dura ascensión para superar los más de 700 metros desde el ibón, pero ha merecido la pena, y no sólo por las extraordinarias vistas que se abren al sur. El barranco del Puerto a nuestros pies, y por encima de él innumerables cordales con la tierra baja como telón de fondo.

En la expuesta travesía horizontal
            No nos entretenemos mucho, hay que echar un bocado, y hay que llegar hasta la raya de sol, que está próxima. La alcanzamos, la aprovechamos y seguimos. Estamos ante un impresionante muro calizo, con una prominente cabeza que desafía la gravedad. Nos dirigimos hacia ese casi imposible sendero colgado sobre el abismo de Tena. Aunque lo hiciera en la Faja de las Flores, Mariana no para de maravillarse, es algo que desborda sus sentidos y necesita asirse a un cabo para mantenerlos a raya. Agotaríamos todos los calificativos para esta travesía horizontal. Tres cuartos de hora de pura adrenalina.

Disfrutando
            Llegamos a la entrada del circo custodiado por Peña Telera (2.762 m) y Peña Parda (2.661 m), con una cubeta que bien pudiera albergar a uno de esos ibones, pero cuyas inquietas aguas, incapaces de sujetar este terreno calizo, irán a dar lección a otra parte. Casi otra hora más de ascenso para pisar la cumbre. ¡Qué momento! Las imágenes que tan alegremente emergen de no sé dónde, se entremezclan con las actuales, como queriendo finalmente maridar esos momentos, maridar esas sensaciones, maridar esos recuerdos, y sellar definitivamente esa grieta que tanto ha estado supurando. No queremos extendernos más, ya lo hemos hecho bastante al comienzo.

Con el amigo Jesús
            Cincuenta minutos para cruzar espacio y tiempo no son suficientes. No obstante hacemos lo que podemos por impregnarnos de tantísimo espacio, de tantísimo Pirineo, de tantísimas cumbres que la luz pone en contacto con nuestras miradas. No queremos hacer más promesas. Veremos.

            Volvemos a la realidad. Como el ascenso por la glera ha sido duro, pensamos que el descenso lo va a ser todavía más, por lo que se contempla la posibilidad de bajar por el barranco del Puerto. Así es que manos a la obra. Bajamos al collado entre estas dos cercanas cumbres, y luego nos ceñimos al monte para alcanzar el lecho de un pequeño valle colgado, sorteando como podemos los bolos que lo calzan. Casi hora y media hasta que encontramos una domesticada fuente, de la que damos buena cuenta. Unos enormes lapiaces junto a la entrada de una gran cueva nos acercan a un abrevadero en una campa, donde pasta ganado vacuno, que en lugar de ver personas, nos ven como enormes piedras de sal. No nos dejamos chupar, aunque lo harían bien a gusto.

El Valle de Tena a nuestros pies
            Nos hallamos ya debajo del Pilón de Acumuer. Seguimos nuestro impenitente descenso entre afiladas rocas calizas, un blando material que es perfilado, moldeado, por otro más blando aún, el agua. Sólo la constancia, la perseverancia es capaz de entenderlo. En el fondo de este circo encontramos el refugio de Usabas, en el que nos guarecemos un poco de ese sol que nos afoga desde lo más alto. Unos cientos más de pasos entre inestables bolos y alcanzamos la pista, que nos lleva al refugio del Puerto, o Furcunfiecho, en el que nos encontramos a Betés, nombre por el que se conoce a un habitual pastor del lugar, y que nos muestra dónde podemos encontrar algo de señal para ver si alguien nos puede echar una mano para subirnos a nuestros vehículos al llegar a la fuente de Santa Elena.

Circo del barranco del Puerto
            No lo conseguimos, los hados tecnológicos no están de nuestra parte. Lo que sí conseguimos, y no sin esfuerzo, es burlar las largas lazadas de pista a través de un sendero cuyos primeros compases son bastante incómodos, pero que en menos de hora y media nos saca a la rendición de este barranco en el río Gállego, no sin antes hacer ímprobos esfuerzos por conectar con nuestro transfer, sin resultado alguno. Gracias a la decisión y confianza en el ser humano, consigue Eva que un francés una a Juan con la furgo, con lo que damos por solucionado el tema. A partir de ahí, cada mochuelo a su olivo.

            A pesar de lo largo y tedioso de la bajada, el crono no miente cuando nos dice que aún hemos invertido muy poco menos de tiempo que en la subida. En total, 21,3 km, con casi 1.400 metros de desnivel positivo acumulado, y más de 1.800 negativo, en lo que hemos invertido once horas, de las que más de nueve y media de actividad. Todo ello, con un tiempo extraordinario, y una compañía para repetir. Gracias a todos y a todo. Definitivamente, ha sido una jornada muy especial.
           


El reportaje completo de fotos, en:



8 comentarios:

  1. Lo pasamos bien, fantástico día, fantástico paisaje, inmejorable compañía. Muchas gracias Chema por tan apasionada crónica.

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    1. Sí, fue largo, pero lo pasamos bien, y el día acompañó. Gracias a ti por el comentario.

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  2. Por cierto, ¿tienes el link del track?

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    1. ... no, todavía no, a ver si me lo pasan y lo incluyo...

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  3. Respuestas
    1. ... pues imagínate si hubieras venido... Gracias por el comentario.

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