Gruta Helada de Lecherines
Domingo, 14 de abril de 2013
Hace
meses, cuando se programan estas actividades no se tiene mucha idea de cómo va
a estar el terreno, si muy nevado, poco nevado o nada nevado. Este invierno ha
sido inusualmente muy generoso en nieves, de modo que pensamos que aún va a
quedar mucha por estos montes. El jueves me subo a ver dónde está el límite, y
lo encuentro un poco más arriba de la fuente de los Abetazos. De todos modos,
como al final estamos 6 personas, y 3 van a ir con esquís, ante la incomodidad
de cruzar el bosque con ellos, optamos por ir todos por el valle de Aísa,
regresando por el mismo sitio los esquiadores, y bajando por Gabardito los
raquetistas.
Bajo la atenta mirada de Lecherines |
Y
así hacemos. Madrugada de nivel alto, tirando a de espanto. Quedamos a las 6 en
Mayencos, con la idea de ir colocando la carretera de Aísa conforme vamos yendo
para allá. Salimos de noche. Llegamos de día. Un día joven, despejado, alegre,
prometedor. Los cálidos avisos del padre sol se dejan ya sentir sobre alguno de
los máximos exponentes que nos cubren por el norte, y que hacen de este circo
uno de los más bellos del Pirineo. Luce bien, lo he dicho, no?
Inclinadas laderas (foto de Fernando) |
Pues
al turrón. Cada uno con sus bártulos. Jano, Fernando y Javier con esquís, de
porteo, claro. Y Jaime, Arturo y el mendas con raquetas, de porteo, también claro. Cruzamos la valla, miramos de reojo al barranco, que está intratable, y
con cara de decir: “ya vendréis, ya”.
Y así fue. Felices y contentos hasta entonces, hasta que lo tuvimos que pasar,
momento en el que se nos hacen cortas las piernas y los bastones. Empiezan las
comedias. Afortunadamente no llega a mayores la cosa. Bien. Subida como para ir
al Aspe, hasta cruzarnos con el sendero GR 11.1, una variante del GR 11 que
saliendo de la Mina en la Selva de Oza, recorre estos valles, hasta que se
rinde en el GR 65.3.1 en Canfranc pueblo, a donde pretendemos llegar los raquetistas.
Llegando al collado |
Nos
colocamos las herramientas y vamos subiendo, dirigiéndonos hacia Rigüelo. Poco
a poco se nos va abriendo la vista sobre la cabecera de Lizara, presidida por
el Bisaurín. El encañonarnos frente a la Garganta del Aspe nos da una
extraordinaria perspectiva sobre este pico, rey en su reino, y su arista de los
Murciélagos. El sol, que poco a poco va cambiando su luz ambiente, pasando de
los rosas a los amarillos, amenaza con ir a nuestro encuentro, y hacerlo antes
de llegar al collado. Lo consigue. Sí, lo consigue.
Se adelantan los esquiadores |
Collado
de la Madalena. Dos horas y media largas. Bocado y trago, que el difunto no
vuelve. Ante nuestra vista el valle del Aragón, con su gigante local la
Collarada, que cierra por el sur el circo de Ip, ese pequeño valle glacial
suspendido sobre el principal, y del que aún nos queda un vestigio en forma de
ibón. Represado, pero ibón. Qué bonita es la montaña con nieve, y cuánto va a
durar este año. Pero como todas las monedas, tiene dos caras, y ante todo la
seguridad.
Interior de la gruta (foto de Fernando) |
En
un pis pas, los esquiadores en medio, llegamos al refugio López Huici, donde
diseñamos la estrategia. La mañana está despejada, no puede ser más, y vemos a lo lejos la
hondonada en cuyo seno está la gruta. Y como los que deslizan están ya deseosos de
hacerlo, que para eso han venido, ellos marchan a su rollito y nosotros ya si
eso… ya iremos llegando. Pasamos varias lomas, con una inclinación bastante
cercana al límite con raquetas. Acabamos llegando al trazado de verano del GR
11.1. Bajamos la cubeta y volvemos a subir otra. Y es aquí donde los
esquiadores nos hacen señas de que es mejor seguir por más abajo, cuando
nosotros pensábamos seguir por encima de la loma. Ya nos hubiéramos dado cuenta
al llegar a los puntos de mayor dificultad, pero mejor así.
Interior de la gruta (foto de Fernando) |
La
cuestión es que nos liamos a bajar y nos plantamos en la majada de Lecherines,
y claro, después de casi cinco horas raqueteando, subiendo, bajando, a medias
laderas, y tal y tal, y pensando en lo que nos queda aún hasta Canfranc, pues
eso, que decidimos descansar y tirar ya para abajo, no sin antes hacernos los
tres el firme propósito de volver, desde Canfranc a ver la gruta antes de que
se deshiele. Además, debido al enorme paquetón de nieve que hay, tenemos serias
dudas de si estará practicable la entrada a la gruta, porque está en una olla.
De cata (foto de Fernando) |
Los
esquiadores siguen su marcha. Al poco de salir de la majada de Lecherines vemos a
tres a lo lejos y pensamos que son ellos, ya de vuelta. Tienen que ir hasta los
coches y venir a buscarnos a Canfranc, por lo que nos tomamos el descenso con
calma. Tanto es así que nos cuesta como tres horas y media llegar. Pero eso sí,
disfrutando del recorrido, vadeando un montón de barrancos que te hablan al
cruzarlos, te susurran sus aguas, te cuentan cómo han pasado heladas todo el
invierno, cómo se han derretido por el calor, ¡cuánto que aprender!, y sus
planes de futuro. Alegres, bulliciosas, como los humanos en su juventud, en
busca de amansarse más abajo, más adelante, de apaciguarse en su madurez, en su
plenitud, y desde la inmensidad del mar fluir luego hacia arriba en etéreas formas, para volver a empezar. Sí, cuánto que aprender. Todo. Todo lo tenemos
en la naturaleza. Es prodigioso el ciclo del agua. Realmente prodigioso.
Bajando por el bosque |
Los
corros de bosque se van intercalando. Por cierto, está mucho mejor que en
verano, el estío lo deja lánguido, apagado, oscuro, triste. Pero ahora está
disfrutando también del entorno, de su entorno, de sí mismo. Barranco de Aguaré.
Majada de Gabardito y comienza la pista. Raquetas de quita y pon para aprovechar
al máximo la nieve, pero hay que rendirse ya, hay que recogerlas
definitivamente. Fuente de los Abetazos, a la que también le damos culto. Dejamos
la pista que baja hasta Villanúa, y tomamos el sendero por el bosque del
barranco de los Meses, que sigue siendo GR 11.1. Fuente de la Pajeta. Viveros
forestales. Canfranc pueblo. Descanso, comunicación con los bautistas que nos
vienen a recoger y a echar unas birras, que nos hemos ganado a lo largo de las últimas
ocho horas y media, con unas piernas en su sitio, pero con unos pies no sé dónde.
No quiero ni pensar si hubiéramos ido nosotros a la gruta, entre dos y tres horas más.
Pero hay que
volver!!!, porque los esquiadores sí que llegaron, sí que se podía entrar a la
gruta, y sí que estaba preciosa, como puede verse en las fotos.
El reportaje
completo de fotos, en:
https://picasaweb.google.com/chematapia/GrutaHeladaDeLecherines
Y si queréis
ver el álbum de Fernando, en:
GUAUUUU, ME ENCANTA QUÉ AMBIENTE, QUÉ NIEVE Y QUE BUEN GRUPO DE TRAVESÍA, ENHORABUENA
ResponderEliminarGracias, Cacatúa. A ver cuándo nos puedes acompañar, vale?
EliminarComo os lo pasais. superguai.
ResponderEliminarSaludos de Juan
Te das cuenta de lo que te pierdes, no? Gracias, Juan, por el comentario.
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