lunes, 24 de marzo de 2025

Travesía Triste - Barranco de Paternoy, por las sierras calladas

 Año XIV. Entrega nº 929


IXOS MONS
Travesía Triste - Barranco de Paternoy
Jueves, 20 de marzo de 2025

            “Antaño, cuando las gentes que se ocupaban de ponerle nombre a los lugares vinieron por aquí y vieron este pueblo, se dijeron: “qué pueblo más triste”, pues con Triste se quedó. Y continuaron su camino, hasta llegar a otro, en el que dijeron: “y éste, ¿cómo le llamamos?”, pues con Yeste se quedó”. José Ferrer.


San Salvador y Monte Pano

            Solemos comenzar con alguna cita de personas más o menos conocidas y que, de algún modo u otro, nos sirven como introducción. En este caso, al pisar estas tierras, la mente ha tirado de disco duro y nos ha traído estas palabras dichas como una anécdota más, por gentes de las montañas. Gentes anónimas que se ganan el sustento para sobrevivir y sacar una familia y la casa adelante. Con José Ferrer, de Hoz de Jaca, coincidimos en los primeros años de la década de los 70 del siglo pasado. Obviamente no se trata más que de una historieta montañesa, pero desde que se lo oí se ha fijado con una chincheta virtual en el panel de la memoria.


 Peña Oroel y Larraín

            El historiador Antonio Ubieto encuentra la primera mención de Triste en la Colección diplomática de la catedral de Huesca, nº 18 pág. 35, de Durán, en donde, fechado en 1059, “se cita al testigo Fortunio Ballanes, de Tristi”. Ubieto también nombra una larga serie de sucesivas donaciones a lo largo del tiempo, en las que iba pasando de mano en mano: infante Pedro (futuro Pedro III) en 1276, Rodrigo Jiménez de Luna, Jaime II de Aragón, Pedro IV de Aragón, que lo cedió a Jordán de Urriés, reclamándoselo a los 7 años para cederlo a Federico de Urriés… En 1610 era de Pedro de Urriés, señor de Ayerbe… Hasta 1571 pertenecería al arciprestazgo del valle de Soduruel.


Barranco de Triste

            Pues sí, por estas tierras estamos para hacer una ruta que comienza en invierno y termina en primavera. Y qué mejor manera de empezarla que venir con esa renovación que la nueva estación representa, para participar de esa regeneración que se produce en “nuestra casa”, que no deja de ser el monte, la montaña que, aunque no seamos propietarios de nada de lo que hay en ella, sí que nos permite disfrutar y aprovecharnos de sus bondades.



            Se trata de una circular, pero abierta para evitarnos más de 5 km por carretera, es por ello que situamos un vehículo a orillas de la A-132 (Huesca-Puente la Reina), a la altura de la salida del barranco de Paternoy (Km 48 a 49), para dirigirnos con otro hasta Triste, cuyo nombre, según leemos en la página oficial del Ayuntamiento de Las Peñas de Riglos, municipio al que pertenece, viene del latín “Trist”, que significa “muy difícil o con mucha dificultad”, y es que, continuamos leyendo, “antes de la construcción del embalse, aquí había un temido puente conocido como el Paso de la Gorgocha, que ahora está bajo las aguas”.



            Triste está situado en el flanco norte del embalse de La Peña, en la carretera A-1205 (Jaca-Sta. María). Pasada la localidad, dirección Jaca, a unos 500 metros, junto al Pk 38 dejamos el vehículo para echarnos ya al monte. Se andan, en esa misma dirección, unas decenas de metros, para cruzar el barranco y acceder ya al camino que, en principio no es tal, sino un paso por margas, aunque bien señalizado con la flecha amarilla, distintivo de Camino de Santiago.



           Es el antiguo camino de Triste a Ena, sobre una calzada romana que conduce a esta última localidad y luego a Botaya y al monasterio de San Juan de la Peña, que se le ha quedado vieja la señalización de GR 95 (Sendero de la Calzada Romana), y en este tramo ha sido sustituido por la de GR 17 (Sendero Mariano, denominado posteriormente como Camino de Santiago vía Arán-Pirineos o Camino de Santiago Reino de Aragón).



            Enseguida circulamos por bien definido sendero, que nos va subiendo e introduciendo en un bosque mixto con algún claro, que nos permite bandear nuestra mirada sobre el barranco y sus gráciles saltos de agua, que en estos días es mucha. El caminar es placentero, debido a lo solitario del lugar. Por el camino nos vamos encontrando restos de bordas, corrales que servirían para las labores propias del pastoreo. 






            En hora y veinte minutos llegamos al barranco de Ena, con un considerable caudal de agua que nos hace cruzarlo sin poder evitarla. Se va alternando la pista con sendero, pero siempre con el amor del bosque. A los cinco minutos dejamos las marcas rojiblancas y la flecha amarilla que sigan a Ena, para tomar un desvío a mano izquierda. Con ello dejamos también el barranco de Ena, para seguir por el del Ordaniso, siendo los dos que conforman el de Triste, aguas abajo.


Barranco de Ena


Barranco de Ena

Desvío a la izquierda, dejando el GR a la derecha

            Quince minutos más por el pinar, con buxos* y buenos ejemplares de cajico*, cuando dejamos el barranco del Ordaniso, sin cruzar, y comenzamos a subir una loma sin sendero definido hasta que, en veinte minutos más salimos a una pista, que tomamos a la izquierda. Se llega a la casa del Ordaniso, todavía en pie, con bordas anejas en ruinas. Merece la pena darse una vuelta por sus alrededores para tratar de evocar, con sumo respeto, aquellos tiempos, no tan lejanos, en los que bullía la vida por aquí.



Barranco del Ordaniso


            La pardina del Ordaniso, hoy propiedad del estado está en el monte homónimo, que gestiona la Confederación Hidrográfica del Ebro; perteneció en su momento al marqués de Ayerbe, y tiene mención en un documento falso datado en 1042, en el que se alude a “la villa denominada “Ordanisu” (Ubieto Arteta, Jaca nº 2 pág. 32)”.


Casa del Ordaniso

Oturia

Canciás

            Volvemos a la cercana pista para seguir por ella y, tras alcanzar los 862 msnm, que es la mayor cota de la ruta, comenzamos a bajar hasta caer ya a la cuenca del barranco de Paternoy, teniéndolo que cruzar en dos ocasiones, la primera con agua por encima de la rodilla, pero a gusto. Entre ellas, se queda a la izquierda, y algo apartada de la pista, la casa Visús, aunque están documentadas dos, Visús del Río y Visús del Pueyo. Lo que vemos es de lo poco que, aparentemente, se mantiene en uso por estos lares. Se vuelve a cruzar el barranco y ya, en menos de una hora se llega al final de la ruta, disfrutando de la belleza del barranco en los varios asomes que se prestan.


Portillón de la Osqueta

Barranco de Paternoy



Casa Visús

Cajico centenario




            Si hemos cumplido con todos ellos, cómo no lo íbamos a hacer con el último, que es el que se aprecia desde la carretera, un precioso salto de agua, y más ahora, con el abundante caudal que destila el barranco. La llegada al vehículo la hacemos 5 horas después de haber salido del otro, habiendo recorrido 15,1 km, con un desnivel acumulado de 485 m D+ y 495 m D- (Wikiloc: 355 m D+ / 340 m D-), con una pendiente media del 3,21%, y habiendo alcanzado la altura máxima de los 862 m de la divisoria de los barrancos de Ordaniso y Paternoy.



GLOSARIO

Buxo: boj

Cajico: quejigo


BIBLIOGRAFÍA

Historia de Aragón. Los pueblos y despoblados II. Antonio Ubieto. Anubar (1985)

Historia de Aragón. Los pueblos y despoblados III. Antonio Ubieto. Anubar (1986)

Las pardinas del río Asabón. Óscar Martín. El autor (2017)


RECURSOS DIGITALES

Las Peñas de Riglos  

Senderos FAM 

Senderos Turísticos de Aragón

Paisajes viajados 

Confederación Hidrográfica del Ebro 

Románico aragonés 

Wikipedia  

Wikiloc  

Facebook 

RAE 

Fundeu 

IGN 

Geamap 

Hijo de la Tierra 




Las fotos, con sus comentarios, y el track.

 

Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.












miércoles, 19 de marzo de 2025

Susín, nada muere si no muere en ti

 Año XIV. Entrega nº 927

Susín, con sus dos casas y la iglesia (foto de Ana)

IXOS MONS
Susín (1065 m)
Sábado, 15 de marzo de 2025

           “Mi sueño es que Susín tenga una restauración auténtica”. Angelines Villacampa.



            El 7 de febrero de 2013 el viejo corazón de Susín recibiría un tremendo sobresalto, tanto así que, a partir de entonces, sólo late por sí mismo con un frágil hálito de vida y no acompasado con la fortaleza del que fue su última habitante, cuyos pasos cesaron de acariciar sus calles, cesaron de acariciar sus campos. Unas calles, entre casa Mallau, su casa, casa Ramón, la otra que hay en pie, la herrería y el templo dedicado a Santa Eulalia, que se verían privados de su presencia, de sus cuidados, de sus vibraciones, impregnando cada una de sus piedras; y unos campos en la redolada que dejarían de verla pasear por ellos, siempre con ese mantra en su mente.

 

Casa Mallau

            Un mantra verbalizado en esa frase lapidaria, como queriendo inmortalizar lo que en piedra se inscribe, como queriendo alargar su sombra sobre este magnético lugar, como queriendo sobrevolar su espíritu unido al de este pueblo, como lanzando un reto en esas 9 escasas, pero comprometedoras palabras, que se grabarían en el corazón de los que la rodeaban. Como queriendo.


Casa Ramón

            “Sobre los campos, sobre los tejados, sobre la esperanza y la soledad.
            Sobre los espantos, sobre las nostalgias, sobre los espacios, crezca la verdad”.

 

            Versos del ínclito Labordeta que incluyó en su canción Caminaremos, que nos salen al paso para poner en sentimiento esos pensamientos que se agolpan en la mente al recorrer estas calles de un pueblo que, como cientos de ellos, salpican la intrincada geografía del Alto Aragón, porque en el fondo… nada muere si no muere en uno mismo.


Borda y era de casa Ramón

            El historiador Antonio Ubieto nos cuenta de Susín, que, "a pesar de no tener más de tres casas, en 1834 tenía ayuntamiento propio, uniéndose al de Casbas de Jaca en 1845, encontrando la primera mención en 1195 como “Sosín” (DURÁN, Colección diplomática de la catedral de Huesca, nº 498), que lo fue hasta 1646 desde cuando se habla del actual Susín. Con parroquial dedicada a Santa Eulalia y ermita a la Virgen de las Eras, perteneció al obispado de Huesca hasta pasar al de Jaca en 1571".


Iglesia de Santa Eulalia

            El barranco de Oliván, a punto de rendir al Gállego las esencias del Sobrepuerto, es una de las puertas naturales a este vasto territorio, y al pasar por allí, se hace inevitable echar la mirada en busca de Susín, una pequeña aldea colgada a más de mil metros en la ladera del monte y que, como tantos pueblos de las montañas, tiene su historia, tiene sus historias.


Barranco de Oliván

            Enrique Satué, escritor aragonés, con raíces en estas tierras serrablesas*, en su último trabajo, en el que hace un recorrido por su memoria ligada a la de buena parte del Pirineo aragonés, nos cuenta que “… los antepasados de Angelines pertenecían al linaje de los Villacampa, uno de los más importantes de la montaña, repartidos por la ribera del Ara, la Guarguera* y la Galliguera*… la infanzona casa Mallau poseía antes de la Guerra Civil viñas en el Somontano, propiedades en Senés de Alcubierre para realizar la trashumancia, para la que nunca le faltaban pastores y criados en la casa… no fueron reticentes a la modernidad, propiciando la colocación de una dinamo en el barranco de Berbusa para facilitar tibia luz a esa aldea, a la suya y a la vecina Casbas, y sin dejarse perder su casa, campos y montes, levantaron un hotelito en la floreciente Sabiñánigo”.


Berbusa

           Si aquellas poderosas gentes levantaran la cabeza sería imposible que comprendieran el actual panorama, y no sólo humano, de las montañas sin haber vivido la progresiva y cuasi mortal sucesión de los acontecimientos, que han abocado en una irreversible degradación de las formas tradicionales de vida. Esto nos indica que nada es para siempre, salvo la esencia de lo auténtico.



            Traemos otro testimonio de Carlos Casasús, quien nos cuenta que su bisabuelo era el cartero de Biescas, y que su hijo Vicente, desde temprana edad le ayudaba, encargándose de subir el correo a Susín, añadiendo que, cuando el joven tenía que ir solo, su padre le cedía la turuta para espantar los lobos que le salieran al paso.



            Quedando despoblado en el año 1966, fue en la década de los 80 cuando volvía Angelines con toda su energía al pueblo con el firme propósito de llevar su proyecto adelante que, lamentablemente, tuvo que dejar inconcluso. Ella sí vivió esos acontecimientos de las últimas décadas, y consciente de ello quiso dotar de contenido su frase lapidaria con la creación de la Asociación Mallau-Amigos de Susín, el 24 de diciembre de 1999, a través de la cual canalizaba sus esfuerzos para dar a conocer los usos y costumbres del mundo rural y los peligros que le acechaban. Una de las primeras iniciativas fue la convocatoria, a modo de “campo de trabajo” de quedadas mensuales para labores de recuperación.


Borda y era de casa Mallau, con casa Ramón al fondo

            La Asociación Cultural “O cumo*” de Oliván organiza cada año una marcha popular a Ainielle, otro de la docena de despoblados que hay en Sobrepuerto, quizá el más conocido por la fama que le dio la novela La lluvia Amarilla, de Julio Llamazares. Hace diecisiete años se celebraba la segunda edición de la marcha y, entre los cientos de personas, coincidí con esta mujer que me hablaba de su pueblo y de que era su última habitante. De aspecto enjuto, su calmado, pero a la vez, enfático verbo la iba definiendo como una persona tenaz, luchadora, viviendo contra viento y marea. Encarnaba el paradigma de la autenticidad, de la resistencia, de la resiliencia, del deseo de devolver el esplendor a su decadente pueblo. Se me antojaba que estaba ante una verdadera heroína.


Angelines, a la izquierda, con Julio Llamazares, entre otros, en el primer encuentro de Ainielle (2007)
Desconozco el autor de la imagen

            Hoy en día se cae fácilmente en el error de asemejar el término “deshabitado” con el de “abandonado”, referidos a esos pueblos que se han quedado sin gente, pero hay que recordar que, aunque un pueblo abandonado esté deshabitado, uno deshabitado, no tiene por qué estar abandonado, ya que, como recuerdan en la asociación, “en Susín se vive todo el año, aunque no todos los días”. De cualquier modo, son pueblos deshabitados por sus antiguos moradores, y abandonados por los tiempos, pero nunca olvidados, porque perviven en la memoria, cada vez más amarilla, de aquellos que tuvieron que cerrar por última vez la puerta de sus casas, cuyos ecos resuenan todavía por los valles. 


Angelines Villacampa en el fogaril de su casa (foto EPA)

            Esa asociación, que la última moradora de Susín creó, de la mano de su hijo Óscar siguió adelante recogiendo su legado, porque los pueblos que fueron, como todos los seres vivos, tienen su alma, que se mantiene mientras haya alguien que la aliente, y eso es lo que hace un grupo de personas que se reúnen periódicamente para materializar el sueño de Angelines. 


Quedada comunal de febrero (foto de Ana)

            Y entre ese grupo de activistas destacan dos personas, Ana y Moisés, que tuvieron un primer encuentro “casual” con Angelines en 2001, porque iban a Ainielle y debido al mal tiempo acortaron la excursión subiendo a Susín. Conocieron las quedadas, y en 2013 comenzaron a incorporarse a ellas, que se celebran el último sábado de mes. Quedaron tan prendados de su irrefrenable y decidido ímpetu, que se lo tomaron como asunto propio, dedicando desde entonces mucho tiempo y esfuerzo en levantar lo que el tiempo ha ido derribando en el entorno del pueblo, en un escenario extraordinario. La casa Mallau no ha sido la única que se ha involucrado en estos trabajos, ya que Maribel Bergua y Josep Nebot, de casa Ramón, también se implican, así como amigos y simpatizantes.


Empedrado del zaguán de casa Mallau

            Más de una vez hemos estado en Susín, sin coincidir con ellos, pero ahora lo hemos querido hacer para tener una charrada distendida y dejar que compartan con nosotros cómo están siendo estos años en los que el alma de Angelines sigue vinculada a la de este pueblo, con dos únicas casas en pie, aunque según Madoz, en 1845 da una población de “3 casas, 5 vecinos y 31 almas”, añadiendo la casa Canales a las dos citadas, de la que no se encuentra rastro, siendo la de Mallau, indiscutiblemente la más fuerte. 


Aperos en el zaguán de casa Mallau

            Conocer a Angelines, comentan, “fue como amor a primera vista, involucrándonos poco a poco en las tareas propias de la recuperación, centradas fundamentalmente en la reparación de muros y desbroce de caminos… llegó a haber luz en el pueblo, pero ahora la conseguimos con un generador… y para el agua, hay un contador en cada casa, de hecho, hay una persona empadronada en cada una de ellas”.



            Celebran dos fiestas al año, para la Asunción (15 de agosto) y en el aniversario del fallecimiento de Angelines (7 de febrero), ambas con misa en la iglesia, que la celebra Ricardo Mur, el párroco de Biescas. Otros eventos que organizan son la acogida a un festival de SoNna Huesca, la recepción de grupos para difundir los valores de la vida tradicional en los pueblos de montaña, exposiciones de arte de diversos autores de la redolada y el certamen de cuentacuentos, que ya iniciaría Angelines y que se lleva a cabo todos los veranos.


Moisés podando (foto de Ana)

            “Hay mucho más trabajo que manos y tiempo”, añaden, por lo que se centran en el día a día sin echar la vista mucho más allá, pero les brillan los ojos al nombrar, por ejemplo, la restauración del tejado de la ermita o la limpieza del monte para marcar una ruta que llamarían de “los cajicos*”, porque hay unos cuantos ejemplares asombrosos. Proyectos ambos de gran envergadura para los que necesitarían apoyo, ya que “con los recursos de donativos o venta de manualidades o de lotería, apenas llega para la compra o reparación de herramienta o de materiales”. Hablando de futuro, ven que “no es muy halagüeño, ya que no hay un serio relevo generacional que garantice la continuidad de esa gran ilusión de Angelines”. "Mientras podamos venir, vendremos", concluyen.


Ana levantando el muro (foto de Moisés)

            Tras el placer de haber tenido esta amena charla alrededor del fuego bajo la gran chaminera*, como las antiguas veiladas*, a pesar del desapacible día, junto a los cicerones, nos damos una vuelta por el pueblo y sus alrededores. Del casco urbano, además de las dos casas descritas, destaca el pequeño edificio que hacía de herrería, en la que un herrero ambulante acudía regularmente a realizar los trabajos propios del oficio.


Limpiando la calle (foto de Ana)

Levantando el muro (foto de Ana)

Fogaril de casa Mallau (foto de Ana)


Herrería

            No podemos dejar de hablar de los dos edificios religiosos. Por un lado, la joya de la parroquial, bajo la advocación de Santa Eulalia, de estilo románico (S. XI), y más concretamente “Románico del Gállego” o “Románico de Serrablo”, aunque sufrió una importante reforma en el XVII, con vestigios de sillares reaprovechados, posiblemente del siglo VIII, . El otro es la cercana ermita de la Virgen de las Heras, datada en los siglos XVI o XVII, que espera una buena restauración de la techumbre.


Iglesia románica de Santa Eulalia

Ermita de la Virgen de las Eras

            Santa Eulalia (290-303), reconocida tanto por la iglesia católica como por la ortodoxa, no quiso renunciar a su fe cristiana, por lo que el emperador Diocleciano ordenó que sufriera un martirio por cada año de su vida, que fueron trece. Con el impulso de mantener el imaginario religioso popular, al parecer ha sido objeto de un desdoblamiento hagiográfico, ya que se conoce, en esa misma época, una en Mérida (Badajoz) y otra en Sarriá (Barcelona), lo que hace balancearse hacia el lado legendario en detrimento del histórico. 


Interior de la iglesia románica de Santa Eulalia

Torre, bífora y ábside

Detalle de la bífora

Detalle del friso con baquetones

Valle glacial del Gállego, con Oliván y Escuer

Fachada norte de la iglesia

Ermita de la Virgen de las Heras

Peña Oroel

            Completamos el paseo por los campos aledaños, comprobando el ingente trabajo de su desbroce y de levantar cientos de metros de muros caídos, todo en buen uso en los tiempos en los que, aunque con sólo 2 o 3 casas, la vida bullía en esta aldea en la que Angelines fue su última moradora permanente, y cuya estrella brilla ahora más que nunca gracias a colaboradores tan comprometidos como Ana y Moisés y todas aquellas personas que acuden a las convocatorias.




Lavadero de casa Mallau


            Ha sido un verdadero placer haber tenido esta charla con ellos, y los animamos a no dejar perder esta iniciativa, por la memoria de Angelines y de tantos cientos, miles, de personas que tuvieron que pasar por el doloroso trance de abandonar su “casa”, entendida como el conjunto de la hacienda, que no sólo son los edificios, sino las tierras, los animales, el paisaje, los recuerdos… en definitiva, la vida.


Ana en el fogaril (foto de Moisés)




GLOSARIO

Serrablés: perteneciente a Serrablo, en la actual comarca de Alto Gállego.

Guarguera: ribera del río Guarga, afluente del Gállego.

Galliguera: ribera del río Gállego, entre la Guarguera y Ardisa.

Cumo: comedero, abrevadero.

Cajico: quejigo 

Chaminera: chimenea

Veilada: velada


BIBLIOGRAFÍA

Historia de Aragón. Los pueblos y los despoblados, III. Antonio Ubieto. Anubar (1986)

Pirineo y manta, II. Por el Alto Gállego, Sobrarbe y Somontano. Enrique Satué. Prames (2023)


RECURSOS DIGITALES

Asociación Mallau 

O Cumo 

Piedras Sagradas  

SIPCA  

Románico aragonés 

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RAE 

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Aragonario 

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