Año XIV. Entrega nº 929
“Antaño, cuando las gentes que se ocupaban de ponerle nombre a los lugares vinieron por aquí y vieron este pueblo, se dijeron: “qué pueblo más triste”, pues con Triste se quedó. Y continuaron su camino, hasta llegar a otro, en el que dijeron: “y éste, ¿cómo le llamamos?”, pues con Yeste se quedó”. José Ferrer.
Solemos comenzar con alguna cita de personas más o menos conocidas y que, de algún modo u otro, nos sirven como introducción. En este caso, al pisar estas tierras, la mente ha tirado de disco duro y nos ha traído estas palabras dichas como una anécdota más, por gentes de las montañas. Gentes anónimas que se ganan el sustento para sobrevivir y sacar una familia y la casa adelante. Con José Ferrer, de Hoz de Jaca, coincidimos en los primeros años de la década de los 70 del siglo pasado. Obviamente no se trata más que de una historieta montañesa, pero desde que se lo oí se ha fijado con una chincheta virtual en el panel de la memoria.
El historiador Antonio Ubieto encuentra la primera mención de Triste en la Colección diplomática de la catedral de Huesca, nº 18 pág. 35, de Durán, en donde, fechado en 1059, “se cita al testigo Fortunio Ballanes, de Tristi”. Ubieto también nombra una larga serie de sucesivas donaciones a lo largo del tiempo, en las que iba pasando de mano en mano: infante Pedro (futuro Pedro III) en 1276, Rodrigo Jiménez de Luna, Jaime II de Aragón, Pedro IV de Aragón, que lo cedió a Jordán de Urriés, reclamándoselo a los 7 años para cederlo a Federico de Urriés… En 1610 era de Pedro de Urriés, señor de Ayerbe… Hasta 1571 pertenecería al arciprestazgo del valle de Soduruel.
Pues sí, por estas tierras estamos para hacer una ruta que comienza en invierno y termina en primavera. Y qué mejor manera de empezarla que venir con esa renovación que la nueva estación representa, para participar de esa regeneración que se produce en “nuestra casa”, que no deja de ser el monte, la montaña que, aunque no seamos propietarios de nada de lo que hay en ella, sí que nos permite disfrutar y aprovecharnos de sus bondades.
Se trata de una circular, pero abierta para evitarnos más de 5 km por carretera, es por ello que situamos un vehículo a orillas de la A-132 (Huesca-Puente la Reina), a la altura de la salida del barranco de Paternoy (Km 48 a 49), para dirigirnos con otro hasta Triste, cuyo nombre, según leemos en la página oficial del Ayuntamiento de Las Peñas de Riglos, municipio al que pertenece, viene del latín “Trist”, que significa “muy difícil o con mucha dificultad”, y es que, continuamos leyendo, “antes de la construcción del embalse, aquí había un temido puente conocido como el Paso de la Gorgocha, que ahora está bajo las aguas”.
Triste está situado en el flanco norte del embalse de La Peña, en la carretera A-1205 (Jaca-Sta. María). Pasada la localidad, dirección Jaca, a unos 500 metros, junto al Pk 38 dejamos el vehículo para echarnos ya al monte. Se andan, en esa misma dirección, unas decenas de metros, para cruzar el barranco y acceder ya al camino que, en principio no es tal, sino un paso por margas, aunque bien señalizado con la flecha amarilla, distintivo de Camino de Santiago.
Es el antiguo camino de Triste a Ena, sobre una calzada romana que conduce a esta última localidad y luego a Botaya y al monasterio de San Juan de la Peña, que se le ha quedado vieja la señalización de GR 95 (Sendero de la Calzada Romana), y en este tramo ha sido sustituido por la de GR 17 (Sendero Mariano, denominado posteriormente como Camino de Santiago vía Arán-Pirineos o Camino de Santiago Reino de Aragón).
Enseguida circulamos por bien definido sendero, que nos va subiendo e introduciendo en un bosque mixto con algún claro, que nos permite bandear nuestra mirada sobre el barranco y sus gráciles saltos de agua, que en estos días es mucha. El caminar es placentero, debido a lo solitario del lugar. Por el camino nos vamos encontrando restos de bordas, corrales que servirían para las labores propias del pastoreo.
En hora y veinte minutos llegamos al barranco de Ena, con un considerable caudal de agua que nos hace cruzarlo sin poder evitarla. Se va alternando la pista con sendero, pero siempre con el amor del bosque. A los cinco minutos dejamos las marcas rojiblancas y la flecha amarilla que sigan a Ena, para tomar un desvío a mano izquierda. Con ello dejamos también el barranco de Ena, para seguir por el del Ordaniso, siendo los dos que conforman el de Triste, aguas abajo.
Quince minutos más por el pinar, con buxos* y buenos ejemplares de cajico*, cuando dejamos el barranco del Ordaniso, sin cruzar, y comenzamos a subir una loma sin sendero definido hasta que, en veinte minutos más salimos a una pista, que tomamos a la izquierda. Se llega a la casa del Ordaniso, todavía en pie, con bordas anejas en ruinas. Merece la pena darse una vuelta por sus alrededores para tratar de evocar, con sumo respeto, aquellos tiempos, no tan lejanos, en los que bullía la vida por aquí.
La pardina del Ordaniso, hoy propiedad del estado está en el monte homónimo, que gestiona la Confederación Hidrográfica del Ebro; perteneció en su momento al marqués de Ayerbe, y tiene mención en un documento falso datado en 1042, en el que se alude a “la villa denominada “Ordanisu” (Ubieto Arteta, Jaca nº 2 pág. 32)”.
Volvemos a la cercana pista para seguir por ella y, tras alcanzar los 862 msnm, que es la mayor cota de la ruta, comenzamos a bajar hasta caer ya a la cuenca del barranco de Paternoy, teniéndolo que cruzar en dos ocasiones, la primera con agua por encima de la rodilla, pero a gusto. Entre ellas, se queda a la izquierda, y algo apartada de la pista, la casa Visús, aunque están documentadas dos, Visús del Río y Visús del Pueyo. Lo que vemos es de lo poco que, aparentemente, se mantiene en uso por estos lares. Se vuelve a cruzar el barranco y ya, en menos de una hora se llega al final de la ruta, disfrutando de la belleza del barranco en los varios asomes que se prestan.
Si hemos cumplido con todos ellos, cómo no lo íbamos a hacer con el último, que es el que se aprecia desde la carretera, un precioso salto de agua, y más ahora, con el abundante caudal que destila el barranco. La llegada al vehículo la hacemos 5 horas después de haber salido del otro, habiendo recorrido 15,1 km, con un desnivel acumulado de 485 m D+ y 495 m D- (Wikiloc: 355 m D+ / 340 m D-), con una pendiente media del 3,21%, y habiendo alcanzado la altura máxima de los 862 m de la divisoria de los barrancos de Ordaniso y Paternoy.
GLOSARIO
Buxo: boj
Cajico: quejigo
BIBLIOGRAFÍA
Historia de Aragón. Los pueblos y despoblados II. Antonio Ubieto. Anubar (1985)
Historia de Aragón. Los pueblos y despoblados III. Antonio Ubieto. Anubar (1986)
Las pardinas del río Asabón. Óscar Martín. El autor (2017)
RECURSOS DIGITALES
Confederación Hidrográfica del Ebro
Las fotos, con sus comentarios, y el track.
Nota: La publicación de la ruta, así como del track, constituye únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.