domingo, 28 de julio de 2024

Paso del Sarrio, entre el centenario y el milenario Canfranc

 Año XIII. Entrega nº 887


AQUERAS MONTAÑAS
Paso del Sarrio (2153 m)
Sábado, 27 de julio de 2024

            “En cuanto a las obras de corrección de aludes, la solución pasaba por que la nieve depositada no se pusiese en movimiento o, en su defecto, por procurar conducir el alud a sitios prefijados donde el daño originado fuese el mínimo posible. Por eso se construyeron banquetas y terrazas, al modo de pequeñas plataformas horizontales hechas artificialmente a media ladera, con objeto de proporcionar a la nieve puntos de apoyo y así “quedase completamente anulada la componente tangencial del peso”. Alberto Sabio Alcutén.


Los Ayerbe en uno de los muros (1913)
Imagen tomada de researchgate.net

            Fragmento tomado del libro Canfranc, el mito (Pirineum 2005), del que el Doctor en Historia Contemporánea Alberto Sabio es coautor, y en concreto, del apartado correspondiente a la modificación del paisaje, tan necesaria para la protección del lugar que se iba a destinar para la construcción de la Estación Internacional de Canfranc que, tras décadas de decadencia, recientemente se está poniendo en valor como paso previo para el restablecimiento de la línea transfronteriza.



            Y por esos pagos han querido ir nuestros pasos hoy, atravesando toda la línea defensiva de la Olla de Estiviellas, en el centenario emplazamiento, que se da en llamar Canfranc Estación, que no es otra cosa que la partida de Los Arañones, para cambiar de cuenca a través del Paso del Sarrio y bajar al milenario Canfranc, o “campum francum”, el campo de los francos, ya que en el siglo XI era zona fronteriza y se cobraban peajes.


Se desconoce el origen de la imagen

            Mucha es la tinta empleada para dar a conocer la historia del también llamado “Canfranc quemao”, milenario lugar, y también sobre el más reciente y próximo a la frontera, a donde derivó su ayuntamiento dada la importancia internacional del emplazamiento. Pero nosotros a lo nuestro, que es divulgar las maravillas de estas montañas que encierran el valle tras romper aguas y nacer tras este paso uterino.



            Hacemos previsión de un vehículo en la explanada frente a la gasolinera de Canfranc, para subir con otro hasta las piscinas municipales de arriba, de donde salimos siguiendo las indicaciones del circo de Estiviellas, más conocido como Olla de Estiviellas. Lo primero que nos encontramos, a los pocos pasos es un buen ejemplo de cabaña de piedra seca y bóveda circular, cuya técnica constructiva quedó registrada en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco en 2018.



            La enorme cantidad de prana que aporta la subida por el bosque a horas tempranas alimenta los sentidos. El verte integrado en este enorme colectivo que agrupa a miles de seres que lo dan todo por su medio ambiente, del que, si queremos, formamos parte, es algo difícil de explicar, sólo se puede sentir. Estas y otras reflexiones nos acompañan en nuestro deambular zeta tras zeta, dejando atrás hitos como el primer mirador y primera travesía, la fuente del Burro, el segundo mirador y el tercero y segunda travesía.





            En tres cuartos de hora alcanzamos las ruinas de los barracones de aquellas gentes que repoblaron las laderas. Un poco más arriba, unos abrigos excavados en la roca, suponemos que para tal fin. Siguen y siguen las zetas. Una enorme olla por la que se descuelga, cuando lo hace, hoy no, una grácil cascada que dan en llamar Cola de Caballo, y en poco más entramos en la verdadera Olla de Estiviellas, dejando a la derecha el desvío que nos conduciría al pico del Águila y al collado de Estiviellas, con opción de auparnos al Borreguil de la Cuca.





            Un muy amplio espacio a cuyos pies estamos y que intimida, es éste de la Olla de Estiviellas, depositaria en época invernal de ingentes cantidades de nieve que hacían peligrar las buenas condiciones de uso de la explanada de la estación. De ahí el brutal sistema para defenderse de los aludes, y que, ahora los vamos a tener que ir recorriendo uno detrás de otro. La no muy bien direccionada tablilla para seguir nuestro camino, y el poco definido sendero a partir de ella, se combinan para despistarse y pasar de largo, hasta que se da uno cuenta de que el camino bascula, dirigiéndose a la bajada por Secrás, lo que obliga a volver y retomar el nuestro. 



            A partir de aquí hay que estar muy atentos, porque la poca definición del camino nos sigue acompañando. Las zetas se suceden, y la tentación de librarnos de ellas, también, pero sería otro factor más para despistarse del camino, amén, naturalmente de la erosión que se produce. La fuente del Centenario es otro de los grandes hitos del camino, una fuente que con tristeza ve cómo se le va el agua entre los dedos, colándose por un lateral. Dos horas y cuarto hasta aquí.



            El fondo del valle se va haciendo más profundo a cada paso, en favor de las montañas que lo conforman, y sus más cercanas parientes. Pronto entramos en la zona de las defensas con pequeñas terrazas sujetadas por muretes de piedra que, además de formar parte del sistema, sirven para seguir la indefinida traza del camino. Hora y media desde la fuente, con las últimas lazadas más pendientes, median para llegar al refugio bajo los paredones de Estiviellas, donde se aprovecha para alimentar el cuerpo y el alma con las extensas vistas sobre el valle y sus montañas.










            Aquí da comienzo la travesía hasta el Paso del Sarrio, que nos lleva como media hora, por un sendero definido, con un abismo a nuestros pies, pero con los dos tramos más expuestos protegidos por sirga. Tras el segundo de ellos afrontamos una ancha y empinada canal que no ofrece mayores dificultades. A su salida, dos ejemplares de pino negro nos saludan y dan ánimos para afrontar las rampas finales hasta llegar al paso, que nos abre las vistas sobre la cuenca que nos va a acoger en el descenso.







            “Que no son gigantes, mi señor, que son molinos”, le decía Sancho a su amo. Algo parecido podríamos decir aquí, porque estamos rodeados de una serie de artilugios a lo largo de toda la cresta de la Peña Blanca. Un último vistazo a la cuenca que dejamos y, tras cuatro horas y media desde el arranque, emprendemos el descenso por el canchal. Nos desviamos para aproximarnos a la Gruta Helada de Lecherines, a la que no llegamos dado que a estas alturas del año carece de atractivo.








            De vuelta al camino de bajada, y en el que poco a poco el tirano mundo mineral va dejando paso al más amable vegetal, con la mirada puesta en la Majada de Lecherín Bajo, donde buenos rebaños de vacas disfrutan de su soledad. El GR 11.1 sale a nuestro paso. Nos aprovisionamos de agua y continuamos, al menos hasta la entrada en el pinar, que nos protege del ardiente sol para echar un bocado, antes de cruzar el seco barranco de Campón, Nos despedimos de este despejado lugar para integrarnos de nuevo en el bosque, que recorremos como algo más de media hora hasta cruzar el barranco de la Añaza que, junto con el anterior se hace llamar de Aguaré, hasta rendirse al río Aragón.





            Gabardito, una amplia zona, otrora de pastos, que hemos conocido hace décadas despejada, un lugar con apariencia alpina, y donde ahora abundan los matorrales, que te hacen dudar de si sigues o no el camino. Dejamos atrás el refugio y tomamos la pista de Villanúa donde, al punto de pisarla, dejamos que siga con ella el GR 11.1, y nos desviamos para bajar por el barranco de Aguaré, más pendiente, pero no tan larga como el de los Meses. Los amables primeros compases se tornan más incómodos conforme te vas acercando al cruce del barranco.







            Tras ello, lo que resta es dar continuidad al descenso por el pinar, hasta dar salida a la carretera, frente al vehículo, habiendo transcurrido 7 horas y 50 minutos para recorrer 14,3 km, con un desnivel acumulado de 1015 m D+ y 1160 m D-. Alcanzando la altura máxima de los 2153 m, del Paso del Sarrio. Travesía un tanto exigente, suavizada por la contemplación de los paisajes y la compañía.



Bibliografía: 

Canfranc, el mito. Varios autores. Pirineum (2005)

Web:

Unesco  

Senderos FAM  

Wikipedia  

Wikiloc   

RAE  

Fundeu  

IGN  

Iberpix 

Geamap  

Hijo de la Tierra  




Las fotos, con sus comentarios, y el track


* La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.





miércoles, 24 de julio de 2024

Ibones de Remuñe, el valle callado

 Año XIII. Entrega nº 886


AQUERAS MONTAÑAS
Ibones de Remuñe (2210 m y 2250 m)
Jueves, 18 de julio de 2024

            “En la zona final de la Ball de Remuñe los heleros y las nieves perpetuas van dejando a la vista en los últimos años los restos glaciares que antes estaban vedados para la mirada humana… Los ibones de Remuñe situados en la parte baja del valle nos ofrecen un azul deslumbrante en sus aguas. Un valle duro y hermoso, doy fe”. Javier Cabrero.



            Pues sí, nos viene bien esta entradilla porque es éste el valle que visitamos hoy, el más lejano por el oeste tributario del de Benasque. Un valle en el que no hemos estado en muchas ocasiones y que nos apetecía recordar esas últimas visitas. Es un valle relativamente corto y, aunque tiene más recorrido del que hemos hecho, nos ha sido suficiente para disfrutar de su hospitalidad y renovar el asombro por tanta belleza.



            Los casi 53 kilómetros de la carretera A-139 que nace en Graus y sube por todo el eje del Ésera, tiene un final un tanto peculiar, porque su término no es como las demás. El último tramo recorre el alto valle de Benasque y ve cómo su asfalto termina al pie de las montañas. Nosotros, le tomamos el relevo y, un poco antes de ese morir, encontramos la entrada al valle de Remuñe, habitado en su tramo medio por dos ibones homónimos, vestigio de esa época glacial no tan lejana, y de la que nos estamos desvinculando a marchas forzadas.



            Tras un pendiente arranque, el sendero se suaviza entre pinos y arbustos, como rododendros y arándanos. Pronto nos situamos a la vera del río, que vemos despeñar sus aguas en gráciles cascadas, como si tuvieran prisa por ir a dar lección a otra parte, quizás ajenas al recuerdo de las veces que ya habrán pasado por aquí… y las que les quedan…




            Unas cascadas, que marca el terreno, y que también nos afecta, dado los tramos de más pendiente que tenemos que salvar. En una hora y diez minutos nos presentamos ante la palanca que cruza el río, y nosotros por ella, dejando antes de ello las tablillas que nos indican que podemos hacer una circular, algo que iniciamos por la izquierda.




            Ante nosotros, un gran peñascal que se siente a gusto en medio del valle. Peñascal que tenemos que rodear en nuestra ruta de hoy. Seguimos subiendo, atravesando una zona de grandes bolos que nos exige más atención, hasta que, finalmente, llegamos al ibón Inferior, a unos 2210 msnm, tras casi dos horas de pausado caminar.







            Se impone parada y fonda, mientras no dejamos de admirar el entorno. Diez minutos tan sólo nos separan del Superior, más pequeño, y que también se merece una parada, faltaría más. 






            Bajo la atenta mirada de la Forca de Remuñe, iniciamos el descenso hacia la plleta homónima, para cruzar el río como podemos y tomar el sendero de bajada, que nos lleva hasta otra plleta, la d’els Capellans, muy próxima a la palanca y, con ella, al cierre de la circular. Desde aquí ya es repetir itinerario y emociones hasta el punto de arranque.








            Un paseo, que nos hemos resistido a alargar, en el que hemos visitado los ibones, y al que le hemos metido casi cuatro horas y media, para recorrer 6,9 km y salvar un desnivel acumulado de entorno a los 500 m D+/-, alcanzando la altura máxima de los 2260 msnm próximos al Superior.



Bibliografía: 

Todos los ibones del Pirineo aragonés. Javier Cabrero. Ed. Pirineo (1999)

Web:

Wikipedia  

Wikiloc  

RAE 

Fundeu  

IGN  

Iberpix 

Geamap  

Geoportail 

Hijo de la Tierra 




Las fotos, con sus comentarios, y el track


* La publicación de la ruta, así como del track, constituyen únicamente la difusión de la actividad, no asumiendo responsabilidad alguna sobre el uso que de ello conlleve.