Debido al avanzado estado de deterioro medioambiental del planeta en el que vivimos, son muchas las voces y organismos que desde hace décadas se vienen alzando para alertar y concienciar a la humanidad, marcando pautas para revertir la situación, algo cada vez más complicado. Pero no pensemos que este movimiento es propio de finales del siglo pasado, no, que un siglo antes ya había naturalistas que se preocupaban por la conservación de las especies y sus ecosistemas. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en John Muir, un escocés que nació en 1838, cuya sensibilidad por la naturaleza y su significado fue creciendo en él desde su más tierna infancia, y que plasmó en varios libros e innumerables artículos. Una de sus perlas: “No estás en las montañas. Las montañas están en ti”.
miércoles, 18 de noviembre de 2020
Sierra de Quimboa, en el solano de Tachera
AQUERAS MONTAÑAS
Quimboa Bajo (2071 m)
Quimboa Alto Norte (2180 m)
Quimboa Alto (2182 m)
Petraficha (2186 m)
Martes, 17 de noviembre de 2020
Es una frase que resume fielmente nuestro sentimiento hacia ellas, porque no somos nosotros los que somos atraídos por ellas, son las que llevamos en nuestro interior las que no cesan de demandar ese encuentro con las montañas del exterior, las que permanentemente nos arrastran a ese verdadero sinvivir, bendito y verdadero sinvivir. Es como una necesidad vital la que nos impulsa a favorecer ese acercamiento. Y como en esas estamos, hoy le ha tocado el turno a la sierra de Quimboa, que hace paco con el barranco de las Heras y solana con Taxera, en el entorno de Zuriza, en el valle de Ansó. Una sierra que ofrece amigables fachadas a todas caras excepto a la nordeste, en la que envidiando a sus vecinos de Gamueta, cae a pico hacia el barranco de Anzotiello. Una sierra con un verso suelto, el Quimboa Bajo, y con el resto enfilados en un cresterío que se asoma a los abismos y que alberga varias cotas, entre las que se encuentran el Quimboa Alto y el Petraficha, que ellos saben que están ahí, aunque los mapas no se ponen de acuerdo en el primero para ubicarlo correctamente, ni en la altura de todos.
Como todas las montañas, no tiene un único acceso. La magnética imagen de la enhiesta sierra de Alanos, nos arrastra a hacerlo desde Tachera. Y allí, nos presentamos en un día que promete… y que seguro va a dar, aunque de momento, grados pocos da, tan solo dos. Aquí tiene un extremo el GR 11.1, el otro en el enlace con el principal en la entrada de Canalroya; ambos han sido ampliados con motivo de la señalización como Sendero Turístico de Aragón. Arranca del GR 11, al que nos unimos en dirección este, para subir por el barranco de Petraficha. En veinte minutos llegamos al maltrecho refugio de Tachera, y en diez minutos más tomamos un tímido desvío a la izquierda, abandonando el GR e ir ganando altura. En otros veinte minutos nos metemos en un ancho barranco, con su riachuelo, del que no encontramos nombre, y cerrado por la Faja Catalán, con su refugio homónimo en la entrada. Aunque sin sendero definido, el itinerario es evidente, conforme nos vamos acercando al circo, tenemos dos opciones, o lo superamos haciendo lazadas por enfrente, o tomamos una canal a la derecha, alternativa esta última poco aconsejable si no se está acostumbrado al tránsito por este tipo de terreno, bastante inclinado y descompuesto.
Por probar ambos, dividimos el grupo y subimos tres por la canal y dos por el supuesto sendero. Una vez arriba descubrimos que, aunque es más directa la canal, es el otro itinerario el que lleva la dirección más adecuada, pero no importa, es muy poca la distancia divergente y nos juntamos arriba, donde se abre un paisaje completamente distinto. Ya no hay bosque, como abajo, y los escarpes dejan lugar a unos amplios puertos con pastos ya agostados, pero que los rebaños de ovejas siguen exprimiendo, como así harán los de sarrios que ahora se afanan en huir de nosotros. Ante nosotros los objetivos de hoy, ese verso suelto del Quimboa Bajo que, a pesar de su baja altitud respecto a la sierra tiene más prominencia. A sus pies acudimos para hacerle una visita. En un cuarto de hora subimos los algo más de cien metros que nos separan de la cima, que desde abajo se muestra piramidal, pero llegando a ella se extiende por toda rallera.
La que no se muestra tan altiva ya es la sierra de Alanos, con ese pico del Achar tan característico y que le imprime identidad. Al norte, Gamueta y todos sus guardianes. Más próxima ya, nuestra sierra, que arde en deseos de acogernos. Bajamos al ancho collado, y nos alzamos a la sierra, que recorremos de cabo a rabo, por toda la arista. Los mapas, como decíamos, no se ponen muy de acuerdo con los nombres de las cotas ni con su altitud, encontrando únicamente claro el Petraficha, que entendemos es el punto más alto, y no es el final de la cresta, que aún hay varios otros salientes hacia el vacío antes de llegar al tajo del collado de Petraficha. Casi dos kilómetros de auténtico disfrute cabalgando por entre el extremo de largas y extensas lomas por un lado, y unos asomes de auténtico vértigo por el otro. Más de hora y media, parada para echar bocado incluida, volando visualmente por estos grandes espacios, que comparte con los de Chipeta Alto y Sayéstico al sur y Anzotiello y resto del mundo Gamueta al norte.
Una vez llegados al extremo sur no queda otra alternativa que comenzar el descenso, y lo hacemos por toda la loma, por terreno algo incómodo, pero dando vista a dos aguas. Hay buenos hitos que impiden perderse. Al cabo de media hora se abre a la izquierda una ancha plataforma que hay que tomar para bajar definitivamente hacia el GR 11, que alcanzamos en cinco minutos dejando muy cercano el refugio de Chipeta Alto. En cuarenta minutos más cerramos la circular, en otros diez pasamos por el refugio de Tachera, y otros diez más para llegar a los vehículos, completando así una bonita circular ascendiendo al Quimboa Bajo y a la integral de la sierra donde reinan el Alto y el Petraficha, invirtiendo 6h 40’, para recorrer 13,1 km, y salvando un desnivel acumulado total de 1110 m D+/-.
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