IXOS MONS
Puerto de Santa Orosia (1550 m)
Jueves, 29 de octubre de 2020
Uno de los disfrutes de la vida lo encontramos en procurar estar atentos a todo lo que ocurre a nuestro alrededor, lo podríamos llamar cons, la consciencia constante. Son esas alarmas que permanentemente tenemos funcionando, aunque haya ocasiones en las que no les hagamos mucho caso, y que nos alertan de todo, por muy nimio que sea. Son esos pequeños detalles que, sin duda, nos harían la vida más llevadera si nos la tomáramos con más calma, y que mejor nos iría si nos sintonizáramos con esa especie de plan involuntario del que nos podemos aprovechar. ¿Y por qué decimos esto?, pues porque solemos anhelar cosas, lugares, momentos… teniendo otros más accesibles, lo que nos lleva a valorar menos lo cercano.
Hoy, de nuevo por esa media montaña cercana, llegando a un singular paraje por una trillada ruta, pero no por ello deja de sorprendernos, no por ello dejamos de disfrutar, no por ello la abordamos con esa ilusión como si fuera la primera vez, como le ha pasado a Raquel, que nos hemos echado hoy de compañera. Hablamos del puerto de Santa Orosia, hablamos de la Ruta de las Ermitas, hablamos de lugares santificados por el ser humano, pero que ya lo estaban, porque forman parte de un Todo, mucho antes incluso que el propio ser humano.
Y ahí hemos estado porque, aun siendo una ruta hecha decenas de veces, cada día es distinto, la luz de cada día es distinta, la tierra que pisas cada día es distinta, las aguas que cruzas cada día son distintas, y el aire que respiras cada día es distinto. Partiendo de Yebra de Basa, la capital de Ballibasa, y siguiendo los pasos de centenares de romeros, dejamos atrás la ermita del Augusto, justo en el arranque del camino. Nos vamos introduciendo en el barranco de Santa Orosia para ir dejando atrás también otras dos capillas, la de las Escoroniellas y la de las Arrodillas. A los tres cuartos de hora se cruza el barranco, pasando a la margen izquierda del mismo. En otro cuarto de hora dejamos a la derecha el desvío a Sorna, por el que volveremos.
Los diez minutos siguientes transitan por la comisura del barranco, burlando su cauce, porque la escorrentía se produce por encima de las siguientes ermitas a visitar, la de la Cueva y la de San Cornelio, como un dúplex, porque lo permite la faja en la que ya estamos instalados. La primera, muy amplia, con su campanario en la entrada, y al final de la estancia, una salida al exterior que permite la contemplación de esa agua que se desparrama, simbolizando la fertilidad que se reparte por el territorio. Las siguientes están bajo la advocación de San Blas y Santa Bárbara, que vamos dejando atrás en el delicioso tránsito, que ya se va empinando en busca de las planicies del puerto, a cuya entrada nos encontramos con otra, la de la Cruz o de Zoque.
Ante nosotros, se nos abre un gran puerto, cada año que pasa menos aprovechado por la ganadería, pero que ahí está, como una de las muchas entradas a ese espacio infinito en historias como es el Sobrepuerto, a caballo entre las comarcas del Alto Gállego y el Sobrarbe, que de ambas participa, pero conservando la unidad de ese espacio y de ese tiempo. Un altiplano presidido por el santuario de Santa Orosia, un icono referente en la redolada, en una muy amplia redolada, llegando su influencia incluso hasta la Galliguera. El día de la fiesta, 25 de junio, son decenas, si no cientos, las cruces que se reúnen para dar culto a la santa y a sus atribuciones para mediar ante las catástrofes naturales y la liberación de los demonios, según creencia popular. Tanta es la devoción que algunas de esas cruces, hoy en día pertenecen a pueblos ya deshabitados, pero que cuentan con algún romero para conservar la tradición.
Estas y otras reflexiones nos rondan mientras aprovechamos para echar un bocado junto a la fuente bajo la extraordinaria mañana que nos acompaña. Como media hora de pista, disfrutando del momento y del lugar y nos topamos con el desvío a Sorna, que lo tomamos para visitar el mirador, que nos da vista a la fachada de enfrente, donde se encuentra la faja que hemos recorrido, con sus ermitas. Volvemos al sendero y en diez minutos lo recorremos hasta cerrar la circular en el de la mañana, que lo tomamos de vuelta ya hasta Yebra.
Una deliciosa mañana, en buena compañía, y recorriendo lugares cercanos y archiconocidos, pero en los que siempre disfrutamos. Hoy han salido 12,8 km, para los que hemos empleado 4h 15', salvando un desnivel acumulado total de 780 m D+/-.