ESCALADA
Vía Sendero Límite (V+)
Domingo, 19 de enero de 2020
“Nuestro camino no es por fáciles prados de hierba, sino que es un
sendero de montaña escarpado y lleno de dificultades. Pero siempre hacia
adelante, siempre hacia arriba, siempre hacia el sol”.
Sabias palabras de Ruth Westheimer, terapeuta, socióloga y
escritora alemana, que posiblemente no perteneciera a este mundo de las
montañas, pero que consciente o inconscientemente, en esta frase ha dejado
contenido un pensamiento que le da sentido también a la propia vida, porque sin
dificultades no hay progreso que valga, y que la felicidad hay que encontrarla,
precisamente, en la superación de esas dificultades… y para qué?, habrá alguien que pregunte, porque detrás de una dificultad viene otra, incluso mayor..., podrían
continuar diciendo. Pues sí, efectivamente, no les faltaría razón, porque detrás
de un monte siempre hay otro monte.
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Cuando dejas atrás las montañas la vista planea por el llano |
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Arranque de la vía |
Y eso es lo que hemos venido a
buscar hoy… bueno, no sé, igual es lo que nos hemos encontrado. De cualquier
modo, hoy hemos cambiado esos caminos fáciles por prados de hierba, incluso
esos senderos escarpados llenos de dificultades, que dice Ruth, por otros más empinados, más
verticales, más difíciles, pero que con la ayuda de dos avezados escaladores hemos
conseguido superar para llegar a lo alto, donde el aire es más puro, donde la
luz es más luminosa, donde la vista se desliza más y más, donde el alma se
ensancha… bueno, y también donde hace más frío.
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Mallos de Agüero |
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Comienza la fiesta |
Hoy, con Jesús, al que llaman Ches
en el mundillo, y con David, conocido por Rodri en ese mismo mundillo, y tras abandonar
la idea de ir a hacer la vía “Los Terceros
también existen”, porque la consideraban “poca cosa”, veremos!!!, hemos
ascendido al mallo Común de Peña Rueba por la vía “Sendero Límite”, de V+. Bueno, digo hemos subido, pero en
realidad me han subido, porque así ha sido. Se trata de una vía abierta por Julio Benedé y Luis Royo, inicialmente de 270 metros y 10 largos, aunque
posteriormente abrieron, junto con Carlos Roy, una extensión que alcanza lo
alto de la peña, con 100 metros más en otros 4 largos.
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Así nos recibe la peña |
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Ches |
Invierno, día desapacible, después
de haber llovido el día anterior. Quizá no sean los mejores antecedentes como
para ir a escalar, pero allá que vamos a ver cómo está el patio. Nos acercamos
a Murillo de Gállego y subimos hasta un terreno recientemente explanado para
aparcamiento, junto a la segunda balsa. La peña se muestra oscura, con cara de
pocos amigos, no obstante decidimos ir a hacerle la visita y comprobar si entra
en el juego. Seguimos la pista y entramos en el sendero que nos conduce al pie
de vía, en unos cuarenta minutos. La mañana acompasa a la peña, también gris,
callada, muy suya. Se reconoce visualmente el itinerario de la vía y se constata que está
parcialmente mojada, aunque con ganas de ir secando, porque el aire se lo ordena.
Iremos viendo.
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Chema (foto de Ches) |
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Rodri |
Momentos relajados dando cuenta
de alguna vianda, y al tajo. Sobre la señal de S.L., comienza Rodri, está claro
que se van a repartir el juego. Por mi parte, escalador de segunda, con la
cuerda por arriba, y cuanto más tensa, mejor. En las reseñas dan los largos de
30 metros, y está bien, para evitar sorpresas, pero tienen menos. De hecho se
alcanza la R1, pero los dos siguientes se empalman, pasando de largo la R2. Entre
esa R1 y la R3, es decir los L2 y L3, es donde están los puntos más delicados, los
de V y V+, casi imposibles de superar si no estás muy puesto en subir con las
uñas ayudándote solo con la falange distal. Eso, o la tracción que viene de los
cielos, y de lo que no se puede estar muy orgulloso…
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Chema y Rodri (foto de Ches) |
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Chema (foto de Ches) |
Los dos siguientes largos, L4 y L5,
hasta la R5 comparten la dificultad de los anteriores, el primero, y apiadándose
un poco, digo, un poco, el segundo, ya que empieza ligeramente a tumbar. En la R5
toma Ches las riendas, que no abandonaría ya hasta el final. El siguiente doble
largo, los L6 y L7, ya más asequibles, de IV+, aunque me sigo sintiendo con más
peso que el que dicta la báscula. Lo digo por los chavales, que si han venido a
disfrutar… yo lo estoy haciendo, y dicen ellos que también, y que, bueno, la
pared se las trae… será para sacarme a mí de la miseria… Jjjjj…
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Ches, seguido de Rodri (foto de Ches) |
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Chema (foto de Ches) |
Quedan tres largos que, en un
principio se piensa en empalmar, pero llegados a la R9, se ve que el L10 es más
largo de lo que queda de cuerda, de modo que a montar la reunión, haciendo
luego de ese último largo un verdadero paseo triunfal. Hemos llegado a lo alto
del mallo Común. Le hemos metido algo
más de cuatro horas de escalada, en la que nos hemos medido con la roca, un
conglomerado que ayuda, pero que no siempre encuentras lo que buscas. Una
subida en la que hemos pasado frío, calor, viento, pero en la que no hemos
dejado de disfrutar, midiendo las propias fuerzas, y las de tus compañeros, con la
propia montaña.
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Los buitres van buscando las térmicas,
nosotros también aunque no subimos tan ligeros (foto de Rodri) |
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Ches seguido de Chema
(foto de Rodri) |
Extraordinaria atalaya sobre la
cuenca de un Gállego que se va a dar lección a otra parte, y sobre unas tierras
llanas que decididamente dejan las montañas para ir a beber del Ebro. Próximos,
muy próximos, los mallos de Agüero,
con el pueblo a sus pies. Nos acercamos hasta la proa más occidental, que asoma
en vertical sobre la entrada al circo por donde se sube a la ferrata Varela Portillo, que en otras ocasiones hemos visitado, alcanzando lo más
alto de todo este macizo, para bajar por la ferrata de la Mora, que
es la que nos va a servir para bajar de aquí.
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Culminada media faena... que hay que bajar |
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Travesía en busca de la ferrata de la Mora |
Para ello hay que alcanzar un
visible collado hacia el este, pasando por el arranque de la extensión de la vía
que hemos hecho. El tránsito es a pie llano, por entre matorrales, aunque pegados
a la roca, y pasando por algún tramo expuesto. Una vez en el collado se accede
a un sendero que te lleva al encuentro de unas maromas que te ayudan en el
descenso, sobre todo el de una corta, pero vertical, chimenea. Siguiendo
nuestro tránsito, damos ya con la ferrata
de la Mora, que no abandonamos ya hasta llegar al sendero, a través de
entretenidos destrepes. Total, desde la culminación de la escalada hasta el
coche, hora y media… que no está mal tampoco.
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Se desciende por la chimenea de la izquierda |
Y con un merecido bocado
apresurados por un sol que dice que se va… y se va, terminamos esta jornada
distinta de montaña, disfrutando y mucho de esos caminos verticales, con un par
de tíos… buen chen.