VÍAS FERRATASanto Cristo y Peña del MorralMiércoles, 28 de noviembre de 2018
Hoy teníamos mono de ferrata, de
modo que con el amigo Toño hemos ido a hacer un par de ellas, la del Santo
Cristo de Olvena y la de la Peña del Morral, en Graus. De dos comarcas distintas, Somontano de Barbastro y Ribagorza, pero con algo en común, que ambas localidades están en el eje del Ésera. Allá que vamos.
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Congosto de Olvena |
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Arranque del sendero |
La carretera N-123, que recorre
el eje de ese gran río hasta Graus, cuando sale del puente de las Pilas, arriba de Barbastro, y se encañona en el congosto de Olvena, justo a dos kilómetros del desvío a esta localidad, y nada más salir del triple túnel 5, encontramos a mano izquierda un apartadero. Seguimos el indicativo al puente de la Sierra, de donde parte un sendero que en pocos pasos nos lleva hasta tal puente que, en su pequeñas dimensiones, nos muestra “al mismo tiempo la enorme dificultad del proyecto y la pericia técnica de quienes lo levantaron”, como indica un mural
cercano. “… presenta una sólida
estructura pétrea con una sola arcada en arco de medio punto que apoya
directamente sobre la roca. Sobre ella se extiende una estrecha calzada
empedrada que nos permite el paso a la margen opuesta y, al mismo tiempo,
disfrutar de una sobrecogedora panorámica del congosto de Olvena”,
concluye.
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Puente de la Sierra |
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Congosto de Olvena |
Bueno, pues tras deleitarnos con
esta singular obra de ingeniería, la cruzamos y tomamos el sendero de la
derecha, evitando tentaciones de tomar el de la izquierda, que se muestra con
equipación nueva de sirga de seguridad. Estamos ya bajo parte de los
impresionantes paredones que conforman este congosto. A escasas decenas de
metros del puente tenemos el arranque de la ferrata, sin mayores indicaciones
que el comienzo de una vieja sirga. Por entre los materiales blandos entre dos
de esas ralleras, ayudados intermitentemente por algún resalte de las mismas,
se va avanzando con una considerable inclinación, por una roca bastante lavada, con el
único artificio de la línea de vida.
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Subiendo por la canal |
Como una hora se está metido
entre las paredes, al cabo de la cual unos pasos que revisten mayor dificultad
que los traídos hasta ahora, median para encaramarnos a una sorprendente cresta
a dos aguas, una de ellas en una pura vertical sobre los casi 200 metros por
encima del Ésera. Nos encontramos un ramal de la sirga que desciende, quizá
hasta algún anclaje para montar algún escape. Al finalizar esa cresta, un corto
tramo de también sorprendente sendero hace de antesala al tramo final, el más
físico, el más expuesto, como nada de lo visto hasta ahora. Equipado por
grapas, se hacen imprescindibles para tirar de ellas en un corto paso
horizontal, con el agravante de lo mojado de la roca, que te obliga a extremar
más si cabe la atención.
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Caída libre al Ésera |
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En el paso clave |
Sin llegar al final ya se divisa
la enorme estrella de forja con vocación de llevarnos hasta nuestras fechas más
entrañables. Bueno, pues terminando ya llegamos al mirador que preside. Una
plataforma sobre el punto más alto del pueblo, que es el cementerio, y que nos
ofrece unas vistas espectaculares sobre el congosto de Olvena bajo nuestros
pies, y sobre la nevada cordillera pirenaica en lontananza. Casi dos horas
hasta aquí. Ahora solo resta bajar.
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Olvena, desde el mirador |
Y lo hacemos por el camino
pavimentado que une el cementerio con el pueblo, en cuya entrada encontramos el
indicador para tomar el sendero de bajada que, señalizado como GR 45, era el
empleado antiguamente por las gentes del lugar para acceder a la localidad, y
que saneado recientemente luce su primitivo empedrado. Bien, una vez bajados
los 220 metros de desnivel desde el mirador hasta el fondo del congosto y
cerrado el círculo al paso por el arranque de la ferrata, solo resta continuar
hasta el puente de la Sierra y cruzarlo. De este modo hemos completado los 200
metros aproximadamente de desnivel, en menos de dos horas en subir y media en
bajar.
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La satisfacción del deber cumplido |
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Sirga y vestigios de otros tiempos |
Pero antes de llegarnos hasta el
coche, se ofrece la visita a una traza de sendero excavado en la roca y que
veíamos en las paredes de enfrente. Se trata de las paredes exteriores de la
boca norte del túnel 5, y tiene toda la pinta de que fuera el modo de superar
peatonalmente el congosto antes de la construcción de la carretera. En unas
decenas de metros se mete hacia un barranco que hace que se parta el túnel,
ofreciendo una ventana al exterior. Para salvar ese barranco hay un par de
sirgas, y en la pared de enfrente vestigios como de que hubiera existido una
pasarela colgada sobre el vacío. Es impresionante pensar que fuera lo que
parece.
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Ferrata de la Peña del Morral |
Para rematar la faena ferratera
de la jornada, nos acercamos hasta Graus, para rendir cuentas a la de la Peña
del Morral, junto al Santuario de la Virgen de la Peña, que altivo se alza
sobre la capital ribagorzana. Nos acercamos hasta un lugar próximo al
santuario, donde arranca el sendero, que en cosa de doscientos metros nos sube
al comienzo de la ferrata, que lo hace con un paso horizontal por una faja,
asegurados ya a la línea de vida.
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Comienzo del tramo vertical |
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Progresando |
Esta travesía termina debajo de
una serie de grapas, que de forma vertical nos permitirá subir hasta la faja
superior, que tras otra ascensión nos situamos al pie de una escalera.
Seguidamente hay un breve tramo de ascenso, también vertical, seguido de otro
que desciende y que nos pone en situación de cruzar una larga travesía
horizontal, quizá lo más espectacular de toda la ferrata, y que deberemos pasar
con mucho cuidado, pues la pared suele estar mojada, alternando los pasos entre
la propia pared y unas grapas oportunamente colocadas sobre el vacío.
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En la travesía horizontal |
Una vez terminada, nos queda
superar el último tramo vertical, ligeramente extraplomado,que culmina con la
última parte, más asequible ya, y que ayudados de una cadena nos permite llegar
al final, junto al Cristo del mirador del Morral, que nos ofrece unas vistas
espectaculares sobre la localidad grausina y sus alrededores, entre lo que
destaca el Isábena en sus últimos compases antes de rendirse al Ésera, cuyas
aguas se amansan en el embalse de Barasona. Guiados por un mural informativo,
conseguimos interpretar las montañas del horizonte.
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Últimos compases |
Y poco más, un sendero bien
definido nos baja hasta el santuario, concluyendo de este modo el circuito
abierto en este mismo punto, tras haber superado los 180 metros de desnivel de
esta ferrata generosa en grapas, habiendo invertido 45’ en subir y 15’ en
bajar.