Año XII. Entrega nº 801
“Esta muralla rocosa es visible desde las torres del Pilar, de Zaragoza. ¡Qué zozobras, qué sinsabores, los del rey moro de Zaragoza cuando los cristianos conquistaron la fortísima plaza de Huesca! Sagrativos pesares lacerarían sus pensamientos al ver próxima la pérdida de riquezas y placeres, y cercana también la guerra de resistencia y la retirada en derrota”.
Texto del libro Turismo Altoaragonés, de José Cardús Llanas, médico y gran difusor de las bellezas de nuestro Alto Aragón.
Unos mallos, históricos mallos, cuna de la escalada en Aragón, con primeras ascensiones muy codiciadas en los inicios, hace décadas, por los precursores, que las iban consiguiendo con técnicas y material rudimentario, pero echándole valor, mucho valor. Es así como el ser humano es capaz de conseguir los logros, persiguiendo sus sueños, explorando los límites, antes de que te exploren a ti. Volvemos a la publicación mencionada para extraer otro párrafo que nos ha llamado la atención, porque citan a uno de los históricos, memoria viva de estas escaladas:
Imagen de Ursi Abajo, extraída de
la web A0avista
- ¿Es cierto que algunas escaladas les cuestan un par de días de ascensión?
- Sí señor, y más.
- ¿Y es verdad que, si no encuentran una plataforma, duermen colgados dentro de un saco?
- Ciertísimo; es más, algunas veces dormimos sentados sobre la cuerda que, ¿ve usted?, pasamos por la raíz de los muslos y sujetamos a un mosquetón.
Pienso en los calambres que sufrirán a veces, y en los hormigueos que darán lugar a la insensible pierna dormida”.
Una buena forma de recordar a uno de estos precursores que aceptaban el desafío de alzarse sobre los mallos hace más de medio siglo. Unos mallos que vamos a ir dejando a la izquierda, para tomar desde el pueblo el GR 1 (Sendero Histórico), que comparte trazado con el Sendero Natural de la Hoya de Huesca, e irnos introduciendo en el barranco de la Mota para acercarnos a nuestro objetivo. Al cabo de diez minutos abandonamos la pista y tomamos el sendero que se desvía hacia la base de la vía, tramo por el que vamos protegidos del embate de las fuertes rachas de viento, pero que nos aguardan al comienzo de la ferrata, clasificada como K3, en una escala del 1 al 6, y en la que conviven una vieja instalación de clavijas, con la nueva de grapas, con la sirga de seguridad desde el mismo comienzo, a la que nos asimos ya para comenzar la ascensión. Totalmente vertical, salvo algunos escasos y cortos tramos en los que se puede tomar un respiro para agruparse, caso de ser un grupo numeroso, o de contemplar plácidamente el paisaje, algo que el ambiente de hoy nos niega.
Subimos pues, de forma muy rápida, casi, casi, cumpliendo el expediente, porque cuanta más altura se tomaba, más fuerte y frío era el viento, consiguiendo terminarla en algo más de media hora, el tiempo más rápido en el que la hemos hecho, y son unas cuantas. Nos estrenamos en ella el 6 de mayo de 2012, ese mismo año el 14 de septiembre; en 2016 el 9 y el 30 de abril; y la última vez fue el 26 de febrero de 2022, justo un año desde esta sexta ocasión, en la que nos tenemos que guarecer en la caseta del fuerte y frío viento.
Se llega a un corto paso por una cadena para encajonarnos por el estrecho paso, incluida la escalera. Unos cuantos pasos más y alcanzamos el sendero, que nos lleva a cerrar la circular y, con ello, a la pista, para regresar al punto de partida, habiendo recorrido 7,6 km, en 3h y 40’, con un desnivel acumulado en torno a los 480 m. D+/-, combinando las sendas horizontales con las verticales.
Bibliografía:
Turismo Altoaragonés. José Cardús Llanas. Heraldo de Aragón (1969)
Web:
Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación